Nacer, crecer y morir, podríamos decir que la vida se resume en aceptar estos tres grandes hitos. La vida es cíclica, eso significa que los seres humanos pasamos, a lo largo de la vida, por etapas, y en cada etapa de la vida, se dan los ciclos.
Por tanto, entre el nacimiento y la muerte, además de crecer, la vida nos da la oportunidad de aprender y madurar con ella. Para ello, y como parte del crecimiento, nos encontramos con las crisis personales.
Si observamos nuestra vida, nos daremos cuenta de las diferentes etapas por las que fuimos pasando, y no me refiero exclusivamente a las etapas evolutivas propias de cada edad. Además de éstas, las etapas las marcan las decisiones de vida que vamos viviendo o las que toman por nosotros.
Una etapa la marcará el comienzo de los estudios, la inserción laboral, el cambio de vivienda, comenzar una relación de pareja, el nacimiento de un hijo/a, el fallecimiento de un ser querido, etc.
Y dentro de cada etapa, sus ciclos, como las estaciones del año, se van repitiendo. Algunos son ciclos de inmensa felicidad y otros ciclos de aprendizaje, a éstos les llamamos “crisis personales”.
Se suele decir que a cada persona le ocurre en la vida aquello que necesita para crecer.
Las crisis personales marcan el final de una etapa y el comienzo de otra, siempre que seamos conscientes de la profundidad de la crisis y aprendamos con ella.
Ser consciente de una crisis significa aceptarla, y procurar extraer el aprendizaje que conlleva.
Cuando nos sobreviene una crisis significa que hemos llegado al final de un camino, y que nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro espíritu, no pueden sobrellevar por más tiempo esta forma de vivir, refiriéndonos a actitudes, pensamientos, creencias y emociones concretas.
Aprender de una crisis personal supone hacer cambios en nuestra vida, en muchas ocasiones a nivel de actitudes, en otras, son más sustanciales y generamos grandes cambios en nuestra forma de vivir.
Toda crisis supone un malestar, una insatisfacción, un agotamiento físico y mental, e incluso puede referirse como enfermedad, ya que nuestro cuerpo también nos habla de esta forma.
Si no vivimos plenamente y conscientemente la crisis, no aprenderemos de ella ni escucharemos cuál es el cambio que necesitamos hacer. El ser humano tiene la capacidad de “sobrevivir y sobrellevar” las crisis, acumulándolas, sin superarlas, y por tanto, volviendo cíclicamente a aparecer. Aunque cada vez, nos sentiremos más derrotados ante la vida.
Así que, conviene aceptar las crisis personales como parte del aprendizaje de la vida, y superarlas, aprendiendo, cambiando y madurando con ellas.
Autora y fuente: Dolores Rizo Vidal, Psicóloga. – mundopsicologos.com
MUY BUENO EL MENSAJE…