Técnicas de estudio: Pasos y técnicas para redactar

PASOS NECESARIOS PARA REDACTAR:

  1. Selección del tema
  2. Búsqueda de información
  3. Elaboración de un bosquejo
  4. Redacción de un borrador
  5. Revisiones
  6. Redacción definitiva

1.- Selección del tema.

Puede tratarse de un tema que te hayan pedido desarrollar… Si no es así, elige redactar sobre algún asunto de tu interés.

2.- Búsqueda de información.

Para informar sobre un hecho, la técnica de las ocho preguntas es muy efectiva: Hazte las siguientes preguntas y contéstalas:

  1. ¿qué?
  2. ¿quién?
  3. ¿dónde?
  4. ¿cuándo?
  5. ¿por qué?
  6. ¿cómo?
  7. ¿cuál?
  8. ¿cuántos?

La técnica de los siete imperativos es muy útil para todo tipo de escritos:

  1. Descríbelo: ¿cómo lo ves, sientes, hueles, tocas o saboreas?
  2. Compáralo: ¿a quién se parece o de qué se diferencia?
  3. Relaciónalo: ¿con qué se relaciona?
  4. Analízalo: ¿cuántas partes tiene?, ¿cuáles?, ¿cómo funcionan?
  5. Aplícalo: ¿cómo se utiliza?, ¿para qué sirve?
  6. Arguméntalo: ¿qué se puede decir a favor o en contra?
  7. Conclúyelo: ¿qué conclusiones sacas?

Para temas en general, la técnica hazte todas las preguntas que se te ocurran es muy efectiva. Por medio de un buen número de preguntas, generas un cuestionario para buscar luego las respuestas. Por ejemplo: (Del Río, 1993:5):

Parque

  1. ¿qué es?
  2. ¿cómo es?
  3. ¿para qué sirve?
  4. ¿cómo se administra?
  5. ¿cuánto mide?
  6. ¿qué le hace falta?
  7. ¿es seguro?
  8. ¿otros usos?
  9. ¿dónde está?
  10. ¿instalaciones?
  11. ¿quién lo mandó construir?
  12. ¿cuándo se construyó?
  13. ¿cómo es en relación con otros?
  14. ¿cuánto se gasta en su mantenimiento?
  15. ¿por qué es importante tenerlo?

La técnica elige dos o tres términos clave es útil para cualquier clase y tamaño de escritos. por ejemplo:

Luis trabaja como guía turista: su trabajo es estimulante, pero agotador.

Palabras clave: estimulante y agotador.

Estimulante:

  • Viaja mucho
  • Cuenta con 10 años de experiencia
  • Conoce muchos lugares
  • Trata con mucha gente importante
  • Adquiere mucho acervo
  • Domina varios idiomas
  • Gana mucho dinero
  • No tiene horario fijo

Agotador:

  • No tiene tiempo libre
  • Trabaja toda la semana
  • Tiene que estar alegre y sociable todo el tiempo
  • No cuenta con tiempo para formar una familia
  • Debe estar disponible las 24 horas del día cuando está guiando a un grupo
Redacción:

Luis es un excelente guía turista con diez años de experiencia. Conoce los cinco continentes por lo que su acervo es muy amplio y culto. No hay lugar del planeta que no haya visitado cuando menos una vez. Ha tenido que aprender varias lenguas y, por consecuencia, es un conversador muy ameno por lo que todo tipo de personas de alto nivel intelectual y cultural buscan su compañía.

Por otro lado, no le queda tiempo para cultivar una vida privada… También se siente agotado, ya que casi no descansa y siempre tiene que estar disponible y presentable y, además, debe mantener una perenne actitud positiva y lucir una eterna sonrisa.

La técnica lluvia de ideas dura pocos segundos o minutos, durante los cuales, el autor se dedica solo a reunir información para el texto. Se sumerge en la piscina de su memoria y de su conocimiento para buscar todo lo que le sea útil para la ocasión.

Consejos para la lluvia de ideas:

  • Apúntalo todo, incluso lo que parezca obvio, absurdo o ridículo. ¡No prescindas de nada! Cuantas más ideas tengas, más rico será el texto. Es posible que más adelante puedas aprovechar una idea aparentemente pobre o loca.
  • No valores las ideas ahora. Después podrás recortar lo que no te guste. Concentra toda tu energía en el proceso creativo de buscar ideas.
  • Apunta palabras sueltas y frases para recordar la idea. No pierdas tiempo escribiendo oraciones completas y detalladas. Tienes que apuntar con rapidez para poder seguir el pensamiento. Ahora el papel es solo la prolongación de tu mente.
  • No te preocupes por la gramática, la caligrafía o la presentación en este momento.
  • Nadie más que tú leerá este papel.
  • Juega con el espacio del papel. Traza flechas, círculos, líneas, dibujos. (Cassany, 1999: 63).
  • Cuando no se te ocurran más ideas, relee lo que has escrito o utiliza una de las siguientes técnicas para buscar más.

 

La técnica de escritura libre o automática consiste en ponerse a escribir de manera rápida y constante apuntando todo lo que venga a la mente en ese momento sobre el tema que escribimos, o sobre otros aspectos relacionados con él. Hay que concentrarse en el contenido y no en la forma, valorar la cantidad de texto más que la calidad; y, sobre todo, no detenerse en ningún momento. Se recomienda empezar por sesiones de diez minutos, que pueden llegar hasta veinte o treinta, con la experiencia.

Es muy útil para generar ideas y superar bloqueos. El texto resultante tiene muchas deficiencias que se corregirán al desarrollar la redacción y reescribir la versión final.

La técnica frases empezadas: es bastante más concreta que la de lluvia de ideas. Sirve para orientar la redacción.

Lo más importante es…
Tengo que evitar que…
Es necesario que no olvide que…
No estoy de acuerdo con…
Me gustaría…
Opino…
La razón más importante es…
Quiero…

La técnica de mapas y redes:

Los mapas (de ideas, mentales, o denominados también árboles o ideogramas) son una forma visual de representar nuestro pensamiento. Consiste en dibujar en un papel las asociaciones mentales de las palabras e ideas que se nos ocurren en la mente. (Cassany: 1999, 58).

GRáFICO

Escoge una palabra nuclear sobre el tema que escribes y apúntala en el centro de la hoja, en un círculo. En seguida, anota todas las palabras que asocies con ella y circúlalas. (Cassany, 1999: 59). El procedimiento dura unos cuantos minutos. Luego, anota cada palabra como encabezado y escribe todas las que se te ocurran que tengan relación con la palabra principal. El papel se convierte en la prolongación de tu mente y en un buen material para iniciar la redacción. Elige el punto de vista desde el que vas a abordar tu texto.

Finalmente, si tomas en cuenta cada uno de los aspectos anteriores, podrás redactar con facilidad un escrito sobre “Educación Superior” o sobre “El mar”, etcétera.

3.- Elaboración de un bosquejo. Una vez que tengas la información, organízala:

  • Determina cuál es la idea principal o tema.
  • Ordena las demás ideas de acuerdo con su importancia, de mayor a menor.
  • Expresa cada idea con enunciados claros.
  • Organiza el texto.

4.- Redacción de un borrador. Elabora un primer intento de redacción.

5.- Revisiones. En un proceso eficiente de revisión se debe tomar en cuenta lo siguiente:

  • Sirve para mejorar globalmente el texto.
  • Afecta a fragmentos extensos de texto, las ideas principales y la estructura.
  • Pueden surgir nuevas ideas.
  • El cambio de un término o palabra puede motivar a rehacer la estructura de toda una frase o párrafo.

6.- Redacción definitiva. Después de efectuar una última revisión, puedes elaborar el texto definitivo. Todavía recomiendo una última revisión después de poner distancia temporal; es decir, que conviene dejar a un lado el texto definitivo por un tiempo determinado -según la urgencia que se tenga de presentarlo-, y volver a efectuar otra revisión antes de darlo por terminado

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Fuente: AMABELI R. CADENA AYARZAGOITIA – usoadecuadodelalenguaescrita.blogspot.com.es

La Teoría del Aprendizaje de Piaget

Jean Piaget (1896 – 1980) fue un psicólogo, biólogo y epistemólogo suizo. Desarrolló sus tesis en torno al estudio del desarrollo psicológico en la infancia y la teoría constructivista del desarrollo de la inteligencia. De ahí surgió lo que conocemos como la Teoría del Aprendizaje de Piaget.

La Teoría del Aprendizaje de Piaget
Jean Piaget es uno de los más conocidos psicólogos del enfoque constructivista, una corriente que bebe directamente de las teorías del aprendizaje de autores como Lev Vygotsky o David Ausubel.

¿Qué es el enfoque constructivista?
El enfoque constructivista, en su vertiente de corriente pedagógica, es una manera determinada de entender y explicar las formas en las que aprendemos. Los psicólogos que parten de este enfoque ponen énfasis en la figura del aprendiz como el agente que en última instancia es el motor de su propio aprendizaje.

Los padres, maestros y miembros de la comunidad son, según estos autores, facilitadores del cambio que se está operando en la mente del aprendiz, pero no la pieza principal. Esto es así porque, para los constructivistas, las personas no interpretan literalmente lo que les llega del entorno, ya sea a través de la propia naturaleza o a través de las explicaciones de maestros y tutores. La teoría constructivista del conocimiento nos habla de una percepción de las propias vivencias que siempre está sujeta a los marcos de interpretación del “aprendiz”.

Es decir: somos incapaces de analizar objetivamente las experiencias que vivimos en cada momento, porque siempre las interpretaremos a la luz de nuestros conocimientos previos. El aprendizaje no es la simple asimilación de paquetes de información que nos llegan desde fuera, sino que se explica por una dinámica en la que existe un encaje entre las informaciones nuevas y nuestras viejas estructuras de ideas. De esta manera, lo que sabemos está siendo construido permanentemente.

El aprendizaje como reorganización
¿Por qué se dice que Piaget es constructivista? En términos generales, porque este autor entiende el aprendizaje como una reorganización de las estructuras cognitivas existentes en cada momento. Es decir: para él, los cambios en nuestro conocimiento, esos saltos cualitativos que nos llevan a interiorizar nuevos conocimientos a partir de nuestra experiencia, se explican por una recombinación que actúa sobre los esquemas mentales que tenemos a mano tal como nos muestra la Teoría del Aprendizaje de Piaget.

Al igual que un edificio no se construye transformando un ladrillo en un cuerpo más grande, sino que se erige sobre una estructura (o, lo que es lo mismo, una colocación determinada de unas piezas con otras), el aprendizaje, entendido como proceso de cambio que se va construyendo, nos hace pasar por diferentes etapas no porque nuestra mente cambie de naturaleza de manera espontánea con el paso del tiempo, sino porque ciertos esquemas mentales van variando en su relaciones, se van organizando de manera distinta a medida que crecemos y vamos interactuando con el entorno. Son las relaciones establecidas entre nuestras ideas, y no el contenido de estas, las que transforman nuestra mente; a su vez, las relaciones establecidas entre nuestras ideas hacen cambiar el contenido de estas.

Pongamos un ejemplo. Puede que, para un niño de 11 años, la idea de familia equivalga a su representación mental de su padre y su madre. Sin embargo, llega un punto en el que sus padres se divorcian y al cabo de un tiempo se ve viviendo con su madre y otra persona que no conoce. El hecho de que los componentes (padre y madre del niño) hayan alterado sus relaciones pone en duda la idea más abstracta en la que se adscriben (familia).

Con el tiempo, es posible que esta reorganización afecte al contenido de la idea “familia” y lo vuelva un concepto aún más abstracto que antes en el que pueda tener cabida la nueva pareja de la madre. Así pues, gracias a una experiencia (la separación de los padres y la incorporación a la vida cotidiana de una nueva persona) vista a la luz de las ideas y estructuras cognitivas disponibles (la idea de que la familia son los padres biológicos en interacción con muchos otros esquemas de pensamiento) el “aprendiz” ha visto cómo su nivel de conocimiento en lo relativo a las relaciones personales y la idea de familia ha dado un salto cualitativo.

El concepto de ‘esquema’
El concepto de esquema es el término utilizado por Piaget a la hora de referirse al tipo de organización cognitiva existente entre categorías en un momento determinado. Es algo así como la manera en la que unas ideas son ordenadas y puestas en relación con otras.

Jean Piaget sostiene que un esquema es una estructura mental concreta que puede ser transportada y sistematizada. Un esquema puede generarse en muchos grados diferentes de abstracción. En las primeras etapas de la niñez, uno de los primeros esquemas es el del ‘objeto permanente’, que permite al niño hacer referencia a objetos que no se encuentran dentro de su alcance perceptivo en ese momento. Tiempo más tarde, el niño alcanza el esquema de ‘tipos de objetos’, mediante el cual es capaz de agrupar los distintos objetos en base a diferentes “clases”, así como comprender la relación que tienen estas clases con otras.

La idea de “esquema” en Piaget es bastante similar a la idea tradicional de ‘concepto’, con la salvedad de que el suizo hace referencia a estructuras cognitivas y operaciones mentales, y no a clasificaciones de orden perceptual.

Además de entender el aprendizaje como un proceso de constante organización de los esquemas, Piaget cree que es fruto de la adaptación. Según la Teoría del Aprendizaje de Piaget, el aprendizaje es un proceso que sólo tiene sentido ante situaciones de cambio. Por eso, aprender es en parte saber adaptarse a esas novedades. Este psicólogo explica la dinámica de adaptación mediante dos procesos que veremos a continuación: la asimilación y la acomodación.

El aprendizaje como adaptación
Una de las ideas fundamentales para la Teoría del Aprendizaje de Piaget es el concepto de inteligencia humana como un proceso de naturaleza biológica. El suizo sostiene que el hombre es un organismo vivo que se presenta a un entorno físico ya dotado de una herencia biológica y genética que influye en el procesamiento de la información proveniente del exterior. Las estructuras biológicas determinan aquello que somos capaces de percibir o comprender, pero a la vez son las que hacen posible nuestro aprendizaje.

Con un marcado influjo de las ideas asociadas al darwinismo, Jean Piaget construye, con su Teoría del Aprendizaje, un modelo que resultaría fuertemente controvertido. Así, describe la mente de los organismos humanos como el resultado de dos “funciones estables”: la organización, cuyos principios ya hemos visto, y la adaptación, que es el proceso de ajuste por el cual el conocimiento del individuo y la información que le llega del entorno se adaptan el uno al otro. A su vez, dentro de la dinámica de adaptación operan dos procesos: la asimilación y la acomodación.

Asimilación
La asimilación hace referencia a la manera en que un organismo afronta un estímulo externo en base a sus leyes de organización presentes. Según este principio de la adaptación en el aprendizaje, los estímulos, ideas u objetos externos son siempre asimilados por algún esquema mental preexistente en el individuo. En otras palabras, la asimilación hace que una experiencia sea percibida bajo la luz de una “estructura mental” organizada con anterioridad. Por ejemplo, una persona con baja autoestima puede atribuir una felicitación por su trabajo a una forma de manifestar lástima por él.

Acomodación
La acomodación, por el contrario, involucra una modificación en la organización presente en respuesta a las exigencias del medio. Allí donde hay nuevos estímulos que comprometen demasiado la coherencia interna del esquema, hay acomodación. Es un proceso contrapuesto al de asimilación.

Equilibración
Es de este modo que, mediante la asimilación y la acomodación, somos capaces de reestructurar cognitivamente nuestros aprendizajes durante cada etapa del desarrollo. Estos dos mecanismos invariantes interactúan uno con otro en lo que se conoce como el proceso de equilibración. El equilibrio puede ser entendido como un proceso de regulación que rige la relación entre la asimilación y la acomodación.

El proceso de equilibración
A pesar de que la asimilación y la acomodación son funciones estables en tanto que se dan a lo largo del proceso evolutivo del ser humano, la relación que mantienen entre ellas sí varía. De este modo, la evolución cognoscitiva e intelectual mantiene una estrecha vinculación con la evolución de la relación asimilación-acomodación.

Piaget describe el proceso de equilibración entre asimilación y acomodación como el resultante de tres niveles de complejidad creciente:

  • El equilibrio se establece en base a los esquemas del sujeto y los estímulos del entorno.
  • El equilibrio se establece entre los propios esquemas de la persona.
  • El equilibrio se convierte en una integración jerárquica de esquemas distintos.

Sin embargo, con el concepto de equilibración se incorpora a la Teoría del Aprendizaje piagetiana un nueva cuestión: ¿qué sucede cuando el equilibrio temporal de alguno de estos tres niveles se ve alterado? Esto es, cuando existe una contradicción entre esquemas propios y externos, o entre esquemas propios entre sí.

Como señala Piaget dentro de su Teoría del Aprendizaje, en este caso se produce un conflicto cognitivo, y en este momento es cuando se quiebra el equilibro cognitivo previo. El ser humano, que constantemente persigue la consecución de un equilibrio, trata de hallar respuestas, planteándose cada vez más interrogantes e investigando por su cuenta, hasta que alcanza el punto de conocimiento que lo restablece.

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Fuente: Bertrand Regader – psicologiaymente.net

Niños Superdotados

El superdotado es el que posee una capacidad intelectual extraordinaria para comprender, adquirir conocimientos, solucionar problemas nuevos en cualquier área, para aprender de las experiencias y para relacionar conceptos.

Desde el punto de vista de la psicometría, se considera superdotado al que tiene un coeficiente intelectual que supere los 130 puntos.

La palabra superdotado es utilizada generalmente para el nivel de inteligencia, en tanto que para las capacidades como el deporte, la danza, el arte o la música se utiliza más la palabra talento.

Las investigaciones sobre las diferencias cualitativas de las estructuras mentales de los superdotados no son contundentes, en cambio si parece haber una distinción cuantitativa referida a la rapidez y la efectividad de su forma de pensar, como si sus cerebros aprovecharan sus recursos en forma más eficaz.

Recién a los 14 o 15 años el nivel de capacidad intelectual permanece estable, aunque es común que los factores emocionales puedan interferir en las evaluaciones de este tipo.

En una sociedad competitiva como la nuestra, se valora más el pensamiento abstracto y lógico, porque supuestamente es la aptitud considerada necesaria para progresar.

En la jerarquía de capacidades cognitivas a la capacidad intelectual le siguen los factores mentales como el tipo verbal frente al tipo práctico-mecánico. Luego, tienen importancia los elementos de evaluación relacionados como la comprensión del lenguaje y las capacidades imaginativas visuales, entre otras.

Los tests de inteligencia deben ser administrados por personas competentes, como por ejemplo psicólogos expertos; estando vedados a otros profesionales como médicos o docentes, que son ajenos a la psicología y que por lo tanto no disponen de los conocimientos indispensables para el diagnóstico diferencial, estadístico o psicométrico.

Existen distintos tests de inteligencia reconocidos en el ámbito de la Psicología, con los cuales se obtienen con bastante aproximación casi los mismos resultados.

La elección del instrumento de medición dependerá de la edad del consultante y de los motivos de la investigación.

La inteligencia extraordinaria, por lo general, se da en todas las áreas cognitivas y el campo en que puede desarrollarse dependerá del contexto, la motivación, la personalidad y los valores de cada persona.

Los niños precoces deben ser estimulados sin caer en excesos, ya que también necesitan tener tiempo para jugar y estar con su familia para aprender a relacionarse, para crecer felices y para darse cuenta del significado de lo que aprenden.

Las escuelas para superdotados no son convenientes, porque favorecen la discriminación e igualmente no se consiguen grupos de alumnos homogéneos, ya que existen otros factores como la motivación, la personalidad, el interés, la familia, etc., elementos que también existen en las personas comunes.

Cada niño es diferente y tiene que tener la oportunidad de ser quien es, para desarrollarse en el ámbito que le es propio y relacionarse con otros que son distintos, para que puedan enriquecerse mutuamente.

Puede resultar conveniente que los niños superdotados con problemas puedan ser apartados de una escuela normal y escolarizados en instituciones especiales, pero siempre tiene que ser con la intención última de reintegrarlos al sistema normal.

Porque la capacidad cognitiva no equivale siempre a un buen rendimiento, ya que pueden influir también, la situación familiar y la adaptación del niño a los educadores, a los compañeros y la escuela.

Un niño superdotado puede fracasar igual que un niño común y convertirse en un mal alumno. Estos casos hay que examinarlos individualmente tratando de encontrar las causas subyacentes para poder tomar las medidas psicológicas, pedagógicas y terapéuticas que sean necesarias.

Desde el punto de vista laboral, una persona con un coeficiente intelectual sobre 120 puede aprender cualquier trabajo y cumplir con eficiencia con las tareas que se le asignan; aunque a veces, factores como la motivación, el entusiasmo, la imaginación, la capacidad de relacionarse y el dinamismo pueden priorizarse en la elección de un candidato para realizar determinadas tareas.

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Fuente: Malena – psicologia.laguia2000.com

Enseñar al niñ@ a ser independiente

10 Claves para educarles en la independencia

Enseñar a un niñ@ a ser independiente es uno de los puntos más importantes de su educación. Fomentar la independencia es imprescindible para que aprendan a desenvolverse y relacionarse con éxito, evitando problemas de timidez e inseguridad.

Desarrollar la independencia les va a permitir ser capaces de resolver sus propios asuntos y enfrentarse a la vida.

La independencia

Desde que nacen los niños y niñas transitan un camino que les lleva al desarrollo de su identidad personal, a su maduración y crecimiento y que tiene como fin el prepararles para la vida adulta. Desde un primer momento los niños y niñas entrenaran su independencia y autonomía, este entrenamiento es necesario para su desarrollo sano y les permitirá ser adultos independientes y capaces de desenvolverse con éxito.

En los primeros años aún no se encuentran preparados para el mundo, para desenvolverse adecuadamente, pero es fundamental permitir que entrenen su independencia y motivarles a que lo hagan. Solo de este modo conseguiremos que estén preparados y que sean independientes.

Nuestra labor como educadores y familias es apoyarles y hacer que el apoyo sea innecesario.

Las complicaciones de la independencia

La búsqueda de la independencia estará presente desde los primeros momentos, aunque no estén preparados se sentirán capaces y trataran de hacerlo todo solos. Es habitual que para las familias este tema se torne complicado.

Tendemos a protegerlos y en muchas ocasiones no les dejamos hacer, lo que ya son capaces de hacer. Es importante tener cuidado con la sobreprotección ya que va en contra del desarrollo de su independencia y el consecuente desarrollo de la autonomía y responsabilidad.

Al sobreprotegerlos, sin querer y sin ser conscientes, cortamos sus alas, no les dejamos aprender a volar. Lo peor es que contribuimos a que crezcan pensando que no pueden hacerlo solos, y desarrollaran una personalidad dependiente e insegura con poca confianza en sus posibilidades.

Beneficios de educarles para ser independientes

Educarles para que sean independientes es darles las llaves para que se desenvuelvan con éxito en la vida. Implica darles las herramientas necesarias para tomar decisiones de manera responsable, valorar y asumir las consecuencias de sus actos, confiar en sus posibilidades, capacidades y criterio. En definitiva educarles para ser independientes es hacerles capaces de enfrentarse a los retos por si solos y desenvolverse con éxito.


10 Claves para educarles en la independencia

  1. Modula tu actitud y encuentra el equilibrio para cuidarles sin sobreprotegerles. Trata de tener una actitud menos protectora y no estar encima de ellos constantemente. Es importante vigilarles desde la distancia.
  2. Enséñales a ser responsables. Para ello es importante que les enseñes las consecuencias tanto positivas como negativas de sus actos. No se trata de castigarles sino de asumir las consecuencias de sus actos (por ejemplo: si manchan algo, haz que con tu ayuda lo limpien, etc.)
  3. No les evites las equivocaciones. Equivocarse es algo natural y necesario para su desarrollo y aprendizaje. Deja que resuelvan sus conflictos aunque se equivoquen en ello, es la única manera de que aprendan y no se equivoquen en otros momentos.
  4. Dejar que hagan las cosas por si solos y que resuelvan sus conflictos y se enfrenten a sus retos es fundamental y necesario. De este modo aprenderán a hacerlo y ganaran seguridad y confianza. Creerán que son capaces de hacerlo, si comprueban que son capaces de ello.
  5. Desarrolla su capacidad de esfuerzo. Aunque queramos hacerles las cosas fáciles, es importante que aprendan a esforzarse. A veces no todo es tan fácil y no siempre podremos estar para hacérselo fácil, ser independiente implica ser capaz de esforzarse para lograr los objetivos personales.
  6. Entrena su capacidad de decisión y su autonomía ofreciéndoles alternativas en lugar de órdenes. Por ejemplo en lugar de “ponte los zapatos” diles “¿qué zapatos te quieres poner hoy?”.
  7. Poco a poco deja que asuman más responsabilidades, adecuadas a la edad y nivel de desarrollo del niño/a.
  8. No intentes vivir por ellos. Es fundamental respetar su identidad y comprender que tendrán que enfrentarse a su propia vida.
  9. Cuando se frustre por no conseguir algo, anímale a volver a intentarlo, no le des todo hecho. Es muy importante que aprendan a tolerar la frustración y sean capaces de afrontarla y enfrentarse a ella.
  10. Elogia sus logros y avances. Si ellos perciben que te das cuenta les darás seguridad y confianza para continuar.

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Fuente: Celia Rodríguez Ruiz – educayaprende.com

Mamá también llora. Carta abierta a padres y educadores.

– Mamá, ¿Qué te pasa? ¿Estás llorando?

– No, cariño, es que se me ha metido una motita de polvo en el ojo…

Vivimos en un mundo en el que, ser los primeros, es lo más importante. Examinan a nuestros hijos continuamente y ellos sólo buscan el sobresaliente. Se les prepara para afrontar el éxito, para celebrar los triunfos. Se les repite hasta la saciedad: “No llores. Tienes que ser fuerte. ¡Eres el mejor!”

Si quieres leer todo el contenido del artículo pulsa en el link

http://luciamipediatra.com/mama-tambien-llora-carta-abierta-padres-y-educadores/

Fuente:  Lucia Galan – Piensaesgratis.com

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Los Hijos y los Límites

Los hijos, desde temprana edad, necesitan límites, porque en la adolescencia, si no han conocido límites ni valores éticos, la omnipotencia propia de esa edad puede arruinar sus vidas y exponerlos a situaciones peligrosas.

No se trata de que los padres impongan disciplina mediante castigos, sino de enseñarles con el ejemplo, haciendo lo mismo que predican.

Los hijos tienen que saber el verdadero significado de la libertad, que no es hacer lo que quieran sino que es la posibilidad de elegir con responsabilidad.

Tienen que conocer los valores morales, tener modelos de vínculos sociales y saber que la vida tiene un sentido más profundo, más allá del parecer y el tener.

Los hijos adolescentes tienen que ser respetados como son, estimulados en sus logros y reconocidos en sus méritos y sus padres deben asumir su rol con firmeza, poner las reglas y hacerlas cumplir.

Asumir el rol no significa ser amigo del hijo, sino nada más que su padre, su guía, su protector y su apoyo; siendo su principal función fijar los límites

Educación significa transmisión de conocimientos, actitudes y valores; pero más que palabras lo que aprenden los hijos es cómo se comportan sus padres, cómo se relacionan, cómo se conectan con la realidad, con sus amigos y clientes; y si respetan su código ético; porque es de la vida que hacen los padres de donde aprenden los hijos, no de sus sermones o consejos.

Educar es enseñar a los hijos que en una sociedad no se puede hacer cualquier cosa, porque el derecho de uno termina donde comienza el de los demás; que es necesario tener sentido de las prioridades; que antes de actuar hay que reflexionar; que todos tenemos derechos y obligaciones, que la realización en la vida depende en gran parte de nuestra conducta y que la libertad es para elegir con responsabilidad lo que está de acuerdo con las propias necesidades, que todos tenemos que aprender a conocer y valorar.

Una ley inquebrantable de la vida es que cada acción tiene su consecuencia y ser responsable es hacerse cargo de ella.

Tener hijos adolescentes exige a los padres atención, ser firme pero flexible al mismo tiempo, tener sensatez y sentido común, paciencia, tolerancia y comprensión; una catarata de virtudes que sólo se pueden implementar cuando los une el amor.

Los adolescentes cuestionan todo, se vuelven indolentes, desganados, cambian sus hábitos de niños y se obstinan en oponerse a cualquier restricción; todo les molesta, no están cómodos en su cuerpo y pueden sentirse inadecuados.

Es una etapa del desarrollo en que los padres tienen que estar más atentos, recordarles los límites, el cumplimiento de las reglas del hogar y de los horarios.

Lo mejor es que salgan en grupo, que los padres sepan dónde están y que vuelvan todos juntos aunque sea tarde.

El adolescente se mimetiza con sus pares y necesita ser como ellos para luego poder diferenciarse; pero en primer lugar se identifica con sus padres y aunque en ese momento de su vida parezca que piensa diferente, finalmente será como ellos.

No obstante, las amistades de esa etapa son fundamentales, porque los adolescentes quieren probarlo todo y no tienen miedo de arriesgarse.

Buena compañía, padres firmes pero flexibles que alienten a sus hijos a desarrollar su verdadera vocación y un hogar donde haya armonía, diálogo y contención es lo que necesita un adolescente para crecer y llegar a ser un adulto sano, capaz de hacer lo mismo por sus hijos.

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Fuente:  Malena – Psicologia la guia 2000.com

El homeschooling – La escuela en casa

Un fenómeno que aumenta año a año es la educación de los niños y de los jóvenes, en casa.

En Estados Unidos ya hay dos millones de chicos que no asisten a la escuela y en cambio estudian en sus casas.

La presencia en las aulas de maestros sin ninguna formación moral ni religiosa, impulsa a los padres a alejar a sus hijos de las escuelas.

Aunque no se trate precisamente de familias devotas, son personas que desean más que nada que sus hijos tengan la oportunidad de que se les inculquen valores religiosos.

En Norteamérica, esa modalidad educativa está reconocida y aceptada por el sistema escolar pero no está reglamentada.

La Asociación para la defensa Legal de la Educación en el Hogar, es la agrupación que está realizando gestiones para conseguir el marco legal que necesita esta forma educativa; no obstante este método de enseñanza funciona sin obstáculos.

El inconveniente puede surgir cuando estos chicos tengan que convalidar su formación para acceder a la universidad.

Los defensores de este sistema enfatizan sus beneficios, sin embargo para otros, esta forma de educación priva a los menores de la experiencia de la socialización que le brinda la asistencia a clase; del aprendizaje de la convivencia con los pares, el conocimiento de otras ideas, modos de vida, preferencias e inclusive idiomas y culturas distintas.

En Argentina, aún no hay registros oficiales de esa modalidad educativa, pero ya hay familias que la implementan.

Padres de familias numerosas constataron a través de los años, las deficiencias y la decadencia del sistema educativo, tanto en el ámbito público como privado y decidieron darles a sus hijos educación a distancia, una opción que descubrieron que existe en el país, en mayor proporción de la que esperaban

Los especialistas en educación cuestionan esta forma de enseñanza, más allá de las falencias del sistema educativo formal.

Consideran importante la obligatoriedad de la presencia en clase, el contacto con los grupos de pares y el cumplimiento de las normas.

En Argentina no existe una legislación al respecto y es difícil diferenciar entre instrucción obligatoria y escolaridad obligatoria, términos que no definen con precisión este tema.

Si bien no está prohibida esta modalidad educativa, tampoco existe un registro ni una regulación.

La escuela en casa no permite compartir actividades ni competir, ni tampoco brinda la oportunidad de aprender a aceptar las diferencias.

Al no existir una normativa es difícil evaluar la acreditación de la aprobación del nivel escolar obligatorio, afirma una funcionaria del Ministerio de Educación.

La escuela está organizada para garantizar a todos la posibilidad de obtener educación en función de las necesidades particulares y de la sociedad.

Sin embargo, muchas veces el ámbito educativo es usado para estar al servicio de ciertos sectores políticos que imponen o prohíben contenidos, según sus propios intereses.

A ese inconveniente se suman las continuas huelgas de maestros por reclamos salariales y la pérdida de la calidad educativa en los colegios.

La enseñanza en casa garantiza a los padres la calidad educativa que pretenden para sus hijos y una educación acorde a sus propias convicciones,

El problema es no estar formando individuos que en el futuro tengan dificultades para integrarse a la sociedad; aunque estos chicos forman parte de un sector de la población que está en condiciones de practicar deporte de equipo, realizar actividades artísticas y otras actividades extracurriculares que les exigen relacionarse con sus pares.

Es evidente que lo que está pasando a nivel educativo se debe a las carencias del sistema, la falta de libertad en la educación, la escasa formación docente y la obligatoriedad de recibir contenidos relacionados con los gobiernos de turno con el propósito de transmitir ideología que puede ser ajena a los principios de los padres.

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Fuente:  Malena – Psicologia la guia 2000.com

Los dibujos de los niños muestran cuál será su inteligencia en la adolescencia

Según un estudio británico del Instituto de Psiquiatría del King´s College de Londres, la habilidad en el dibujo de los niños de 4 años es un indicador de la inteligencia que tendrá a los 14.

Un equipo de investigación del King´s College de Londres ha llevado a cabo una estudio que ha permitido examinar una muestra de 7.752 parejas de gemelos monocigóticos y heterocigóticos. Han participado niños con la edad de 4 años y, a continuación, de 14 años, en los que, por medio de test del lenguaje, se ha analizado la capacidad del dibujo (draw-a-child test). A cada dibujo se le ha asignado una puntuación de 0 a 12, tomando en consideración la particular inclusión de las figuras. Según la investigación, algunos niños han mostrado una mayor atención a los detalles, como por ejemplo dibujar una figura humana con nariz, orejas y ojos. Esta precisión podría ser sinónimo de mayor inteligencia respecto a aquellos niños que han dibujado con menos detalles.

La psiquiatra Rosalind Arden, autora del estudio publicado en Psychological Science, ha afirmado: “Este tipo de test fue creado en los años 20 para establecer la inteligencia de los niños pequeños, por eso la correlación entre los resultados y la inteligencia era previsible en el grupo de 4 años. Lo que sorprendió fue el la correlación con la inteligencia medida después de un decenio”.

En efecto, a los cuatro años, una puntuación elevada en el test de dibujo corresponde con una puntuación alta en el test de inteligencia. Sin embargo, la novedad de la investigación inglesa reside en que ha revelado que esta misma prueba, repetida a los 14 años, demuestra que los niños con puntuación alta a los 4 años mantienen este estándar inalterable.

Blopens Megarueda de Colores

¿Qué sucede, por tanto, con los niños que no tienen esta habilidad para el dibujo? ¿Tendrán problemas durante la adolescencia? Rossalind Arden asegura que: “La correlación es moderada, por tanto nuestros resultados son interesantes pero eso no significa que los progenitores deban preocuparse si su hijo dibuja mal. La capacidad de dibujar no determina la inteligencia, sino que son muchos factores, tanto genéticos como ambientales, los que influyen en la inteligencia en la vida adulta”.

En función de este estudio, sabemos que los genes influyen en la habilidad gráfica. En efecto, los dibujos de gemelos idénticos eran muy similares entre sí respecto a aquellos gemelos no idénticos. Aunque los resultados del test a los 14 años han demostrado como este vínculo genético se mantiene sin cambios con el paso de los años.

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Fuente: MundoPsicologos.com

10 Señales que indican que tu hijo está malcriado

Criar y educar a un niño es probablemente uno de los mayores desafíos a los que nos podemos enfrentar. Nos equivocaremos muchas veces, pero el primer paso para aprender y rectificar es darnos cuenta de que no lo estamos haciendo bien. El segundo paso será detectar qué es lo que hacemos mal (en este artículo encontrarás algunas pautas).

Aquí tienes 10 señales que indican que tu hijo está malcriado.

Los berrinches son frecuentes. Las rabietas, tanto en público como en casa, son la señal más segura de que un niño está mimado.

Nunca está satisfecho con nada. Los niños consentidos a menudo no pueden expresar su satisfacción con lo que tienen. Si ven a alguien más con algo, ellos van a querer eso en lugar de lo que ya tienen.

No ayuda en casa. A ningún niño le gusta limpiar, pero una vez que han pasado los primeros años de vida, debería estar dispuesto a ayudar con tareas pequeñas, como recogiendo sus juguetes y guardando sus zapatos.

Intenta controlar a los adultos. Los niños mimados no diferencian entre sus iguales y los adultos, y esperan de ambos que les escuchen en todo momento.

Te avergüenza de forma frecuente en público. Que tu hijo se equivoque de vez en cuando es normal, pero la situación va más allá de un hecho aislado cuando te avergüenza a propósito en público para llamar la atención.

No comparte. Compartir es un concepto muy difícil de aprender y dominar para los niños, pero una vez que cumple 4 años, deberían estar más dispuestos a compartir sus cosas con sus amigos y hermanos.

Tienes que rogarle. Los padres o tutores son figuras de autoridad y los niños deberían obedecer cuando realizan una solicitud. Como padres no tendríamos que rogar a nuestros hijos para que terminen de realizar una tarea.

Te ignora. A ningún niño le gusta escuchar la palabra “no”, pero no debería ignorarte cuando hablas con él.

No juega solo. Sobre los 4 años, un niño debe poder y estar dispuesto a jugar por su cuenta durante un tiempo. Que necesite a un padre o un compañero de juegos para jugar demuestra su necesidad de atención.

Tienes que sobornarlo. No deberíamos tener que sobornar a nuestros hijos con dinero, golosinas o juguetes para que hagan las tareas diarias.

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Fuente: Tais Perez – Taispd

Los conflictos familiares: 3 estrategias para afrontarlos

Los conflictos familiares, entendidos como procesos de desarmonía entre los miembros de una familia, ocurren en todas y cada una de las familias por muy buena relación que tengan sus miembros. Cualquier grupo o conjunto de dos o más personas puede tener, en determinados momentos, disparidad de opiniones. Esta disparidad puede dar lugar al conflicto. Si no se resuelve bien, puede debilitar las relaciones entre sus miembros.

La psicología familiar pretende enseñar a las familias estrategias de resolución de conflictos para que estos conflictos no lleguen a suponer un problema que enturbie la relación entre sus miembros (en este caso padres-hijos). La manera de solucionar los conflictos del día a día indica cómo son estas relaciones, al mismo tiempo que deja entrever la personalidad de cada miembro de la familia.

Existen tres formas básicas de solucionar los conflictos:

1. Yo, padre, gano. Tú, hijo, pierdes

– Modelo usado por padres que siguen estilos educacionales autoritarios.
– En este modelo, los padres ejercen su poder usando castigos y chantajes para valer sus soluciones frente a las del hijo y esperar a que este las acepte.
– No se da ninguna mediación, porque prevalece la opinión de los padres ante la del hijo.
No se tiene en cuenta la opinión del hijo ni las alternativas que propone ante el problema. Limita su capacidad para solucionar sus propios problemas.
– A la larga, crea rencor. Este rencor puede debilitar la relación.
– El hijo aprende a mentir para conseguir lo que quiere, no aprende a solucionar los problemas por si solos: no se le permite adquirir autorresponsabilidad.

2. Tú, hijo, ganas. Yo, padre, pierdo

– Modelo usado por padres que siguen estilos educacionales negligentes.
– Se da en situaciones en las que existe un conflicto y, por mucho que los padres han intentado persuadir al hijo, no lo han conseguido y terminan cediendo.
– Este método es usado por muchos padres con el objetivo de evitar discusiones o problemas familiares.
– El hijo termina aprendiendo que puede conseguir todo lo que quiera. Su sensación de poder aumenta cada vez más, y este poder será usado para seguir consiguiendo sus objetivos.
– Los padres terminan aprendiendo que son más débiles que el hijo.
– Este modelo crea hijos egoístas que aprenden a hacer sentir culpables a los padres.

3. Nadie pierde. La concertación

– Es el método más recomendable y el modelo usado por padres que siguen estilos educacionales democráticos.
– La solución al problema se encuentra teniendo en cuenta las opiniones de todos y cada uno de los miembros. Entre todas las soluciones propuestas, se busca aquella que favorezca a todas las partes.
– El hijo se siente valorado, le da sensación de utilidad.
– Le permite crear estrategias de solución de problemas y le permite enfrentarse a sus propias decisiones.
– Comprende, además, el valor de la familia como un conjunto cooperativo.

Tan importante como solucionar los conflictos familiares que van surgiendo en el día a día, es también buscar la mejor forma de solucionarlos. Una solución conjunta y democrática, basada en la concertación, nos enseña a respetar y valorar al resto de personas, al mismo tiempo que nos sentimos valorados por los demás. Una buena resolución de conflictos estrecha lazos y permite una convivencia plena y positiva.

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Fuente: Mireia Navarro – Psicopedia.org

¿Qué piensan los bebes?

 

 

 

“Los bebés y los niños pequeños son como el departamento de Investigacion y Desarrollo de la especie humana”, es lo que plantea la psicóloga Alison Gopnik en una investigación en la que indaga sobre la sofisticada construcción de la inteligencia y la toma de decisiones de los bebés cuando juegan.

 

 

 

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Fuente: Alison Gopnik – Ted.com

Cómo recordar mejor lo que estudias

 

Por fin una tarde decides ponerte a estudiar. Se trata de una asignatura nueva y es la primera vez que abres el libro. Te marcas como objetivo leerte el primer capítulo en esa primera jornada de estudio. Comienzas a leer y todo te suena a chino. Tu cabeza se llena de multitud de conceptos que núnca habías escuchado antes. Tienes que hacer un esfuerzo tremendo por continuar leyendo. Cada párrafo está repleto de información desconocida que tienes que ir asimilando. Sigues leyendo y parece que poco a poco te vas enterando de algo. Llegas al final del tema y cierras el libro. Estás algo mareado por el atracón de información nueva. Aún así te sientes satisfecho porque crees que has aprovechado la tarde. Podrías incluso explicarle a alguien lo que te acabas de estudiar.

Sin embargo van pasando los días y toda esa nueva información que has adquirido comienza a desaparecer. Una nube cada vez más espesa se interpone entre tú y la información. Una semana después apenas eres capaz de recordar alguno de esos nombres tan difíciles. No hablemos ya de tratar de definirlos o de recordar su relación con el resto de conceptos. Todo ha desaparecido como por arte de magia.

¿Te suena esta situación?

Bueno, pues aquí la magia poco tiene que ver. Todo este proceso de olvido no es nuevo, de hecho se conoce desde el siglo XIX gracias al estudio de La Curva del Olvido. Comprender cómo funciona esta curva es la mejor manera de evitar que la situación anterior vuelva a repetirse.

La Curva del olvido

La curva del olvido explica cómo retenemos la información que estudiamos. Todos sus cálculos se basan en 1 hora de estudio.

A continuación describiré lo que ocurre con esta curva desde el primer día que nos ponemos a estudiar hasta los días sucesivos.

Día 1: Este es tu primer día de estudio. Comienzas con un conocimiento de 0% (es decir, no sabes absolutamente nada del tema) y al final del estudio obtienes un conocimiento de 100%. Esto no quiere decir que te hayas convertido en un experto de repente. El 100 es la medida máxima que has conseguido nada más cerrar el libro. Para unas personas este 100 puede estar más cargado de información que para otras. Todo depende del grado de concentración que le has dedicado a esa hora de estudio.

Día 2: Si durante este día no haces nada para recordar lo aprendido el día anterior (aunque sólo sea pensar un poco en ello), por la noche habrás olvidado entre 50%-80% de toda la información. Es decir, tan sólo recordaras el 50%-20% de esa hora de estudio. Nuestro cerebro recibe un bombardeo continuo de información cada día y por esta razón tiene que eliminar la información que no considera importante. Nuestro deber es comunicarle al cerebro cuáles son las partes que debe retener. La mejor manera de hacerlo es mediante el repaso.

Día 7: Una semana después sólo recordaremos un 10% de toda la información aprendida durante el primer día.

Día 30: Si ha pasado 1 mes y no hemos hecho nada en todo este tiempo por recordar lo estudiado, tan sólo mantendremos un 2% de la información aprendida en aquel día tan lejano. Volver a estudiar de nuevo ese tema es casi como cogerlo de cero.

Cambia la forma de la curva

Comprender todo el proceso anterior nos permite alterar la forma de la curva para que juegue a nuestro favor.

Tan sólo necesitamos invertir una cantidad de tiempo muy pequeña durante los días sucesivos para que la curva no descienda. A continuación podéis ver la línea amarilla que describe la nueva curva.

Día 2: Tan sólo son necesarios 10 minutos de repaso durante este día para volver a colocar la curva en el 100. Quiero puntualizar que estos 10 minutos se corresponden con 1 hora de estudio inicial. Es decir, si inicialmente estudiaste 3 horas, en este segundo día tendrás que hacer un repaso equivalente de 30 minutos.

Día 7:  Sólo necesitas 5 minutos para reactivar toda la información (siempre teniendo en cuenta que ya hiciste una reactivación durante el día 2). Si estudiaste 3 horas, necesitarás 15 minutos para reactivar la información.

Día 30: Si has ido repasando puntualmente durante los días anteriores, llegado el día 30 tan sólo necesitarás 3 minutos para recordar el contenido de aquella hora de estudio.

No malgastes tu tiempo

¿Te parece que  hay que invertir demasiado tiempo durante todo este proceso? Vamos a hacer un pequeño cálculo.

Vamos a calcular los minutos necesarios de estudio con la curva “clásica” y la curva “modificada”.

Curva clásica: 60 minutos (hora inicial) + 60 minutos (el día 30 casi empezando de 0) = 120 minutos

Curva modificada: 60 minutos (hora inicial) + 10 minutos (día 2) + 5 minutos (día 7) + 3 minutos (día 30) = 78 minutos

La curva clásica nos obliga a invertir 42 minutos más para conseguir los mismos resultados que con la curva modificada. Vuelvo a remarcar el hecho de que estos cálculos se basan en 1 hora de estudio. Para cantidades mayores los resultados aumentarían exponencialmente.

Vamos a ver lo que ocurriría con 3 horas de estudio:

Curva clásica: 180 minutos (3 horas de estudio iniciales) + 180 minutos (día 30) = 360 minutos

Curva modificada: 180 minutos (3 horas de estudio iniciales) + 30 minutos (día 2) + 15 minutos (día 7) + 9 minutos (día 30) = 234 minutos

Esta vez las diferencias de tiempo entre elegir una curva u otra sobrepasan las 2 horas.

¿Es que del día 7 al 30 no se estudia nada?

Lanzo esta pregunta porque sé que más de uno me lo va a preguntar. El estudio y la forma de estudiar de cada uno no es una ciencia exacta. Estos números son una aproximación. Cuando se quiere representar el cambio en el tiempo mediante un gráfico se escogen valores extremos para visualizar mejor la magnitud de esta variación. El día 30 marca el punto máximo en el cual hemos olvidado casi toda la información. Personalmente considero que no conviene esperar tanto, es decir, si hemos repasado el día 7 no vendría mal volver a repasar el día 15. La mejor forma de obtener beneficios de esta forma de estudio es ponerla en práctica. Haz la prueba y estudia 2 temas, uno con la curva clásica y otro con la curva modificada. Luego me cuentas tu experiencia.

Muchas veces nos quejamos de la falta de tiempo para sacar las asignaturas adelante. Realmente se trata de una falta de planificación y organización. Con menos tiempo se pueden conseguir los mismos resultados. O lo que es lo mismo: con el mismo tiempo y una buena planificación obtendremos mejores resultados.

 

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Fuente: 

¿Cómo desarrollar la inteligencia emocional en los niños/as?

Todas las emociones son impulsos para actuar y para enfrentarnos a la vida. La inteligencia emocional es considerada como la habilidad para atender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, la capacidad para asimilarlos y comprenderlos de forma adecuada. Es una destreza para regular o modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás. Cada ser humano posee dos formas diferentes de conocimiento, o dos mentes que interactúan para construir nuestra vida mental.

Una de ellas es la mente racional, que es la forma de comprensión de la que somos conscientes, como la meditación, el entendimiento. La otra, es la mente emocional, siendo éste un sistema de conocimiento impulsivo, poderoso y a veces ilógico. Se podría decir que la racional es la cabeza y la emocional el corazón. Estas dos mentes  operan en armonía la mayor parte del tiempo, mezclando sus diferentes formas de conocimiento para guiarnos por el mundo. Sin embargo son semi -independientes una de la otra, por lo que cuando aparecen las pasiones, la balanza se inclina y la mente emocional domina a la racional. Cabe aclarar que el conocimiento o las buenas notas, no están relacionadas con la inteligencia emocional.Entonces ¿por qué la inteligencia emocional es tan importante en un ser humano?  Porque es ella la que le permitirá relacionarse asertivamente con las demás personas a su alrededor y le ayudará a encontrar un balance en su vida.Esta habilidad para manejar emociones de forma apropiada se puede y debe desarrollar desde los primeros años de vida de una persona, ya que las emociones se expresan desde el nacimiento. Un niño/a debe de ser educado no solo con aspectos  intelectuales, si no también por medio de los sentimientos y la valoración de los mismos.

Para desarrollar la inteligencia emocional a un niño/a, hay que ir etapa por etapa y de acuerdo a la edad del mismo. Por ejemplo los recién nacidos lloran o ríen, siendo su mundo  de necesidades y afectos. A los 18 meses la seguridad del afecto de su madre y la educación que le hayan brindado, es lo que le permite al niño/a apartarse, explorar y dominar sus miedos. A los 2 años, disfrutan de todo lo que los rodea y se satisfacen con los elogios o las miradas ajenas. de los 7 a los 8 años aparece el orgullo y la vergüenza, hay reflexión y libertad. A los 10 años, se dan cuenta de que los sentimientos deben controlarse. Y en la adolescencia, el descubrimiento de la libertad interior es importante para la maduración.

Algunas estrategias para estimular la inteligencia emocional en los niños/as son:

  • Dar nombre a los sentimientos.
  • Ser capaces de reconocer las emociones cuando las sienten.
  • Enseñarle al niño/a a cómo afrontar las emociones inadecuadas con ejemplos.
  • Enseñarle la empatía y que debe de aprender a ponerse en el lugar del otro.
  • Enseñar al niño/a a relajarse cuando esté nervioso o disgustado. Anímelo a respirar hondo mientras cuenta hasta 3 y expulsar despacio el aire.
  • Contarle cuentos en los que se pueden ver las diferentes emociones y cómo enfrentarlas.
  • Enseñarle a relacionar gestos con los sentimientos
  • Enseñarles a expresar sus sentimientos de la mejor manera.
  • Enseñarles qué puede y qué no pueden hacer.

Pero  sobretodo es importante, enseñarles con el ejemplo.

 

 

 

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Fuente: Julieta Carazo – Aula Propuesta Educativa

Consejos para padres: El día en que dejé de decir «date prisa»

Cuando estás viviendo una vida apretada, cada minuto cuenta. Sientes que deberías tachar algo de la lista de cosas pendientes, mirar una pantalla, o salir corriendo hacia el siguiente destino. Y no importa en cuántas partes dividas tu tiempo y atención, no importa cuántas tareas trates de hacer a la vez, nunca hay suficiente tiempo para ponerse al día.

Esa fue mi vida durante dos años frenéticos. Mis pensamientos y acciones estaban controlados por notificaciones electrónicas, melodías para el móvil y agendas repletas. Y aunque cada fibra de mi sargento interior quería llegar a tiempo a todas las actividades de mi programa, yo no.

Verás, hace seis años, fui bendecida con una niña relajada, sin preocupaciones, del tipo de quienes se paran a oler las rosas.

Cuando tenía que estar ya fuera de casa, ella estaba ahí, toda dulzura, tomándose su tiempo para elegir un bolso y una corona con purpurina.

Cuando tenía que estar en algún sitio desde hacía cinco minutos, ella insistía en intentar sentar y ponerle el cinturón de seguridad a su peluche.

Cuando necesitaba pasar rápidamente a comprar un bocadillo en Subway, se paraba a hablar con la señora mayor que se parecía a su abuela.

Cuando tenía 30 minutos para ir a correr, quería que parase la sillita para acariciar a cada perro con el que nos cruzábamos.

Cuando tenía la agenda completa desde las seis de la mañana, me pedía que le dejase cascar y batir los huevos con todo cuidado.

Mi niña despreocupada fue un regalo para mi personalidad de tipo A, orientada al trabajo, pero yo no lo vi. Oh no, cuando tienes una vida apretada, tienes visión de túnel – solo ves el siguiente punto en tu agenda. Y todo lo que no se pueda tachar de la lista es una pérdida de tiempo.

Cada vez que mi hija me desviaba de mi horario, me decía a mí misma: «No tenemos tiempo para esto». Así que las dos palabras que más usaba con mi pequeña amante de la vida eran: «Date prisa».

Empezaba mis frases con esas dos palabras.

Date prisa, vamos a llegar tarde.

Y las terminaba igual.

Nos lo vamos a perder todo si no te das prisa.

Comenzaba el día así.

Date prisa y cómete el desayuno.

Date prisa y vístete.

Terminaba el día de la misma forma.

Date prisa y lávate los dientes.

Date prisa y métete en la cama.

Y aunque las palabras «date prisa» conseguían poco o nada para aumentar la velocidad de mi hija, las pronunciaba igualmente. Tal vez incluso más que las palabras «te quiero».

La verdad duele, pero la verdad cura… y me acerca a la madre que quiero ser.

Entonces, un día trascendental, las cosas cambiaron. Habíamos recogido a mi hija mayor del cole y estábamos saliendo del coche. Como no iba lo suficientemente deprisa para su gusto, mi hija mayor le dijo a su hermana: «Eres muy lenta». Y cuando se cruzó de brazos y dejó escapar un suspiro exasperado, me vi a mí misma – la visión fue desgarradora.

Yo era una matona que empujaba y presionaba y acosaba a una niña pequeña que sólo quería disfrutar de la vida.

Se me abrieron los ojos, vi con claridad el daño que mi existencia apresurada infligía a mis dos hijas.

Aunque me temblaba la voz, miré a los ojos de mi hija pequeña y le dije: «Siento mucho haberte metido prisa. Me encanta que te tomes tu tiempo, y me gustaría ser más como tú».

Mis dos hijas me miraban igualmente sorprendidas por mi dolorosa admisión, pero la cara de mi hija menor tenía un brillo inconfundible de validación y aceptación.

«Prometo ser más paciente a partir de ahora», dije mientras abrazaba a mi pequeña, que sonreía con la promesa de su madre.

Fue bastante fácil desterrar las palabras «date prisa» de mi vocabulario. Lo que no fue tan fácil era conseguir la paciencia necesaria para esperar a mi lenta hija. Para ayudarnos a las dos, empecé a darle un poco más de tiempo para prepararse si teníamos que ir a alguna parte. Y a veces, incluso así, todavía llegábamos tarde. En esos momentos me tranquilizaba pensar que solo llegaría tarde a los sitios unos pocos años, mientras ella fuese pequeña.

Cuando mi hija y yo íbamos a pasear o a la tienda, le dejaba marcar el ritmo. Y cuando se paraba para admirar algo, intentaba quitarme la agenda de la cabeza para simplemente observar lo que hacía. Vi expresiones en su cara que no había visto nunca antes. Estudié los hoyuelos de sus manos y la forma en que sus ojos se arrugan cuando sonríe. Vi cómo otras personas respondían cuando se paraba para hablar con ellos. Observé cómo descubría bichos interesantes y flores bonitas. Era una observadora, y aprendí rápidamente que los observadores del mundo son regalos raros y hermosos. Ahí fue cuando por fin me di cuenta de que era un regalo para mi alma frenética.

Mi promesa de frenar es de hace casi tres años, y al mismo tiempo empezó mi viaje para dejar de lado la distracción diaria y atrapar lo que de verdad importa en la vida. Vivir en un ritmo más lento todavía requiere un esfuerzo extra. Mi hija pequeña es el vivo recuerdo de por qué tengo que seguir intentándolo. De hecho, el otro día, me lo volvió a recordar.

Habíamos salido a dar un paseo en bicicleta durante las vacaciones. Después de comprarle un helado, se sentó en una mesa de picnic para admirar con deleite la torre de hielo que tenía en la mano.

De repente, una mirada de preocupación cruzó su rostro. «¿Tengo que darme prisa, mamá?»

Casi lloro. Tal vez las cicatrices de una vida acelerada no desaparecen por completo, pensé con tristeza.

Mientras mi hija me miraba esperando a saber si podía tomarse su tiempo, supe que tenía una opción. Podía sentarme allí y sufrir pensando en la cantidad de veces que le había metido prisa a mi hija en la vida… o podía celebrar el hecho de que hoy intento hacer algo distinto.

Elegí vivir el hoy.

«No tienes que darte prisa. Tómate tu tiempo», le dije tranquilamente. Su rostro se iluminó al instante y se le relajaron los hombros.

Y así estuvimos hablando de las cosas de las que hablan las niñas de seis años que tocan el ukelele. Incluso hubo momentos en que nos sentamos en silencio simplemente sonriendo la una a la otra y admirando las vistas y sonidos que nos rodeaban.

Pensé que mi hija se iba a comer toda la maldita cosa – pero cuando llegó al último pedazo, me pasó la cuchara con lo que quedaba de helado. «He guardado el último bocado para ti, mamá», me dijo con orgullo.

Mientras el manjar saciaba mi sed, me dí cuenta de que había hecho el negocio de mi vida.

Le di a mi hija un poco de tiempo … y, a cambio, ella me dio su último sorbo y me recordó que las cosas son más dulces y el amor llega con más facilidad cuando dejas de correr por la vida.

Ya se trate de …

  • Tomarse un helado
  • Coger flores
  • Ponerse el cinturón de seguridad
  • Batir huevos
  • Buscar conchas en la playa
  • Ver mariquitas y otros bichos
  • Pasear por la calle

No diré: «No tenemos tiempo para esto». Porque básicamente estaría diciendo: «No tenemos tiempo para vivir».

Hacer una pausa para deleitarse con los placeres simples de la vida es la única manera de vivir de verdad.

(Confía en mí, he aprendido de la mejor experta del mundo.)

 

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Fuente: Rachel Macy Stafford – Huffingtonpost.es

Cómo elaborar una economía de fichas eficaz en la educación de tu hijo

Padres desesperados con sus hijos que acuden a consulta y dicen eso de:“hemos intentado eso que sale en la tele de la cartulina con puntos y con este niño ese truco no sirve”.

Gracias a los medios de comunicación se han hecho muy conocidas en los últimos años estrategias para modificar comportamientos en niños. La citada “cartulina con puntos” es una técnica muy conocida en modificación de conducta llamada economía de fichas que consiste básicamente en dar puntos al niño al realizar ciertos comportamientos que podrán canjearse por un premio.

Un problema recurrente en la popularización de la psicología es que se acaba perdiendo la fundamentación teórica que sostiene una determinada técnica. La economía de fichas no es un truco o un remedio comercial sino que está basada en los principios del condicionamiento operante que establece científicamente cómo se modifican las conductas. Por tanto, si “no funciona” es que no estamos entendiendo el problema de nuestro hijo o no estamos aplicando de manera adecuada la técnica.

Una economía de fichas exitosa necesita de un diseño adecuado

La economía de fichas es muy útil ya que al establecer las conductas objetivo podemos evaluar y registrar el avance, al utilizar un sistema de puntos podemos tener reforzadores inmediatos e infinitos y además implicamos al niño en la consecución de sus logros. Pero no es tan simple como copiar lo que hemos visto en la tele o hacer un catálogo de conductas y premios. Una economía de fichas exitosa necesita de un diseño adecuado que siempre ha de seguir los siguientes puntos clave:

A la hora de elegir las conductas a realizar

  • Conductas operativizables: Las conductas tienen que ser concretas y perfectamente identificables para determinar si se han cumplido o no: “Portarse bien” o “ser cariños” son confusas y ambiguas: Usaremos mejor “permanecer sentado a la hora de comer” o “dejar mi muñeca a mi hermana”
  • Conductas alcanzables: Las conductas, obviamente, han de ser posibles de realizar para su edad y circunstancias. Pero también tienen que estar dentro de su repertorio de aprendizaje. No podemos pretender que un niño que jamás se ha vestido solo lo haga de golpe o que una niña que ha suspendido siete ahora apruebe todas. Por eso reforzaremos conductas que se aproximen a esa meta, como “ponerse la camisa y el pantalón” y cuando ya lo hayan conseguido pasaremos a un nuevo nivel de consecución.
  • Pocas conductas: Es mejor establecer tres o cuatro conductas como máximo. No solo por la dificultad para él sino porque olvidamos que para los padres también es un proceso que requiere paciencia y sistematicidad y no podemos abarcar tanto.

Debemos reforzar inmediatamente la conducta apropiada de nuestros hijos

A la hora de asignar y dar los puntos

  • El punto es inmediato: La gran ventaja de este sistema es que podemos reforzar de manera inmediata con algo simbólico (puntos en una cartulina, fichas que se guardan en una cajita, pegatinas en un corcho…) la conducta que acaba de ser realizada de manera correcta y que si usáramos reforzadores reales (golosinas, cuentos…) no siempre podríamos o deberíamos. Por eso no se puede perder esta inmediatez. Padres que traen a consulta los registros a medias o le dicen al niño que le deben 15 puntos de la semana pasada, no han entendido qué es una economía de fichas.
  • Sistema simple: Puede existir diferentes valores asociados a diferentes conductas (1 punto por lavarse los dientes, 2 por recoger el desayuno…) pero tiene que seguir un sistema simple y no un código numérico que nos acabe perdiendo y al niño tentando a hacer sólo las conductas que le salgan más a cuenta. También hay que tener cuidado con dar “medios puntos” por conductas hechas a medias. Es mucho más eficaz premiar primero por hacerlo regular y luego subir el nivel, como se mencionó antes.
  • Siempre en positivo: Uno de los errores más comunes es establecer un sistema paralelo de penalización y restar puntos si no se consiguen conductas o para castigar otros comportamientos. Está probado que reforzar la conducta adecuada es más eficaz que castigar la inadecuada pero, además, en un sistema de puntos, irlos restando acaba desvalorizando los logros y haciendo que el niño pierda interés.
  • Acompañar el punto de otros refuerzos: Simultáneamente al darle el punto, es imprescindible que le felicitemos verbalmente y con algún gesto afectivo. Estos cumplidos, al asociarse al punto, irán adquiriendo el valor de refuerzo que en muchos casos habían perdido. El punto es provisional, el “muy bien” es para toda la vida.
  • Repaso de los puntos: En una hora fijada, normalmente al acostase, se hará un repaso de los puntos que haya obtenido de manera inmediata a lo largo del día, motivando al niño y haciendo un recuento con los más pequeños sobre cuánto les falta para conseguir su premio.
  • Acotar los puntos: No todo vale puntos a partir de ahora: Solo las conductas que hayamos acordado. Hemos de resistir la tentación de darle puntos al niño cada vez que queramos que haga algo, o conseguiremos que el niño aprenda a negociar todo a cambio de puntos y dejando de perseguir los objetivos propuestos. De igual manera es útil no hablar del recuento y de los premios más que a la hora fijada.

A la hora de elegir los premios

  1. Un abanico de premios deseados: Es bueno que el niño elija, guiado por los padres, los premios a los que pueda tener acceso y que tenga varios, de diferente valor, para elegir según los puntos que vaya alcanzando.
  2. Fáciles de conseguir: Deben existir premios “baratos” que el niño pueda conseguir pronto con pocos puntos para que entienda perfectamente el valor de los mismos y disfrute de su ganancia. En niños más mayores se puede designar un premio final de gran cantidad de puntos pero siempre es importante que existan premios intermedios y que no pase demasiado tiempo sin conseguir alguno o se desmotivarán.
  3. Premios específicos para el juego: Los premios que se elijan no pueden ser conseguidos por otros medios o los puntos no significarán nada. Por eso hay que tener cuidado de no pillarnos los dedos y especificar un premio que luego queramos darle por otra razón o que necesite tener pronto. También hay que tener cuidado con los cumpleaños y las Navidades ya que el niño estará saciado de regalos y no muestre tanto interés en conseguirlos.
  4. Premios no materiales: Los premios no tienen que ser sólo regalos, pueden ser actividades, caprichos, situaciones especiales, como ir toda la familia al zoo, quedarse a dormir con los primos o hacerle su comida favorita, siempre que tengamos en cuenta todo lo anterior.

¿Y si aún así no funciona? Probablemente no estamos teniendo en cuenta otras contingencias que están operando más potentes que el punto o los premio. El caso más típico es la atención parental: el estar detrás de un niño que no hace los deberes toda la tarde puede ser más reforzante que el tener un punto para conseguir un muñeco al cabo de una semana.

También podemos encontrarnos un problema que no está mantenido por el condicionamiento operante. Por eso es mejor acudir a un profesional.  

Cuando el niño ya hace de continuo la conducta no es necesario seguir reforzándole salvo con nuestras palabras y gestos afectivos

¿Hasta cuándo hay que reforzar? Cuando el niño ya hace de continuo la conducta no es necesario seguir reforzándole salvo con nuestras palabras y gestos afectivos, que no dejaremos de dárselos. Además, la realización de esa conducta deseable conllevará sus propias ganancias: “sentirse mayor”, “que me felicite la profe”, “descansar mejor”… El niño ya ha aprendido que esa conducta es reforzante en sí, sin necesidad del refuerzo extra del punto. Es útil ir desvaneciendo la técnica poco a poco, usando cada vez refuerzos más globales y espaciados en vez de cesarla de golpe.

¿Por qué es tan importante el papel de los padres? Por sorprendente que resulte, lo más relevante no es que el niño entienda y aplique la técnica. Sólo el hecho de que los padres entiendan la economía de fichas ya cambia las cosas en casa. Unifican bajo un mismo criterio qué le piden al niño y concretan de manera objetiva sus avances y sus dificultades, se obligan a reforzar de manera sistemática, independientemente de sus despistes o estados de ánimo y además de compartir con su hijo sus triunfos, acaban convirtiéndose ellos mismos en los más potentes reforzadores de las conductas de los pequeños.

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Autor: David Pulido – El Confidencial

Nuestro gran activo: gestionar la atención

LA-ATE~1En La guerra de las galaxias, el maestro Yoda le dice a Luke Skywalker: “Es tu atención lo que determina tu realidad”. Si esto es verdad, resulta comprensible que mucha gente quiera apropiarse de nuestra atención, porque eso les permite influir en nuestra realidad y en nuestra conducta. Para eso ha nacido la “economía de la atención”. Pero vayamos más despacio. ¿Por qué se dice que la atención determina nuestra realidad? Porque tiene la llave de entrada de la información en nuestro cerebro, y se encarga de una parte importante de su elaboración. Por ejemplo, seleccionamos los estímulos que nos parecen importantes. Elegimos hacer caso de lo que vemos, o de lo que oímos o de lo que imaginamos. Y aquello a lo que atendemos tiene más probabilidades de llegar a nuestra memoria a largo plazo.

Este fundamental papel explica el interés que hay en este momento sobre todo lo referente a la atención. Daniel Goleman, no sé si harto ya de la inteligencia emocional, ha publicado un libro titulado Focus. Desarrollar la atención para alcanzar la excelencia (Editorial Kairós). El “déficit de atención e hiperactividad” se ha convertido en la enfermedad este tiempo, como en otros lo fue la tuberculosis o los síndromes neurovegetativos. Para comprender estos fenómenos hay que recordar que los humanos tenemos dos sistemas de atención. Uno, involuntario, que compartimos con los animales, nos hace atender forzosamente a estímulos nuevos, fuertes, peligrosos. Es un mecanismo de supervivencia.

El segundo, específicamente humano, es voluntario. Podemos prestar atención a lo que deseemos, a lo que tiene que ver con nuestras metas. La ecuación de segundo grado no “llama la atención” del alumno, que, sin embargo, puede “poner” en ellas su atención, “prestársela”, para conseguir resolver problemas matemáticos o aprobar la asignatura. Esta es una atención costosa, que el niño debe aprender a manejar. Y en este momento puede resultarle más difícil porque vivimos en un mundo saturado de estímulos potentes y veloces. Es aquí donde aparece la “economía de la atención”.

Hace años presenté en un congreso una comunicación relacionando el déficit de atención con el bombardeo de estímulos normal en una sociedad opulenta. Me refería entonces a la publicidad. Miles de personas, empresas, profesionales, quieren que les prestemos atención y los publicitarios se las ingenian para lograrlo. Esto sigue siendo verdad, pero ha habido un gran cambio. Se suele decir que vivimos en una economía de la información, pero, por definición, se entiende por “economía” la gestión de recursos escasos. Y en este momento tenemos un exceso de información. En cambio, lo que resulta escasa es nuestra capacidad de atender. De ahí la lucha por conseguir adueñarse del espacio libre del cerebro de cada consumidor.

“La atención –escriben Thomas Mandel y Gerard Van der Leun en su libro Rules of the Net (Hyperion)es la moneda fuerte del ciberespacio”. En la revista Wired, Michael Golhaber comenta: “Según la red aumenta su presencia en toda la economía, el flujo de la atención no solo anticipa el flujo de dinero, sino que eventualmente lo reemplaza al mismo tiempo”. El articulista reconoce que esto puede sonar extraño, pero que todos los que participan en la red necesitan captar la atención. Con razón, Howard Rheingold, una persona que ha consumido gran cantidad de tiempo en internet, nos da dos reglas de oro en su libro Virtual Community. Regla nº 1: Presta atención a la pantalla. Regla nº 2: La atención es un recurso escaso, piensa en qué la gastas.

Un ataque a la concentración

Este es el tema que me interesa como educador. Las nuevas tecnologías no sólo se basan en la atención, sino que la están cambiando. Nicholas Carr, que fue director de la Harvard Bussiness Review, en su libro Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?’ (Taurus) afirma rotundamente que «está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma». Algo parecido dice Jaron Lanier, uno de los mejores conocedores de Internet, padre del término “realidad virtual” y una de las 100 personalidades más influyentes de 2011, según la revista Time. Opina que es necesario pensar por qué el negocio está en la publicidad en lugar de los contenidos, en generar información llamativa en lugar de profundizar en la misma. No se salvan de su crítica ni las aplicaciones de iPhone y Android, tan de moda. Facebook o Twitter han desarrollado algoritmos complejos para poder seleccionar y condensar la información, y economizar así “tiempo de cerebro” del usuario. Yahoo! acaba de comprar a Nick d’Aloisio, un informático de 17 años, Summly, una aplicación para móvil, por 23,6 millones de euros. Su función es seleccionar noticias, agregarlas y resumirlas en menos de 400 caracteres. Por cierto, la prensa le ha presentado como miembro de la “generación nativa de iPhone”, que sucede a la de los “nativos digitales”, que lleva camino de quedarse anticuada.

Les decía que las nuevas tecnologías –de las que me declaro gran admirador– están cambiando la capacidad de atención, y eso me parece grave. Hace ya un par de años describí un nuevo trastorno de aprendizaje, al que llamé hiperactividad cognitiva, y que va en aumentoDe la misma manera que la hiperactividad física impulsa a estar en continuo movimiento, la cognitiva exige pasar continuamente de una información a otra, lo que lleva aparejado el no poder concentrarse en una información larga o compleja. Mis alumnos empiezan a sentir angustia si están cinco minutos sin recibir un mensaje nuevo: es fácil comprender el problema educativo, cultural y social que esto genera. Por eso, muchos investigadores estamos estudiando métodos para fortalecer la atención, para permitir al sujeto protegerse de la invasión de estímulos y ser capaz de seleccionarlos, y para poder concentrarse en seguir una secuencia informativa larga. Es lo que técnicamente se denomina “fortalecimiento de las funciones ejecutivas del cerebro”. En la cátedra que dirijo en la Universidad Nebrija estamos elaborando programas para los distintos niveles escolares, programas que ya aplicamos en los cursos de la Universidad de Padres, a los que, como saben, están invitados a participar. Creo que la mejor manera de aprovechar la potencia de las nuevas tecnologías es colocando delante de las pantallas a personas capaces de gestionar bien su atención.

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Autor: José Antonio Marina – elconfidencial.com

Cómo ayudar a los niños a resolver sus conflictos de forma adecuada

resolver-los-conflictosLos conflictos pueden definirse como problemas o dificultades que surgen tanto dentro de nosotros como en nuestras relaciones. Y a pesar se la incomodidad que a veces nos generan, forman parte de la vida de toda persona.

¿Por qué surgen los conflictos?

En las relaciones, es habitual que surjan conflictos, que ponen de manifiesto un desacuerdo o la divergencia de intereses entre las personas. Estas situaciones pueden ser grandes oportunidades para afianzar la relación con nosotros mismos y con los demás.

Podemos aprovecharlas para potenciar nuestra capacidad empática, ponernos en el lugar del otro, afianzar nuestros limites, nos permiten relacionarnos con la seguridad de coexistir en la relación, mejorar nuestras habilidades de comunicación, etc.

En las relaciones paterno-filiales es frecuente que surjan conflictos, y estos pueden deberse a diferentes razones:

  • El cerebro de los niños madura durante un proceso lento que acaba en la adolescencia, lo que en ocasiones dificulta la negociación, ya que la capacidad reflexiva de nuestros hijos no siempre está accesible.
  • Los intereses y los ritmos de padres e hijos, en ocasiones son difíciles de compatibilizar. Ej:. Nuestro hijo quiere jugar y nosotros que se duche.
  • Diferencias intergeneracionales. Ej: No nos parece adecuado que nuestro hijo vista de una determinada forma y el alega que todos sus amigos lo hacen.
  • Las prisas, el cansancio o el estrés puede que afecten a nuestra paciencia y a nuestras intenciones. Ej: Quiero educar a mi hijo de un modo regulado, pero pierdo el control cuando le he dicho 5 veces que se ponga el pijama.

Formas de afrontar los conflictos

En función de los recursos con los que contemos y las experiencias vividas, entre las que incluimos la educación, vamos a desarrollar unas tendencias u otras para afrontarlos. Esto no significa que siempre reaccionemos de la misma forma, pero si hacemos un ejercicio de introspección, podemos reconocer ciertos patrones familiares en nuestras conductas.

Hay personas que se sienten sobrepasadas o incomodadas ante los conflictos y tienden a evitarlos, ya sea cediendo ante las demandas o necesidades de la otra persona o intentando evadirse. En el primer caso, el coste de nuestra reacción será elevado, ya que nuestras necesidades y deseos pasaran a un lugar poco prioritario, y como sabemos, si este desequilibrio no es puntual va a afectar a la imagen que tenemos de nosotros mismos y a nuestro bienestar emocional. Ej: Un niño cede la elección de los personajes del juego o los juguetes a los demás, en gran parte de las ocasiones se quedará con aquello que los demás no han querido.

En el segundo caso, intentar evitar los conflictos no nos asegura que lo consigamos. En ocasiones, si el aprendizaje de una situación no se produce cuando el conflicto es pequeño, la vida nos da la oportunidad de resolverlo mostrándonoslo con mayor claridad. Ej: Nuestro hijo se retrasa 10 minutos en la hora de llegada y no le decimos nada, es probable que en próximas ocasiones el tiempo del retraso aumente.

En otras ocasiones, la persona se siente fuerte en las confrontaciones y tiende a imponer sus necesidades, deseos u opiniones mediante la autoridad, pudiendo incluso llegar a mostrarse agresivo (física o verbalmente). Ej: Una persona sube el volumen de la voz o utiliza un tono imperativo o vehemente para reclamar la razón de sus argumentos.

También existen personas que utilizan el diálogo como medio para negociar y llegar a acuerdos, con ellos mismos o con otras personas. Ej. Estoy muy cansado, pero me queda bastante trabajo para poder acabar, voy a continuar media hora en la que me propongo terminar los ejercicios 3 y 4 y hago un descanso de diez minutos.

Recursos para manejar de forma adecuada los conflictos con nuestros hijos

  • Identificación de interacciones inadecuadas: si identificamos aquellas situaciones que con mayor frecuencia generan dificultades en la relación, podremos analizarlas con mayor detalle y detectar que elementos podemos modificar. Ej: Por las mañanas cuando tenemos que salir de casa para ir al colegio solemos tener problemas y terminamos todos enfadados. Podemos preguntarnos ¿qué es lo que hace que comencemos a descontrolarnos? ¿La presión por llegar tarde, los desacuerdos en cuanto a la ropa, bocadillo, etc.?
  • Puesta de límites o soluciones: atrevámonos a probar, quizá no encontremos la solución a la primera, pero intentarlo nos ayudará a estar un paso más cerca de ella. Ej: Puede que si nos levantamos 10 minutos antes y dejamos la mochila con todo los necesario preparada por la noche, me sienta más tranquilo y tolere mejor el ritmo de mi hijo.
  • Análisis de la eficacia de las soluciones: es importante que analicemos si las propuestas realizadas ayudan a resolver los conflictos y que pongamos atención en la aparición de otros. Ej. Los niños tienen mucho sueño por la mañana y es muy costoso levantarlos antes, se quejan, intentan negociar, tenemos que repetírselo muchas veces, etc. ¿Qué podría ayudar a que les costara menos levantarse?
  • Desarrollo de recursos creativos para la resolución de conflictos: la imaginación y el humor, suelen ser grande aliados en la solución de conflictos. Ej. Levantarnos con su música preferida, hacer una gincana con las actividades cotidianas, inventarnos cuentos o actividades relajantes que les animen a irse pronto a la cama y a descansar.
  • Desarrollo estrategias para el incremento de interacciones satisfactorias: en ocasiones el ritmo de vida que llevamos hace que las interacciones negativas ocupen mucho espacio en la relación con nuestros hijos. Pasamos gran parte de nuestro tiempo indicándoles lo que tienen que hacer o corrigiendo lo que no han hecho bien. Por lo que es importante que en ocasiones podamos proponernos parar y dedicar tiempo a hacer cosas que nos diviertan y nos permitan compartir momentos especiales con nuestros hijos. Ej. Los viernes por la tarde hacemos el periódico de la familia, en el que cada uno cuenta algo interesante que le haya pasado o haya aprendido durante la semana, una vez al mes vamos al teatro en familia, etc.

Las experiencias que vivimos conforman nuestra personalidad y la imagen que tenemos de nosotros, de las personas que nos rodean y del mundo, por lo que dedicar tiempo a construir recuerdos gratificantes con nuestros hijos es el mejor de los regalos.

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Autora: Rebeca Recio Berlanas – elconfidencial.com

Disciplina en el Hogar durante la niñez

El manejo de la disciplina en el hogar durante las etapas tempranas de la vida constituye un factor importante en el desarrollo de adultos capaces de asumir y respetar los límites y normas que a lo largo de su vida tenga que cumplir, y además le permitirá adaptarse funcionalmente a la realidad y a cada una de las situaciones a las que tenga que enfrentarse y ser justo en las acciones que realice.

En principio lo fundamental al hablar de disciplina, es tomar en cuenta que su significado no debe usarse como sinónimo de reprimenda, castigo, gritos, maltratos… sino como un proceso a través del cual se enseña a los seres humanos a respetar… a entender las consecuencias de los actos… a dar y a recibir… y, por supuesto a adaptarse a una realidad que impone ciertos límites. Recuerden que ningún comportamiento de su hijo merece el maltrato, ni físico, ni verbal, conversen con sus hijos y explíquenle brevemente el porqué de las cosas que puede y no puede hacer… tomando en cuenta por supuesto la edad del niño y su nivel comprensivo. Así aprenderá a resolver sus problemas dialogando y llegando a un acuerdo. La violencia solo trae más violencia y la percepción de que ésta es la mejor e incluso la única manera de solucionar los problemas; además con ella se pierde el respeto hacia los padres y se genera el miedo como sentimiento prevaleciente en la relación.

Para llevar a cabo un método disciplinario hay que tomar en cuenta además, que es fundamental que ambos padres o representantes de cada niño estén de acuerdo con las normas a señalar y la forma de hacerlo, para que no existan confusiones y el niño no perciba incongruencias entre los límites que coloca un padre con respecto al otro; evitando así que se establezcan alianzas inadecuadas. Dentro de este punto es importante considerar que si en algún momento alguno de los padres no está de acuerdo con el otro en relación al manejo de la disciplina en el hogar, deberán conversarlo de manera íntima, sin desautorizarse delante del niño, ni involucrarlo en alguna discusión que surja de esta situación.

En el desarrollo de este proceso disciplinario se verán en la necesidad de señalar muchas veces lo que el niño no puede hacer, por lo que él tenderá a percibir que vive en medio de muchos «NO»: «No puedes hacer eso», «No toques aquello» … y se sentirá limitado. Por esto es necesario tomar en cuenta que los niños como parte de su naturaleza tendrán curiosidad y necesidad de moverse libremente y, es importante comprender que ellos requieren de un espacio donde puedan jugar… para estar solos o para compartir con otros niños… un espacio donde puedan tener libertad de movimiento y de explorar su ambiente, para que puedan reconocer cuáles son las acciones que sí puede hacer y dónde. Cuando su hijo se encuentre abordando al año y medio de vida aproximadamente, seguramente tendrán que desarrollar aún más la paciencia para poder guiar su actuación sin desesperarse, puesto que ya para esta edad ha adquirido la autonomía necesaria para observar, tocar, sentir… por sí solo todo lo que le rodea; por lo que es recomendable hacer algunas adaptaciones al ambiente para prevenir accidentes, como por ejemplo: tapar los tomacorrientes, evitar el acceso a la cocina a través de alguna especie de rejilla, sacar de su alcance objetos que puedan ser peligrosos, entre otras medidas.

Cuando su hijo se encuentre realizando alguna acción que considere negativa, explíquele brevemente las consecuencias de lo que está haciendo y el porqué debe dejar de hacerlo, como se mencionó previamente, aunque sienta que es repetitiva, y luego distraiga su atención mostrándole otra actividad que sí puede hacer y, refuerce positivamente, con expresiones afectivas cada esfuerzo que realice el niño por apegarse a las normas.

Del mismo modo, los niños necesitan actividades, además de las escolares, que les permitan invertir su tiempo y desarrollarse en otras áreas: culturales, deportivas, sociales, artísticas…, según sus intereses y habilidades, ya que por lo general ellos tenderán a ocupar parte de su tiempo libre en otras cosas que los entretengan, y muchas de estas acciones pueden parecer «travesuras». Es recomendable entonces que sus hijos puedan ingresar a algún tipo de estas actividades donde puedan explorar su ambiente con libertad y desarrollar sus potencialidades. Asimismo es sumamente importante que tengan un espacio de tiempo para compartir con sus padres, para conversar o jugar con ellos, no importa la cantidad de ese tiempo, sino la calidad de ese momento que decidan estar juntos.

Con paciencia, constancia y mucho amor sus hijos se adaptarán poco a poco a los límites y normas que deben seguir, y podrán respetarlos. Recuerden siempre que ningún extremo es bueno… ni la extrema exigencia y el maltrato… ni la total indiferencia y la permisividad ante todo lo que desee realizar el niño. La disciplina es importante manejarla con equilibrio y justicia… con respeto y amor… con paciencia y constancia… señalando no sólo las acciones negativas que realice su hijo, sino también cada acción positiva y felicitarlo por ello… expresándole y demostrándole siempre su afecto hacia ellos.

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Autor: Carelys Pachano de García – Psicologoinfantil.com

Pactar con el niño: Una forma de enseñarle a ser responsable

Dialogar y pactar, en vez de imponer o, por el contrario, ser demasiado permisivo. Esta es una de las pautas recomendables para buscar el equilibrio en la relación entre padres e hijos. El pacto es una herramienta educativa que enseña a los niños a responsabilizarse de sus tareas y asumir las consecuencias si no las cumplen. En este artículo se explica cuándo hay que pactar con los niños y se proponen algunos consejos para hacer tratos con los hijos.

“Tienes que recoger tu cuarto”, “cómete toda la comida”, “haz las tareas”. El modo imperativo que utilizan, en ocasiones, los padres para comunicarse con sus hijos no da lugar al diálogo. Los progenitores marcan e imponen el cumplimiento de las normas y el niño se limita a obedecer. En el otro extremo está la actitud paterna demasiado permisiva. En este caso, los adultos no establecen reglas ni pautas de comportamiento para los pequeños y, si lo hacen, son muy condescendientes con su cumplimiento.

El pacto da la oportunidad al niño de aprender a tomar decisiones

El equilibrio está en un estilo cooperativo, basado en el respeto mutuo. Una herramienta de ayuda para lograr que los hijos colaboren de forma libre y responsable es el pacto, entendido como un acuerdo entre dos partes, en este caso el adulto y el niño, en el que ambos se comprometen al cumplimiento de una tarea y a asumir las consecuencias en caso de que no se cumpla.

El pacto es una herramienta educativa

Al contrario que el pacto, ni la imposición ni ser demasiado permisivo ofrecen al niño la oportunidad de aprender a ser responsable, actuar con autonomía y tomar decisiones, tres aspectos fundamentales para su desarrollo. Sin embargo, cuando existe colaboración entre padres e hijos, los niños entienden que las normas no son algo que deben cumplir por imposición, si no reglas que deben asumir de forma responsable mediante la valoración de sus consecuencias.

“A través del acuerdo logramos que el niño aprenda a responsabilizarse de un compromiso adquirido y a asumir una tarea que ha acordado con sus padres”, apunta Óscar González, director de la Escuela de Padres con Talento, un proyecto pedagógico que pretende servir de guía y aprendizaje para los progenitores. En las relaciones con los hijos, dice González, “tenemos que encontrar el término medio, un equilibrio”.

Pactar permite incrementar su autonomía e independencia. Si cumple con lo pactado, “aprende el sentido de la responsabilidad, algo fundamental”, y si no lo cumple, advierte González, “conocerá que todo tiene consecuencias naturales”. De este modo, el pequeño toma conciencia de que no siempre puede hacer lo que quiere.

Cuándo acordar con los niños

La Escuela de Padres del Ministerio de Educación apuesta también por el pacto como medida educativa, ya que favorece la cooperación entre padres e hijos. Este manual señala algunas de las situaciones en las que es necesario y efectivo acordar con los niños, como “las faenas de la casa, los deberes del colegio, la eliminación de las normas o relevar a los hijos de tareas pesadas”. El buen pacto, apunta, se consigue“cuando convertimos una tarea en algo que no parece un trabajo”.

Los pactos continuos pueden convertir la relación entre padres e hijos en un negocio

No obstante, el pacto no es una herramienta de la que se deba abusar. La Escuela de Padres aclara que no es necesario llegar siempre a acuerdos con los niños, porque “convertiría la relación paterno-filial en un negocio”. En este sentido, González propone ser “adaptables y flexibles” e incide en que “hay temas que son innegociables”, como los que “afectan a la salud física o a su desarrollo ético y moral”.

Consejos para hacer tratos con los hijos

Para llegar a acuerdos es preciso que el niño tenga la madurez adecuada para entenderlos. González recuerda que hasta los cinco años, el pequeño no es capaz de tomar decisiones sencillas entre dos o tres alternativas y, por tanto, “no entiende de tratos”.

A partir de esta edad, sí se puede empezar a hacer pactos sencillos y, a medida que madure, adaptarlos a su capacidad y entendimiento. Además, este especialista aconseja tener en cuenta diferentes pautas cuando se opta por la estrategia del pacto.

  • Valorar las actitudes positivas y las cosas que hace bien el niño, y no centrarse siempre en los aspectos negativos.
  • Acordar con paciencia, simpatía y criterio.
  • El pacto debe llevarse a cabo en una atmósfera cálida y segura.
  • Tener presente que no todo es negociable.
  • Recordar que pactar es llegar a acuerdos, no imponer.

Ventajas del pacto con el niño

  • Favorece la comunicación entre padres e hijos.
  • Fomenta la empatía, es decir, saber ponerse en el lugar del otro.
  • Ayuda a expresar y verbalizar sentimientos, tanto positivos como negativos.
  • Implica aprender a escuchar y respetar las opiniones de los demás, aunque no coincidan con las nuestras.
  • La negociación es una habilidad fundamental para la vida adulta.
  • Enseña a los niños a tomar decisiones y buscar soluciones.

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Autor: Curro Romero – Al salir del cole.com