La Actitud Cura: Afrontar la Enfermedad desde el lado Positivo

Mantener una actitud positiva es beneficioso en cualquier aspecto de la vida. En el caso de tener que afrontar una enfermedad grave, lo es todavía más.Cualquier persona tras ser diagnostica de una enfermedad ve por un instante cómo su vida se trunca.

Su mente empieza a ser bombardeada por millones de preguntas, y sus emociones empiezan a emerger de forma incontrolada.

La actitud cura: afrontar la enfermedad desde el lado positivo

La reacción más lógica ante estas circunstancias es la negación, la explosión de rabia, la ira y el dolor. La tristeza y el abatimiento se apoderan de la persona y de sus seres queridos.

Pasada esta fase inicial es cuando las personas empiezan a adoptar una determinada actitud o un posicionamiento ante la nueva situación que les ha tocado vivir, y ésta es la diferencia que marcará la diferencia.

¿Para qué complicar más las cosas con pensamientos negativos?

Aceptar la situación lo antes posible

Lo más recomendable es aceptar la situación lo antes posible; para poder cambiar algo, primero debemos ser conscientes de ello.

Hay que evitar adelantarse a los acontecimientos. Lo que está por venir nadie lo sabe, y ponerse en lo peor no nos ayuda a prevenirlo. Lo mejor es centrarse en el siguiente paso y después en el siguiente, y poco a poco ir avanzando, atajando las dificultades conforme se vayan presentando.

Si no, podemos caer en el error de preocuparnos por algo que quizás nunca ocurra.

El principal enemigo es el miedo

El principal enemigo contra el que se lucha en una enfermedad es el miedo. La incertidumbre de no saber a lo que hay que enfrentarse es lo que nos hace generar sufrimiento.

La mejor manera de combatir esa incertidumbre es pedir información. Hay personas que eligen no saber; yo pienso que es preferible hablar con los médicos y pedir las explicaciones necesarias para conocer con la mayor exactitud posible qué nos pasa y cómo podemos solucionarlo.

El tratamiento lo decidirán los médicos; cómo se va a afrontar ese tratamiento lo decide el paciente. Hay personas que optan por compadecerse de ellas mismas, recrearse en el dolor y adoptar el rol de víctimas, lo cual no les beneficia en absoluto.

Las personas que desde el principio se predisponen a situarse en el lado positivo presentarán de entrada un mejor pronóstico.

Rodéate de tus personas más queridas

En los momentos difíciles es cuando necesitamos estar cerca de las personas más queridas, y es cuando nos damos cuenta de con quién contamos y con quién no. Además, es fundamental rodearnos de aquellos que nos transmitan energía positiva y grandes dosis de optimismo.

El sentido del humor, sentirse querido y compartir los sentimientos son los ingredientes perfectos para indicarle al cuerpo y al cerebro que tú tienes mucho que decir en cómo va a ser el proceso de curación.

Se ha comprobado que existe una relación directa entre el cuerpo, la mente y las emociones.

Algunos investigadores lo han bautizado con el nombre de psiconeuroinmunología, término que se refiere a esa interacción biológica entre el sistema nervioso, el sistema inmune, el sistema endocrino, las actitudes y los comportamientos, y en cómo esta relación afecta en el desarrollo de enfermedades o en sus procesos curativos.

Son muchos los médicos que aseguran que la actitud del paciente y su estado emocional son determinantes en la evolución de la enfermedad.

Trabaja para aumentar tu optimismo

Por ello es conveniente hacer cosas que nos ayuden a mantener el optimismo, como ponernos en contacto con personas que hayan pasado por una situación similar, escribir un diario o crear un blog, escuchar música alegre que nos llene de vitalidad, engancharse a un libro o ver películas divertidas.

Y, sobre todo, compartir y expresar lo que se siente, darse permiso para llorar, para estar triste y para desahogarse de la manera que cada uno necesite. Esto también forma parte de la mejoría emocional.

Ser optimista cuando las cosas van bien es fácil, pero serlo cuando estás pasando una enfermedad requiere un esfuerzo mucho mayor.

Si uno siente que no puede hacerlo solo, siempre puede buscar ayuda de un profesional; lo importante es tener la certeza de que una buena actitud puede ser determinante para curarse, y de que querer afrontar la enfermedad desde el lado positivo depende de ti.

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Autor: Mamen Garrido Ramón – elportaldelhombre.com

Manual para padres primerizos

Este artículo está escrito para quienes les gustaría ser padres (o madres) alguna vez en la vida. Para aquellas parejas que han tomado la decisión de tener un hijo. Para aquellas que están en pleno embarazo y en apenas unos meses verán nacer a su primer retoño. Y, por qué no, también para los padres y las madres que quieran recordar cómo les cambió la vida traer un bebé a este mundo. Para todos ellos, a continuación se describe la letra pequeña de la maternidad y la paternidad. Es decir, los puntos más delicados que cualquier pareja deberá afrontar al recibir a su primer vástago.

Nada más comunicar a nuestro entorno social y familiar que vamos a tener un hijo, empezamos a acumular recomendaciones –muchas de ellas, totalmente contradictorias– acerca de cómo deberíamos vivir este momento tan decisivo. Pero dado que cada bebé es único y cada pareja es diferente, digan lo que nos digan no quedará más remedio que aprender de la propia experiencia. Una cosa es lo que creemos que es la paternidad y otra, infinitamente distinta, lo que realmente implica ser padres. Es imposible saber de antemano lo mucho que la llegada de nuestro primer hijo va a cambiarnos la vida. Así que solo queda relajarse y esperar.

Los hijos no unen a las parejas ni las hacen más felices; más bien destapan las verdades que se ocultan debajo de la alfombra de nuestro hogar” León Tolstói

La pareja deberá pasar los días de cuarentena sexual. Una vez que la mujer se recupera del parto, hemos de dedicar tiempo y energía para mantener encendida la llama de la pasión. Y puesto que el bebé convierte a cada miembro de la pareja en papá y mamá este nuevo rol debe llevar a descubrir aspectos de nosotros mismos que desconocíamos.

Al trastocar nuestra rutina, en muchos casos el cansancio acumulado provoca que aflore nuestro lado oscuro, poniendo de manifiesto el tipo de persona que realmente somos. Cultivar la comunicación, la complicidad y la generosidad resulta esencial.

Por más que al principio cueste despegarse del bebé, es fundamental crear espacios de intimidad para estar a solas. Al menos una vez por semana podemos organizar una comida o una cena para dos, en la que –como hombre y mujer– cultivemos nuestra relación de amigos, amantes y compañeros de viaje. Lo cierto es que la llegada de un niño nos adentra en una rutina y una inercia que suele alejarnos de la pareja, creando una distancia emocional tan imperceptible como difícil de detener. Además, si cesa el amor entre los padres, los hijos lo acaban pagando. No es casualidad que durante los primeros tres años desde el nacimiento del primer hijo se produzcan cada vez más separaciones.

Los bebés son criaturas adorables. Pero dado que no pueden valerse por sí mismos, enseguida se apegan al afecto y la seguridad de papá y mamá. Además, dado que viven en modo supervivencia, son tremendamente egocéntricos y demandantes. Precisan el cien por cien de nuestra atención; no se conforman con menos. Si la mujer decide darle el pecho, el niño necesitará su presencia una media de seis horas diarias. También hay que limpiarle y cambiarle el pañal alrededor de siete veces por día, así como ponerle y quitarle la ropa, bañarlo, darle mimos, jugar con él y estar a su lado en todo momento para que no se sienta solo y no se haga daño.

Y no solo eso. La gran mayoría de ellos se despiertan un par de veces cada noche, utilizando su llanto como medio de comunicación. En general, lloran porque les duelen las encías cuando empiezan a salir los dientes, porque tienen fiebre o se sienten sucios. Algunos expertos recomiendan dejarlos desahogarse un rato, para que aprendan el hábito de conciliar el sueño por sí mismos. Otros proponen meterlos en la cama de los adultos, para que se sientan reconfortados por la calidez que les proporciona sentir a sus padres cerca. Sea cual sea la decisión, se debe evitar caer en la tiranía de los reproches y del “te toca a ti”. Es esencial armarse de paciencia y de generosidad para sacar fuerzas de donde sea y no pagar el mal humor con nuestra pareja.

Amar a nuestros hijos implica dejar de lado nuestros deseos para atender sus necesidades. Y hacerlo cada día durante muchos años”Erich Fromm

En paralelo, hemos de reorganizar nuestras prioridades y aspiraciones vitales, adaptándonos a los horarios de nuestro retoño. Dado que alguien ha de estar 24 horas al día junto a la criatura, tarde o temprano hay que tomar decisiones: ¿podemos permitirnos que uno de los dos miembros de la pareja deje de trabajar? ¿Contamos con la ayuda diaria de los abuelos? ¿Contratamos a una canguro de forma fija? ¿Lo llevamos a la guardería?

En cuanto a los fines de semana, el principal hobby pasará a llamarse “ejercer de padres”. Nuestras aficiones quedarán en un segundo plano, pero siempre se pueden encontrar soluciones llegando a acuerdos. Buscar la complicidad en la pareja para intentar mantener algo de la vida personal de cada miembro resultará fundamental. Los malabarismos para conseguirlo están garantizados, pero merecerán la pena.

No vemos a nuestros hijos como son, sino como somos nosotros. En demasiadas ocasiones proyectamos sobre ellos nuestros miedos, carencias y frustraciones. Hoy día existe una tendencia generalizada a convertirse en padres perfectos, cayendo en las garras de la hiperexigencia y la sobreprotección. Sin embargo, es imposible evitar que los hijos entren en contacto con el dolor. Los bebés padecen todo tipo de enfermedades, experimentan diferentes niveles de fiebre, se caen al suelo, se dan golpes… Muchas veces lloran porque no entienden por qué les pasa lo que les pasa. Sin embargo, por más que se lean libros sobre paternidad, seguramente resultará inevitable caer en las visitas a urgencias a altas horas de la madrugada por haber convertido un granito de arena en un enorme castillo.

Ni se puede convertir en un drama volver a casa con la sensación de no saber nada de nada, ni se debe salir corriendo en busca del médico más cercano a la primera de cambio. El libro de instrucciones infantil aumenta de páginas, enseñanzas, consejos y trucos cada día de convivencia con nuestro hijo. Y debemos estar atentos para tomar buena nota mental de las cosas que hemos hecho bien y de las que han resultado equivocadas. Nuestro equilibrio personal y nuestro hijo nos lo agradecerán.

Para cuando un hombre se da cuenta de que quizá su padre tenía razón, ya tiene un hijo propio que piensa que su padre está equivocado”Charles Wadsworth

Es curioso constatar cómo en la medida en que vamos ejerciendo el rol de padres, se manifiestan con fuerza rasgos, conductas y actitudes de nuestros propios progenitores. En algunos casos llegamos incluso a comportarnos del mismo modo que solíamos criticar en nuestros padres, estableciendo dinámicas con nuestra pareja que tanto juzgábamos y condenábamos cuando las veíamos desde nuestro papel de hijos. De ahí que se diga que “la sombra de papá y mamá es alargada”. O que “en la cama no dormimos dos, sino seis”, pues cada uno de los miembros de la pareja carga con el condicionante cultural y la herencia emocional de sus propios progenitores.

Como padres, el mejor regalo que le podemos ofrecer a nuestro hijo es compartir con él nuestro bienestar emocional. De ahí que antes de empezar a ocuparnos de él, hemos tenido que ocuparnos de nosotros mismos. Ejercer el rol de padres implica matricularse en un máster de amor incondicional. Puede que no haya notas, pero sí exámenes cada día. Para aprobar y superar los retos que nos plantea tener un niño hemos de comprender que lo importante es lo que sucede a través nuestro al servicio de nuestro hijo. Así, sus necesidades son nuestras prioridades. Y si bien esta afirmación es fácil de decir, da para toda una vida de aprendizaje. ¡Buen viaje!

 

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Fuente: Borja Vilaseca – ElPais.com

Problemas de Comunicación en la Pareja

Todas son quejas en las terapias de pareja

Cuando dos personas se eligen libremente para convivir, después de haberse conocido durante un tiempo, tienen que saber que el otro, durante la etapa idílica puede no haberse mostrado tal cual es.

Porque todas las parejas tienden a mostrar su máscara social cuando recien se conocen y se han condicionado tanto a utilizar esa imagen, que hasta que ellos mismos creen en ella, olvidándose de quienes realmente son.

Para comenzar una vida juntos, sin lastres que impidan una armoniosa convivencia, es importante mostrarse como uno es y saber qué espera el otro de uno mismo. Por lo tanto, es necesario mantener una fluida comunicación, tener plena confianza uno en el otro y poder hablar de cualquier cosa sin inhibiciones.

No es necesario decirse todo, porque nos quedaríamos vacíos, ya que siempre existe una parte verdaderamente íntima que no se puede traducir en palabras y que debe permanecer en nuestra interioridad, intacta.

Hay que conservar ese misterio insondable de nuestras propias aspiraciones genuinas para ir revelándolo de a poco con los hechos y continuar sorprendiendo toda la vida. Porque los hechos valen mucho más que las palabras.

Una pareja se da cuenta de inmediato cuándo hay una dificultad en la relación. Sin esperar que las cosas se compliquen y pasen a mayores hay que detenerse y mantener una conversación sincera y honesta sobre el problema.

Las peores cosas puedes ser dichas en buenos términos, sin necesidad de escenas violentas ni malos tratos.

No es aconsejable acumular para después explotar y provocar con ese estallido una situación difícil de manejar.

Las ofensas hay que perdonarlas pero nunca hay que olvidarlas, porque pueden resultar útiles a la hora de pasar facturas.

La negociación es la base de la comunicación y es la forma más moderna y eficaz de enfrentar los problemas y resolverlos.

La comunicación no es una línea recta sino un círculo de ida y vuelta. Todo lo que diga el integrante de una pareja generará en el otro una respuesta interna generalmente contaminada con experiencias del pasado, que provocará una reacción encadenada a esos sucesos que nada tienen que ver con el tema en cuestión.

Puede ocurrir que la comunicación no logre su cometido y que se malinterprete su significado, por eso es necesario ser claro y preciso y acompañar con los gestos adecuados lo que se está diciendo; porque muchas veces estos gestos contradicen el mensaje hablado.

Cuando dos personas están en armonía la comunicación fluye naturalmente y más cerca estará de lograr correspondencia.

Esa armonía se logra manteniendo ambos el mismo lenguaje y tono al hablar, aunque no estén de acuerdo. Porque el punto que no hay que perder de vista en toda discusión es el objetivo de la misma, sin obstinarse en querer tener la razón, que no conduce a nada.

Si el otro levanta la voz, lo mejor es responder en el tono más bajo posible, ya que esto permite detener la espiral y provocar en el otro una disminución de su cólera.

Llevarse bien con el otro exige apreciar sus propios valores aunque no se compartan.

Cuanto más nos centramos en nuestros propios pensamientos y convicciones menos conscientes estaremos de los pensamientos y convicciones de los demás.

El secreto de la buena comunicación no es tanto lo que se dice sino cómo se dice, hablando en los mismos términos y expresando las ideas en la misma forma en que el otro piensa de ellas.

Teniendo en cuenta que todas las personas son diferentes y que cada uno ve el mundo de una manera distinta es un verdadero milagro que una pareja logre entenderse. Sin embargo, no es imposible y algunas parejas pueden hacerlo.

Si eso es posible, entonces todos los demás, si quieren, también pueden.

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Fuente: Psicología y el ser

Como se fabrican niños sin salud emocional

Los maniconmios no son del pasado, son del presente. Una pesquisa realizada en el hospital psiquiátrico Pinel, en São Paulo, muestra que, incluso tras las nuevas directrices de la política de salud mental en Brasil, niños y adolescentes continuaron siendo encerrados por largos periodos, muchas veces sin diagnóstico que justificara su ingreso, una orden judicial. Conozca la historia de Raquel: 1.807 días de confinamiento. Y de José: 1.271 días de segregación. Ambos tuvieron su locura fabricada en la primera década de este siglo

Una noche de noviembre de 2007, la psicóloga Flávia Blikstein escuchó dos preguntas de una niña y descubrió que no tenía respuestas. Flávia trabajaba en un Centro de Atención Psicosocial (CAPS) infantil, en São Paulo, y se encontraba en la ambulancia que llevaba a la chica a su primer internamiento psiquiátrico. Maria, como será llamada aquí, tenía 14 años. Era negra, alta y flaca. Hablaba poco, frases cortas. Le gustaba jugar con muñecas y dibujar. A veces se pintaba las uñas, se arreglaba el pelo, como un anuncio de la adolescencia. Maria se mojaba todo el tiempo, en pequeños rituales. Abría el grifo, hacía un cuenco con las manos y se mojaba los pies, las piernas, los brazos. Hacía eso en cualquier lugar, avergonzando a la madre. Tal vez Maria estuviera esculpiendo con el agua los límites del propio cuerpo. Cuando hizo la primera pregunta a Flávia, aún tenía mojadas las puntas de los dedos y su mirada también estaba húmeda:

– ¿Por qué voy a quedarme aquí?

Flávia descubrió que no tenía respuesta.

Maria hizo entonces la segunda pregunta:

– ¿Quién hay ahí? ¿Quién va a dormir en la habitación conmigo?

Flávia descubrió que tampoco tenía respuesta para esa. No tenía respuesta porque, al contrario de lo que suele suceder cuando niños y adolescentes nos muestran la cara del abismo, ella había escuchado las preguntas. La “niña loca” había indagado sobre la estructura del Estado y de la sociedad que la obligaba a dar el primer paso dentro de una institución psiquiátrica. Tal vez Maria intuyese que ese paso podría ser largo. Tal vez Maria adivinara que los dientes del sistema estaban esperándola, ahí mismo.

Flávia abrazó a Maria. Y le pidió disculpas por no saber qué responder. Maria entró, cargando sus ojos mojados y signos de interrogación.

La “niña loca” había indagado sobre la estructura del Estado y de la sociedad que la obligaba a dar el primer paso dentro de una institución psiquiátrica

Lo que Maria preguntó a Flávia, nos lo preguntó a todos nosotros: ¿Por qué, en el siglo XXI, niños y adolescentes brasileños, la mayoría hijos de familias pobres, continúan viendo sus vidas masticadas en un hospital psiquiátrico. La “niña loca” hizo a los normales la pregunta más lúcida: por qué la condenaban a una existencia de manicomio. A habitar un mundo de dolor, vagando entre paredes, desvistiéndose a sí misma para vestir un uniforme, sin derecho al deseo. Por qué le negaban la humanidad tan pronto.

Flávia no pudo olvidar las preguntas, menos aún su falta de respuestas. Se dedicó a buscarlas. Las encontró en el archivo del Núcleo de la Infancia y de la Adolescencia (NIA) del Centro de Atención Integrada en Salud Mental (CAISM) Philippe Pinel. El Pinel es una de las instituciones de referencia para el internamiento de niños y adolescentes con problemas mentales en el estado de São Paulo. Flávia sabía que aquello que se suele llamar archivo muerto estaba bien vivo. Entonces, lo puso a hablar. Se encerró en la pequeña sala rodeada de estantes todos los sábados de un año entero. Analizó 451 casos, correspondientes a 611 internamientos ocurridos entre enero de 2005 y diciembre de 2009. De estos, el 79% de los niños y adolescentes habían sido ingresados solo una vez. El 21% restante tuvieron de dos a siete reinternamientos. Ella también acompañó algunos casos, que continuaron volviendo al Pinel, en los años 2010 y 2011. Flávia quería saber cuál era el recorrido de los niños y adolescentes que llegaban al hospital psiquiátrico como primera providencia – y no como excepción puntual y por tiempo determinado–.

El archivo del Pinel está justo debajo de la enfermería de los niños y adolescentes. Mientras investigaba, Flávia podía oír los gritos. Percibió, sin embargo, que más que gritos había un silencio largo. Un silencio, en sus palabras, “extraño y profundo, un silencio que no imaginamos en un lugar lleno de niños y adolescentes”. Dentro del archivo, no. Los partes médicos contaban historias. Aunque la voz de niños y niñas resonara más en las ausencias, entrelíneas, los partes hablaban de infancias aniquiladas en una vida de manicomio. Y mostraban por qué caminos la fabricación de niños locos es una verdad profunda de Brasil. Flávia llamaba el archivo de “sala de las almas”. Y las almas hablaban.

Dos niños, que se transformaron en adolescentes en el hospital psiquiátrico, contaron historias que podrían ilustrar libros escabrosos sobre los manicomios del pasado, pero que ocurrieron en la primera década de este siglo. Aquí, serán llamados José y Raquel. José permaneció confinado 1.271 días – o tres años y cinco meses–. Raquel, 1.807 días. La encerraron de los 11 a los 16 años y de allá la transfirieron a otra institución psiquiátrica. José y Raquel estaban segregados en el Pinel, por orden de la Justicia, bajo reiteradas protestas del equipo técnico del centro. Fueron depositados como cosas en el Pinel porque aún es este el destino dado a niños como ellos en Brasil.

¿Por qué?

Flávia sabía que aquello que se suele llamar archivo muerto estaba bien vivo. Entonces, lo puso a hablar. Analizó 451 casos, correspondientes a 611 internamientos ocurridos entre enero de 2005 y diciembre de 2009

Es preciso prestar mucha atención a las respuestas que Flávia encontró. Sus escuchas de tres mil horas dentro del archivo se transformaron en una disertación de máster en psicología social en la Pontificia Universidad Católica (PUC) de São Paulo. Sumándose a trabajos fundamentales de otros investigadores del tema, tanto en São Paulo como en varios estados de Brasil, la investigación muestra por qué los manicomios se mantienen a pesar de las directrices de la política de salud mental y del Estatuto del Niño y del Adolescente (ECA). La Ley nº 10.216, de 2001, orientada por la reforma psiquiátrica, prioriza la atención en red, en servicios integrados en la comunidad, cerca de la familia, y determina que el internamiento solo puede ocurrir una vez agotados todos los recursos extra-hospitalares. No es lo que sucede en demasiados casos.

“Medievales”, “inhumanos” y “criminales”. Esas son algunas de las palabras usadas para definir los hospicios desde que la lucha anti-manicomios se intensificó a partir del final de los años 70 y conquistó avances significativos durante este siglo. La investigación muestra, sin embargo, que incluso instituciones y profesionales que intentan actuar de forma diferente son continuamente vencidos por los engranajes y por la escasez de servicios públicos de base. En la práctica, aún hoy, es con el manicomio con el que se trata una parte significativa de los casos, una realidad solo posible por el desinterés casi absoluto de la sociedad por el destino de esos niños, en general hijos de familias pobres. Al hacer que el archivo muerto hablase, Flávia construye respuestas que necesitan ser escuchadas si queremos, de verdad, acabar con el delito de fabricar niños locos – y, muchas veces, también de conseguir enloquecerlos.

Raquel nació en 1994. La madre estaba presa por tráfico de drogas, no por ser jefe de una organización criminal, sino por vender una pequeña cantidad para sustentar su propia adicción. Ese destino es común en los presidios del país, es también generador de huérfanos de madres vivas. Demasiado pobre para ocuparse de ella, la abuela llevo a Raquel a un centro de acogida a los cinco años. La niña es descrita de inmediato como “agresiva”. Y, por ese motivo, la alejan de las otras niñas. Pasa a vivir con la llamada “madre social”, aislada en una casa al fondo del centro. La elección, como muestra Flávia, pone de manifiesto que, desde siempre, la respuesta a la agresividad de Raquel es la exclusión. Obviamente, tampoco funcionó. De centro en centro, Raquel se convirtió en aquella que “no funcionaba” en ningún lugar.

Tal vez vale la pena preguntarse si la agresividad, al mirar el contexto y las circunstancias, no era el principal rasgo de Raquel. Pero el derecho a la historia es el primero que se arranca a los “niños locos”. Ella ya tenía casi tantos rótulos como años de vida: hija de presidiaria, abandonada, agresiva, no funciona… Raquel solo era vista por estigmas y fragmentos.

Ella quería saber cuál era el recorrido de niños y adolescentes al hospital psiquiátrico como primera providencia  y no como excepción puntual y por tiempo determinado

Negra como Maria, la ingresaron por primera vez en 2005, a los 11 años. Entró en el sistema por orden de la Justicia. Antes de seguir su destino, es crucial entender las dos formas de entrada en las instituciones psiquiátricas, identificadas por la pesquisa. En ellas se encuentra una de las claves para comprender la fabricación de los niños locos en el Brasil actual. Así como los caminos por los que se mantiene viva la función histórica de los manicomios como lugar de segregación de aquellos que son decodificados como peligrosos para el orden social, incluso siendo solo pobres y abandonados.

En poco más de la mitad de los casos – 55% – la solicitud de internamiento psiquiátrico la hicieron familiares y diferentes servicios de la red de salud. En los otros 45% de los casos, niños y adolescentes fueron ingresados por orden judicial. Estos son los dos caminos de entrada en los hospitales psiquiátricos. La investigación mostró, sin embargo, algunas diferencias fundamentales para comprender el problema: en el periodo investigado, la Justicia ingresó antes, por más tiempo y más veces. La mayoría de los casos era de adolescentes, pero los niños respondían por el 20% de los internamientos por orden judicial. Por la vía de la red de salud, menos del 6% eran niños. Por orden judicial, el tiempo medio de internación era casi el doble (55 días contra 30). La Justicia también fue responsable por el 92% de los internamientos con duración mayor de 150 días. Entre los 14 casos que sufrieron internaciones de cuatro a siete veces, 12 habían sido confinados por orden judicial.

Entre ellos, Raquel. De los 11 a los 16 años, ella ingresó seis veces en el Pinel. La queja de la primera vez: “Paciente institucionalizada hace ocho meses (nombre de otro hospital), con trastorno de comportamiento, heteroagresiva (agresividad dirigida a terceros), en tratamiento ambulatorial poco resolutivo”. Tras seis días, el Pinel le dio el alta y la niña fue mandada a un centro de acogida. Ocho días más tarde, la ingresaron de nuevo por orden judicial: “Paciente portadora de trastorno de conducta grave. Una vez en el centro, volvió a ser agresiva. Crítica seriamente comprometida, amenazadora”. Otros 19 días de internamiento, y el Pinel pidió a la justicia que le diese el alta. Pasada una semana, la solicitud fue atendida, y ella volvió al centro. Tres días más y Raquel de nuevo fue ingresada en el Pinel por orden judicial: “Al retornar al centro volvió a presentar cuadro importante de liberación de agresividad y falta de control de impulsos”. Raquel estuvo encerrada en el Pinel durante 1.004 días.

En esas tres primeras veces, fue evidente que la justicia ingresaba y el hospital liberaba, porque no había razón para mantener a Raquel confinada. Documentos adjuntos al parte médico muestran que la dirección de la institución envió diversos informes a la justicia, tanto informando del alta médica de la paciente como pidiendo remisión a un centro de acogida y tratamiento ambulatorial. En uno de los documentos, la dirección afirmaba: “Nuestro hospital está haciendo el papel de centro de acogida para esos adolescentes. Sabedores de esa ilegalidad le pedimos con urgencia una resolución para ese problema”. Y, en otro oficio: “Actualmente la adolescente continúa residiendo en la enfermería para tratamiento de pacientes agudos, se encuentra lejos de la escuela y con enormes perjuicios psicológicos y sociales”.

“Medievales”, “inhumanos” y “criminales”. Esas son algunas de las palabras usadas para definir los hospicios desde que la lucha contra los manicomios se intensificó a partir del final de los años 70

Cada tres meses, el Pinel mandó oficios a la justicia. Solo fue atendido tras casi dos años y nueve meses. Pero la vida de Raquel fuera del hospital duró solo una semana. La ingresaron otra vez en la institución. El motivo: “Evoluciona con episodios recurrentes de agresividad, fugas necesitando atención en unidades de emergencia. Hace dos días en seguimiento en el CAPS sin adhesión al tratamiento”. Tras 413 días más de internamiento, Raquel huyó del hospital. Volvió espontáneamente dos días más tarde. ¿A dónde podría ir, una vez que el largo periodo de confinamiento rasgó aún más los frágiles vínculos familiares y le impidió crear nuevos?

Raquel permaneció ingresada 244 días más, antes de que la llevasen a otro centro. Quince días fuera del hospital, y la justicia la mandó de vuelta: “Tiró sus medicinas, rompió el vidrio de la sala de juegos, se hirió, agarró el teléfono para ahorcarse y huyó a una ciudad vecina diciendo que iba a buscar a sus abuelas”.

En la sexta vez, está registrado en el parte: “La paciente verbaliza que la mayor dificultad que enfrentó en su retorno al centro fue una sensación de inadecuación en la convivencia con adolescentes sin problemas psiquiátricos; por desgracia, se creó un vínculo inadecuado iatrogénico (provocado por la propia práctica médica) de seguridad con el ambiente de internamiento, lo que se configura como Hospitalismo”.

En otras palabras. Raquel ya no sabía vivir fuera del hospital psiquiátrico, sus vínculos estaban dentro de la institución. Si tenía algún afecto, era allí. Era en el hospital que ella sabía cómo comportarse, identificaba una rutina, hacía amigos entre otros niños y adolescentes como ella o realmente enfermos. Consideraba parientes a los profesionales de salud. Y, más tarde se sabría, rompía cosas y agredía a personas cuando la mandaban al centro porque sabía que así volvería a aquel que era el único lugar parecido con un hogar que tuvo en la vida.

En total, Raquel estuvo encerrada en el Pinel cinco años. Se subraya: sin necesidad. Su vida cabe en tres cajas del archivo. Pero ese no fue el final de su trayectoria. En 2010, a los 16 años, fue transferida a otro hospital psiquiátrico

En esa época, la dirección del Pinel mandó otro oficio a la justicia: “Aprovechando la oportunidad para hablar de la indignación de ese equipo técnico que, diversas veces, accionó la judicatura solicitando el alta de esos adolescentes que, en la ocasión, necesitaban solo de un centro como vivienda y dar continuidad a la atención ambulatorial, teniendo así su derecho constituido”.

En total, Raquel estuvo encerrada en el Pinel cinco años. Se subraya: sin necesidad. Su vida cabe en tres cajas del archivo. Pero ese no fue el fin de su trayectoria en manicomios. En 2010, a los 16 años, la mandaron a otro hospital psiquiátrico.

El diagnóstico que sostuvo la condena de Raquel a una vida de manicomio es bastante revelador: “trastorno de conducta”. Según la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades (CID), “los trastornos de conducta se caracterizan por patrones persistentes de conducta antisocial, agresiva o desafiante. Así, ese comportamiento debe comportar grandes violaciones de las expectativas sociales propias de la edad de la niña; debe haber más que las travesuras infantiles o la rebeldía del adolescente y se trata de un patrón duradero de comportamiento (seis meses o más)”. Esa “patología”, así como otras que componen la CID, es rebatida por parte de los psiquiatras, psicoanalistas y psicólogos, así como por profesionales de otros campos del conocimiento. Pero, incluso aceptándose que esa enfermedad de hecho exista, el tratamiento recomendado es la inserción comunitaria – y no aislamiento–.

En su investigación, Flávia mostró que el diagnóstico de “trastorno de conducta” se ha usado de modo generalizado – y casi displicente – para justificar internamientos en hospitales psiquiátricos. Tanto en el ingreso por la vía de la red de salud como en el internamiento por orden judicial, el principal diagnóstico es esquizofrenia. Pero el “trastorno de conducta” ha aumentado. En una comparación con una pesquisa anterior, en la que Julia Hatakeyama Joia analizó los partes del Pinel entre febrero de 2001 y agosto de 2005, Flávia constató que los llamados “trastornos del comportamiento y trastornos emocionales” – de los cuales “trastornos de conducta” corresponden al 75% de los casos – crecieron como motivo del confinamiento. En 2002, eran causa del 5,26% de los internamientos. Pasaron al 7,14% en 2005. Y alcanzaron el 15,2% de los casos en 2009. “En muchos casos, se diagnostica en niños con episodios de descontrol y agresividad, sin que exista un análisis sobre su historia y contexto de vida”, afirma la psicóloga. Otro dato comparativo de extrema relevancia es que, entre 2001 y 2004, la proporción de internaciones en el Pinel por orden judicial era del 23% del total. De 2005 a 2009 saltó hasta el 45%.

En su investigación, Flávia mostró que el diagnóstico de “trastorno de conducta” se usó de modo generalizado – y casi displicente – para justificar internamientos en hospitales psiquiátricos

El “trastorno de conducta” es mucho más recurrente en el internamiento por orden judicial que en el internamiento por la vía de la red de salud. Es el diagnóstico de un cuarto de los ingresos con duración superior a 150 días y por más de un tercio de los casos de niños y adolescentes ingresados de cuatro a siete veces. Es el rótulo de Raquel – y también el de José. Niños que representan casi el 80% de los niños y adolescentes ingresados, un dato cuyas razones aún necesitan comprenderse mejor.

José tenía 10 años cuando dio el primero paso dentro del Pinel, por orden judicial. Había pasado, según el informe de la institución, por “malos tratos, negligencias y privación afectiva”. Presentó “comportamientos desafiadores y transgresores, lo que acabó en rechazo y abandono familiar, principalmente de su madre”. La madre decidió entregárselo al padre, en Bahía. El día del viaje, José se negó a ir. Él no quería separarse de la madre. Para que no le obligasen a viajar, intentó lanzarse dos veces delante de los coches, en la calle. La “crisis de agitación” le llevó a su primera internación. La duración: 623 días.

Cuando le dieron el alta, José fue mandado a un centro de acogida. Permaneció solo tres días antes de ser ingresado de nuevo. Esa vez, lo encerraron 255 días. José huyó. ¿A dónde? A casa de la madre. Otro internamiento, por “agitación psicomotora con intensa heteroagresividad, baja tolerancia a la frustración, sin crítica, y riesgo de vida”. Esa vez, estuvo 84 días en la institución antes de huir nuevamente. ¿A dónde? A casa de la madre. En el cuarto y último internamiento, permaneció 309 días en el Pinel. Entonces lo mandaron a un centro. De donde huyó. A Bahía, en busca de un lugar y de afecto.

En total, José estuvo 1.271 días encerrado en el Pinel: tres años y cinco meses. Sobre José y Raquel, el equipo técnico del hospital envió un oficio a la Justicia, en 2008: “(…) Están de alta médica, pero permanecen en esta enfermería psiquiátrica para tratamiento de pacientes con trastornos mentales agudos, privados de tener una vida digna, por no tener retaguardia familiar y no existir vacantes en centros”. Sobre ese destino, Flávia afirma: “Los internamientos son motivados por una combinación compleja, que resulta en una situación de vulnerabilidad. La respuesta de la internación psiquiátrica, además de reductora de complejidad, es productora de mayor sufrimiento. El ingreso por orden judicial revela una concepción sobre la infancia y la adolescencia pautadas en el miedo y en el peligro. Propone una respuesta única a todas las situaciones, sin considerar diferencias, singularidades y contextos. Reduce niños y adolescentes al estatus de paciente psiquiátrico peligroso, produciendo su cronificación”. Es así como se fabrican niños locos.

Vale la pena la pregunta: ¿Huir puede haber sido un acto de cordura de José, en el intento de no enloquecer? De algún modo, a pesar de todo y de todos, él parece creer que existe un lugar para él, un lugar con afecto. José, Raquel y Maria nos muestran que no hay desamparo mayor que el de un niño en un manicomio. Nadie está más solo en ese mundo que José, Raquel y Maria. Expuestos a una sociedad que, además de no protegerlos, los enloquece. Ellos huyen, como José, ellos rompen todo, como Raquel, ellos hacen preguntas, como Maria. Pero están solos. Y cada uno de sus actos de resistencia es otro sello de su supuesta locura en un archivo muerto.

El desafío expuesto por la pesquisa es también el de completar la reforma psiquiátrica en Brasil. Niños y adolescentes, según la legislación, deben ser tratados dentro de la comunidad, junto a la familia, sin alejarles de la escuela

Al analizar los partes, Flávia consiguió identificar claramente las diferencias entre el internamiento vía red de salud y el internamiento por orden judicial. Esas son conclusiones cruciales del trabajo, porque apuntan lo que funciona y lo que no funcionada, apuntan salidas. En la red de salud, la mayor parte de las remisiones se hace por la emergencia de hospitales, lo que no es el mejor recorrido. Solo el 8% son enviados a Unidades Básicas de Salud o por CAPS (Centro de Atención Psicosocial) infantil, que deberían ser la puerta de entrada para niños y adolescentes con síntomas de enfermedades mentales. Esos datos demuestran la falta de esos servicios, causando desamparo en la población que necesita de asistencia por el Sistema Único de Salud. En vez de comenzar el tratamiento por la red básica, integrada en la comunidad, lo inician por el final y por aquello que es una excepción necesaria en un mínimo de casos: el internamiento. La hipótesis de Flávia es que, si hubiera más servicios comunitarios de salud mental, como está previsto en la legislación, es probable que la necesidad de internamiento fuera bastante menor. En vez del hospital psiquiátrico, una red articulada, con inversión mayor en equipos de salud mental, en la capacitación e implantación del Programa de Salud de Familia y de centros de atención psicosocial. “La patologización de los niños en situación de vulnerabilidad social pone de manifiesto la precariedad de la red de atención y cuidado, y también la insuficiente articulación entre las políticas públicas en los campos de la educación, salud, vivienda y ocio”, afirma.

La diferencia es clara en el análisis de los datos. En los casos enviados por los Centros de Atención Psicosocial, la media de días de internación es más baja que por los otros caminos. Cuando niños y adolescentes son cuidados por los CAPS tras el alta, solo el 3% son reinternados. “Eso muestra que los servicios comunitarios funcionan, pero hay un número insuficiente”, afirma Flávia. “En los pacientes mandados por la red de salud, el hospital funciona como enfermería de crisis. La mayoría es de adolescentes de 15 a 17 años, en su primer brote psicótico, donde son cuidados y liberados. Ya en el internamiento por vía judicial, el hospital funciona como institución de aislamiento.”

El desafío expuesto por la pesquisa es también el de completar la reforma psiquiátrica en Brasil. Niños y adolescentes, según la legislación, deben ser tratados dentro de la comunidad, junto a la familia, sin alejarles de la escuela. La enfermedad, si de hecho existe, debe ser comprendida como una de las varias características – y no como la verdad única sobre aquel niño y adolescente– . Incluso el internamiento, si fuera necesario, debe entenderse como una parte de la historia – y no como la historia entera–. El internamiento es un momento, no un destino.

Flávia permanecía desde la una de la mañana hasta las nueve de la noche de cada sábado en la sala de las almas del Pinel. Una noche, estaba tan concentrada en los partes que se olvidó de la hora y se atrasó para salir. El guardia del portón se negó a dejarla ir. Eran las reglas. Él no estaba allí para pensar sobre ellas, y sí para cumplirlas. Y Flávia supo lo que era estar entre muros – y no ser escuchada– . Tras un tiempo que pareció demasiado, Flávia consiguió probar que era una psicóloga, haciendo un trabajado de pos graduación para la PUC. Cree que el hecho de ser blanca, rubia y de ojos azules la ayudó en su “liberación”. Pero, al abrir el portón, el guarda jurado le alertó: “La próxima vez, se queda”. Por un momento, temblorosa, Flávia tuvo una tenue aproximación a lo que sintieron Raquel, José y Maria, solo tres entre los centenares de “niños locos” fabricados este siglo.

Al final de su estancia en el archivo muerto que ella descubrió que estaba vivo, Flávia finalmente tenía las respuestas para Maria.

1) ¿Por qué voy a quedarme aquí?

– Porque las instituciones que componen la red de atención al niño y al adolescente trabajan de forma desintegrada y no consiguen atender sus necesidades.

2) ¿Quién está ahí? ¿Quién va a dormir en la habitación conmigo?

– Los niños y los adolescentes que tuvieron sus destinos producidos activamente por la irresponsabilidad y por el abandono.

Maria preguntó. Flávia escuchó. Escuchó de hecho no cuando la oyó, pero cuando hizo el movimiento de buscar las respuestas. Ellas están ahí, pero solo provocarán un cambio si el Estado, los gobiernos y la sociedad las escuchen. Si nosotros las escuchemos. Es, finalmente, de escuchar de lo que se trata.

Flávia desconoce el paradero de José. Raquel fue liberada al completar 18 años. ¿Pero qué queda para Raquel tras lo que hicimos con ella? ¿Es posible, es moral, es decente decirle a Raquel: vaya a estudiar, vaya a trabajar, vaya a construir una vida? “Es una marca tan profunda que personas como Raquel, incluso saliendo de la institución, continúan institucionalizadas”, dice Flávia. “La institucionalización parece una gran máquina que absorbe el potencial humana, creando seres humanos sin deseo. La institucionalización es la patología más grave de la salud mental.”

A los 19 años, Raquel hoy deambula por las calles y albergues de São Paulo, alrededor de las instituciones. A veces se declara “loca” y la ingresan por cortos periodos. Raquel siempre pregunta por su mejor amigo:

– ¿Dónde está José?

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Fuente: Eliane Brum – El País

Hoy no tengo ganas de nada. ¡¡¡Ni de levantarme de la cama!!!

Hay días en los que nada más abrir los ojos, nos decimos, hoy no tengo ganas de nada. Son días en los que nos invade esa apatía y nos desanimamos. A algunas personas les afecta mucho el tiempo que haga, y nos dicen “es que los días tan grises no me gustan nada”, otras sin embargo se ven afectadas por situaciones personales y nos cuentan “qué más dá, para qué esforzarse tanto”, ya sea por una situación de desempleo, por una ruptura en una pareja, o por no tener una ilusión clara por la que luchar día a día.

Os presentamos este vídeo, del Doctor Mario Alonso Puig, en el que nos habla de esa apatía, entendida como la desgana, la falta de motivación, la dejadez y la desidia.

¿Y qué podemos hacer en esos días que no tenemos ganas de nada?

Tal y como nos presenta este autor, para evitar que nos invada esa apatía, o incluso si aparece de improvisto hay que hacerle frente cuanto antes. Se han de tener en cuenta dos aspectos.

1. LOS COSTES DE ESA APATÍA Y DESGANA.

Todo el tiempo que pasamos con esos pensamientos de pereza, de no querer hacer nada o lamentándonos, es un tiempo que estamos perdiendo, es un coste que aunque no nos demos cuenta, debemos asumir. En tu día a día, tendrás tu vida más o menos organizada sabiendo lo que vas o no vas a hacer. En esos días, si te permites no hacer nada por esa desgana, vale, hazlo….. pero asume los costes.

Y me dirás… si claro, pero con esas pocas ganas es muy difícil ponerse en marcha, efectivamente así es, yo no te lo voy a negar, porque sé que es más complicado, pero ni imposible ni irrealizable. Aunque te sientas así ponte en marcha, quizás no a ese 100% que llevas en tu rutina diaria, pero hazlo, si sueles salir a hacer deporte, hazlo igualmente aunque estés menos tiempo y te vuelvas antes.

2. BUSCA TU MOTIVACIÓN.

Todos tenemos una ilusión, siempre hay algo (los hijos, el trabajo, un proyecto en el extranjero, la pintura, el próximo festival de cine clásico al que irás), ese algo sabemos identificarlo muy bien, ya que cuando estamos en ello, el corazón nos late a mil por hora, estamos motivados, disfrutamos con eso que hacemos.

En esos días de desgana, siéntate y piensa en eso que te gusta tanto, eso que quieres conseguir y programa las cosas que harás, al igual que en el punto anterior, puede que no des el máximo, pero seguro que te animarás al pensar en las cosas que quieres conseguir. En la terapia online, trabajamos mucho con la agenda, que la persona tenga su agenda y escriba todo aquello que quiere hacer, mira como vas tachando todas esas pequeñas acciones que te has programado, y te generará un sentimiento de bienestar, ya que estás haciendo las cosas que te has propuesto.

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Fuente: Carmen Berzosa – Psicologia del Cambio

Cómo identificar y tratar la agresividad infantil

 

La intervención de los padres es fundamental para corregir la agresividad desmedida que pueden mostrar algunos niños. 

Diversos psicólogos y pedagogos coinciden en que puede considerarse un comportamiento habitual el de un niño que, hasta los dos años, muerda, por ejemplo, a sus compañeros en la guardería o que, hasta los 5 años, estos mordiscos den paso a pellizcos, empujones, etc.

No obstante, también inciden en la importancia de identificar y, sobre todo, corregir dicho comportamiento para evitar consecuencias negativas tanto en los demás niños como en el propio menor que, de seguir practicando estas conductas, podría llegar a ser evitado y rechazado –con los posibles problemas de sociabilidad que podrían surgir a raíz de ello-.

¿Cómo deben actuar los padres?

Muchos padres tienden a aconsejar a sus hijos que devuelvan el golpe golpeando ellos mismos, pero tanto los orientadores como los profesionales de la psicología coinciden en que esa no debe ser la respuesta porque se acaba generando más violencia.

Desde su punto de vista, algunas de las pautas que deben seguirse son:

  • Tener una comunicación fluida con los hijos para explicarles que sus conductas agresivas tienen consecuencias negativas tanto para ellos mismos como para los otros niños.
  • Tratar de identificar los orígenes de su comportamiento para poder corregirlo lo antes posible: Observar conductas violentas en el hogar –tanto si son reales como si se trata de situaciones ficticias, por ejemplo, en películas, videojuegos, etc.-, vivir en un entorno familiar conflictivo o excesivamente competitivo, estar faltos de habilidades sociales o presentar problemas de comunicación pueden ser algunas de las razones que lleven a un niño a ser agresivo con sus semejantes.
  • Enseñar otros comportamientos alternativos: Los padres deben guiarle para que encuentre soluciones a la violencia como, por ejemplo, avisar al profesor y apostar por el diálogo. Lo ideal es poder reflexionarlo tomando como base situaciones ya vividas por el pequeño.
  • Reconocer y elogiar los comportamientos adecuados y no reforzar las conductas agresivas –bromeando sobre ello o comentándolo con familiares y amigos delante del niño-.
  • Adoptar medidas cuanto antes: La conducta agresiva no debe ser pasada por alto sin ser reprendida. También cabe la posibilidad de completar la regañina retirando al niño algunos privilegios –de forma proporcionada a la magnitud de su acto-.
  • Si la agresividad prosigue en el tiempo, pese a que se hayan tomado las medidas correspondientes para evitarlo, habrá que acudir a un especialista para que realice un análisis personalizado.

 

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Fuente: MundoPsicologos.com

Ejercicio: La mejor versión de ti mismo

En Psicología Positiva existen una serie de ejercicios pensados para poder incrementar nuestro nivel de bienestar y optimismo. Uno de ellos, podría decir uno de mis favoritos, se llama LA MEJOR VERSIÓN DE TI MISMO.

La idea es pensar de aquí a 1 año, cinco años, diez (lo que cada uno desee) e imaginar cómo vamos a estar emocionalmente, qué vamos a estar haciendo. Debemos visualizar una versión de nosotros mismos que nos resulte atractiva, ya sea porque obtuvimos nuestras metas o nuestra rutina se ajusta a lo esperado o logramos superar algún problema.

Tenemos que pensar de la manera más detallada posible esta situación, o describir perfectamente cómo sería un día estupendo para nosotros desde nuestra nueva perspectiva. Lo más saludable es pensar en cosas que pueden ser realizables y coherentes con el marco temporal que hemos escogido. Recuerden que tendemos a exagerar lo que somos capaces de hacer en un año y subestimamos lo que podemos lograr en cinco o diez años.

Lograr tener en claro quiénes queremos ser, qué queremos hacer, cómo deseamos desarrollarnos emocionalmente, nos brinda una estructura y al tener en mente nuestro objetivo nos vamos acercando más a lo concreto y las posibilidades futuras.

Podemos también tener en cuenta nuestras fortalezas y pensar cómo ellas podrían ayudarnos a acercarnos a este ideal de nosotros mismos.

Este ejercicio tiene como consecuencia lo siguiente:

  • Aumentar las emociones positivas
  • Incrementar nuestro nivel de felicidad, optimismo, esperanza
  • Mejorar nuestras estrategias de afrontamiento o al menos tener algunas en consideración

En mi terapia de grupo actual, mis doce sesiones que apuntan a convertirnos en personas más optimistas y con mayor bienestar, Fernando S. hizo este ejercicio y lo hizo de una manera muy original. Con su permiso comparto esta historia que nos enamoró a todos.

 

UN FUTURO POSIBLE

El día comienza con el desayuno familiar. Hoy Alejandro está triste, juega con la cuchara en su taza de leche achocolatada. Lucía, habla entusiasmada de su paseo a una granja, le pregunta a su mamá si hay pingüinos allí. Mariela, le dice que no, porque ellos prefieren un ambiente más tranquilo.

Al tiempo que mi esposa me da un beso, aprovecha a decirme que le hable a nuestro hijo, porque ella ya lo había intentado pero sin mucha suerte.
Lucía me da un beso, apurada, ya que la bocina odiosa del bus escolar reclama su presencia inmediata. Entonces, me acerque al que tenía la trompa de elefante.

-Pobre cuchara, la estas mareando con tantas vueltas…- Le dije para entablar una conversación.

-Perdí la titularidad en el equipo, el técnico puso en mi lugar al hijo de un amigo. Me dijo que un tiempo lo jugaría yo, y el otro, él.- Se lamentó sin dejar girar la cuchara en la taza.

-¿Y la cuchara qué culpa tiene- Respondí.

Él me miró serio, ganas de insultarme no le faltaban, es la herencia familiar sin dudas y proseguí :-La cuchara es cuchara y para eso fue creada, no puede hacer otra cosa. En cambio tú no, tienes mil posibilidades de crecer y ser lo que quieras. Lo más importante es que seas titular en tu vida. En estos momentos sos como la cuchara, dando vueltas y vueltas, lamentando tu suerte.

-Ay Papá, no soy uno de tus pacientes- Se quejó Alejandro.

-Si fueras paciente mío, tendrías una deuda que ni vendiéndote al Barcelona podrías pagarme. Mira, tu viejo era tan espantoso jugando al fútbol que le pegaba hasta al árbitro menos a la pelota. Pero tus abuelos sí que eran buenos, saliste a ellos por suerte. Vos no necesitas favores para jugar, siempre en la vida hay gente que se maneja así y enoja mucho, te entiendo que estés así, pero tarde o temprano los que tienen luz propia, brillan, como vos (no quería decirle aún, que me habían venido hablar de River Plate. No hasta que todo fuera formal). Seguí dando lo mejor de vos, que los resultados se van a dar solitos. Yo sé porque te lo digo. Como Uruguay, metiendo siempre para adelante aunque la cosa esté difícil. Mira que sos bueno jugando, en serio-le dije mirándolo a los ojos. – No viste a tus abuelos como se babean al costado de la cancha viéndote driblear.-

-En serio Papá, ¿no me lo decís para dejarme contento? – Preguntó Alejandro, ya la cuchara descansaba recostada en la taza.

-Tan seguro que me voy a tener que pelear con tus abuelos por ser tu representante. Ahora ve a estudiar que un jugador también tiene que ser tan hábil como ilustrado.- Le guiñe un ojo cómplice.

Suena el celular, atiendo. Es de la editorial me avisan que el libro está trancado porque hay que hacerle una serie de correcciones, porque al editor no le gusta mucho algunas cosas y tiene que ser rápido, hay otros trabajos que reúnen más expectativas.

-Pero que le pasa a Beltrán, yo escribo humor, no “Corin Tellado” como su nuera. Mis trabajos bastante ganancias le dieron, ahora no me digan que las novelas culebronas están de moda. Bueh, está bien, prometo revisarlo y entregarlo el viernes sin falta, tal como al Señor editor le gusta”- Exploté mientras apagaba el celular con rabia.

-Papá- dijo Ale desde el umbral de la puerta:-No seas como la cuchara-.

Mariela con una sonrisa amplia, me dijo:- Y de tal palo…
Sonreí y le levante el pulgar en agradecimiento.

¿Y ustedes se animan a imaginar la mejor versión de ustedes mismos?

 

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Fuente: Mariana Alvez – psicologiapositivauruguay.com

30 cosas que debes dejar de hacerte a ti mismo


Como María Robinson dijo una vez: «Nadie puede volver atrás e iniciar un nuevo comienzo, pero cualquiera puede comenzar hoy mismo y hacer un nuevo final». No hay verdad mayor que ésta pero, antes de que comiences este proceso de transformación, debes dejar de hacer las cosas que han estado impidiéndote avanzar.

 “Cuando dejes de perseguir las cosas incorrectas, estarás permitiendo que te alcancen las adecuadas.” 

Aquí te dejo unas ideas para ir empezando:

1. Deja de pasar tiempo con la gente equivocada.- La vida es demasiado corta como para pasarla con la gente que te succiona la felicidad. Si alguien te quiere en su vida te hará un hueco, pero tú no tendrías porqué forcejear por ello. Así que, nunca le insistas a alguien que continuamente te está subestimando. Y recuerda, tus verdaderos amigos no son los que están a tu lado cuando mejor te van las cosas, sino aquellos que permanecen contigo cuando estás en tu peor momento.

2. Deja de huir de tus problemas. – Afróntalos. No, no será fácil. No hay ni una sola persona en el mundo capaz de encajar a la perfección cada golpe que le da la vida. No estamos programados para solucionar los problemas al instante. Simplemente, no somos así. Es más, estamos hechos para enfadarnos, entristecernos, herir, tropezar y caer. Pues esa es la finalidad de la vida: afrontar los problemas, aprender, adaptarnos y solucionarlos con el paso del tiempo. Eso es lo que, en última instancia, nos convierte en lo que somos.

3. Deja de engañarte a ti mismo. – Puedes engañar a cualquier persona del mundo, pero no a ti mismo. Nuestras vidas solo mejoran cuando corremos riesgos y el primer y más difícil riesgo que podemos correr es empezar a ser honestos con nosotros mismos.

4. Deja de poner tus propias necesidades en último lugar. – Lo más doloroso de todo es perderte en el proceso de amar demasiado a otros, tanto como para olvidarte de que tú también eres especial. Sí, ayuda a los demás, pero ayúdate a ti mismo también. Si hay un momento para perseguir tu pasión y hacer algo que sea importante para ti, ese momento es ahora.

5. Deja de intentar ser alguien que no eres. – Uno de los mayores desafíos de la vida es ser uno mismo en un mundo que intenta convertirte en otra persona. Siempre habrá alguien más guapo que tú, más inteligente que tú o más joven que tú pero ellos nunca serán tú. No cambies para que los demás te acepten. Sé tú mismo, y las personas adecuadas querrán a tu «yo» auténtico.

6. Deja de vivir en el pasado. – No puedes iniciar un nuevo capítulo en tu vida si permaneces anclado releyendo el anterior.

7. Deja de asustarte por cometer errores. – Hacer algo y equivocarse es por lo menos diez veces más productivo que no hacer nada. Todos los éxitos esconden tras de sí una lista de errores y, cada nuevo error, te conduce al éxito. Al final, te arrepentirás más de las cosas que NO hiciste que de las que sí hiciste.

8. Deja de regañarte por los errores que cometiste. – Podemos amar a la persona equivocada y llorar por lo malo que nos ha ocurrido, pero no importa cómo de mal nos haya ido porque una cosa es segura: los errores nos ayudan a dar con las personas y las cosas que nos convienen. Todos cometemos errores, tenemos problemas e incluso lamentamos sucesos de nuestro pasado. Pero tú no eres tus errores, ni tus problemas y AHORA es cuando tú estás aquí, con la posibilidad de modelar tu día y tu futuro. Todas y cada una de las cosas que suceden en tu vida te preparan para un momento que aún está por llegar.

9. Deja de intentar comprar la felicidad. – Muchas de las cosas que deseamos son caras. Pero lo cierto es que las cosas que verdaderamente nos satisfacen son completamente gratis: el amor, reírse y trabajar en lo que nos apasiona.

10. Deja de buscar la felicidad exclusivamente en los demás. – Si no estás a gusto contigo mismo, tampoco serás feliz en una relación a largo plazo con otra persona. En primer lugar, tienes que crear la estabilidad en tu propia vida antes de poder compartirlo con alguien más.

11. Deja la pereza. – No pienses demasiado porque, si no, generarás un problema que ni siquiera estaba ahí. Analiza las situaciones y pasa a la acción. No puedes cambiar aquello a lo que te resistes a afrontar. Progresar implica riesgo. ¡Punto! No puedes llegar a la segunda base si todavía tienes un pie en la primera.

12. Deja de pensar que no estás listo. – Nadie se siente nunca listo al 100% cuando se presenta una oportunidad. Y es que la mayoría de las grandes oportunidades de la vida nos obligan a salir de nuestra zona de confort, lo que significa que no nos sentiremos completamente cómodos al principio.

13. Deja de implicarte en relaciones por motivos equivocados. – Las relaciones deben escogerse sabiamente. Más vale estar solo que mal acompañado. No hay ninguna necesidad de precipitarse. Si algo tiene que ser, será: en el momento adecuado, con la persona adecuada y por el motivo adecuado. Enamórate cuando estés listo, no porque te sientas solo.

14. Deja de rechazar nuevas relaciones solo porque las anteriores no funcionaron. – En la vida te darás cuenta de que conoces a las personas por un motivo. Algunas te probarán, otras te usarán y otras te enseñarán. Pero lo más importante, algunas sacarán lo mejor que hay en ti.

15. Deja de competir con los demás.– No te preocupes de lo que otros hacen mejor que tú. Concéntrate en batir tus propios records día a día. El éxito es una batalla en la que solo compites TÚ CONTIGO MISMO.

16. Deja de envidiar a los demás. – La envidia es el arte de fijarse en las virtudes de los demás sin reparar en las propias. Pregúntate esto: «¿Qué tengo yo que querrían los demás?».

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17. Deja de lamentarte y de compadecerte de ti mismo. – La vida nos plantea dificultades por una razón: para orientar nuestro camino en la dirección más adecuada para cada uno de nosotros. Puede que no lo veas o no lo entiendas del todo en el momento en que las cosas ocurren, y puede que sea duro pero, reflexiona sobre las dificultades que soportaste en el pasado; comprobarás que, casualmente, te condujeron a un lugar, una persona, estado de ánimo o situación mejores. Así que ¡sonríe! Deja que todo el mundo sepa que hoy eres un poquito más fuerte que ayer, y lo serás.

18. Deja los rencores. – No pases tu vida albergando odio en tu corazón. Acabarás tú mismo haciéndote más daño que las personas a las que odias. Perdonar no significa decir «no importa aquello que me hiciste», sino «no pienso dejar que lo que me hiciste acabe con mi felicidad para siempre». El perdón es la respuesta… déjalo, encuentra la paz y ¡libérate! Y recuerda que el perdón no se refiere solo a los demás sino también a ti mismo. Si tienes que hacerlo, perdónate a ti mismo, pasa página y trata de hacerlo mejor la próxima vez.

19. Deja de permitir que otros te rebajen a su nivel. – Niégate a bajar tu nivel para acomodarte al de aquellos que se niegan a subir el suyo.

20. Deja de perder el tiempo justificándote ante los demás. – Tus amigos no lo necesitan y tus enemigos no lo creerán, de todas formas. Simplemente, haz lo que tú consideres correcto.

21. Deja de hacer lo mismo una y otra vez sin tomarte un descanso. – El momento para darse un respiro es cuando no tienes tiempo para ello. Si sigues haciendo lo que haces, seguirás obteniendo lo que has obtenido hasta ahora. A veces es necesario distanciarse para ver las cosas con claridad.

22. Deja de ignorar la belleza de los pequeños momentos. – Disfruta de las pequeñas cosas, porque un día mirarás atrás y descubrirás que ésas fueron las grandes cosas. La mayor parte de tu vida estará compuesta por los pequeños e innombrables momentos que pasas sonriendo con la gente que te importa.

23. Deja de intentar que todo sea perfecto. – El mundo real no recompensa a los perfeccionistas, sino a quienes hacen las cosas.

24. Deja de seguir el camino del mínimo esfuerzo. – La vida no es fácil, sobre todo si tu objetivo es lograr algo valioso. No tomes el camino fácil. Haz algo extraordinario.

25. Deja de actuar como si todo estuviese bien cuando en realidad no lo está. – No pasa nada porque un día te derrumbes. No tienes que fingir todo el tiempo que eres fuerte ni tampoco hay necesidad de que demuestres constantemente que todo va bien. Tampoco debería preocuparte lo que los demás piensen: si necesitas llorar, hazlo; te vendrá bien desahogarte. Cuanto antes lo hagas, antes volverás a sonreír.

26. Deja de culpar a los demás por tus problemas. – Las probabilidades de que alcances  tus sueños dependen de la medida en la que hayas asumido la responsabilidad de tu vida. Cuando culpas a los demás de lo que te sucede estás negando tu responsabilidad: le estás otorgando a los demás poder sobre parte de tu vida.

27. Deja de intentar serlo todo para todos. – Simplemente, es imposible e intentarlo acabará quemándote. Pero hacer sonreír a una persona PUEDE cambiar el mundo. A lo mejor no al mundo entero, pero sí al de esa persona así que, limita tu foco.

28. Deja de preocuparte tanto. – El hecho de que te preocupes no te quitará la carga mañana, pero si la felicidad de hoy. Una forma de saber si merece la pena calentarse con algo es preguntarse: «¿Importará esto dentro de un año? ¿de tres? ¿de cinco?» Si la respuesta es que no, entonces no merece la pena.

29. Deja de centrarte en lo que no quieres que ocurra. – Céntrate en lo que sí quieres que te suceda. El pensamiento positivo es clave en todas las historias de grandes éxitos. Si te despiertas cada mañana con la idea de que algo maravilloso va a suceder en tu vida, y prestas mucha atención, a menudo descubrirás que estabas en lo cierto.

30. Deja de ser desagradecido. – No importa lo bien o mal que te vaya, levántate cada mañana dando gracias por estar vivo. En algún lugar alguien está luchando desesperadamente por los suyos. En lugar de pensar en lo que te falta, trata de pensar en lo que sí tienes y que les falta a los demás.

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Fuente: Laura Ribas – www.lauraribas.com

Sentirse Indefenso

Mira este vídeo, son sólo nueve minutos.

En primer lugar y desde mi posición especismo cero, el propio experimento con perros que es el ejemplo del vídeo, ya me parece injusto e indigno. La razón de estos dos adjetivos es que en un experimento con humanos, éstos dan su consentimiento para vivir la experiencia y se someten voluntariamente a los efectos en su persona. De manera que, sea lo que sea en lo que consista el experimento, dichos humanos ejerciendo su libre albedrío, lo aceptan.

Pero cuando es un animal (perro, mono, gato, hámster, etc.) el sometimiento es forzado dado que ellos no lo eligen. Es un acto de dominación, de esclavitud, de crueldad. Y no lo justifica aquello de en aras de la ciencia, no. Creo que es preferible morir o caer en una enfermedad, que salvarnos torturando a otros seres, matando a otros seres, tratando sin dignidad cualquier vida.

Desde que el año pasado, los científicos del mundo afirmaron que sí, que era cierto: los mamíferos y otras especies, tienen consciencia, sienten dolor, sienten emociones, el predominio de la especie Homo Sapiens sobre las demás especies, deja de tener ninguna lógica (salvo la del egoísmo, la maldad, el goce morboso en el dolor y el sometimiento de otro).

Sin embargo, el experimento del vídeo tiene lugar en los años setenta, época en la que la toma de consciencia sobre el especismo, apenas de estaba gestando. De manera que, tomemos el mensaje, obviemos el modo en cómo se obtiene.

¿Cuál es el mensaje clave de esta demostración?

Yo creo que son dos: el primero se refiere a la manera como funciona el aprendizaje de un comportamiento. En este funcionamiento, los humanos y los mamíferos en general, aprendemos igual. Las leyes del comportamiento son las mismas, y son muy entendibles:

La probabilidad de que una conducta o comportamiento se repita, depende directamente de la clase de respuesta (reforzador) que obtiene. Imaginemos un ejemplo, con las famosas (y terribles) máquinas tragaperras. Se inserta una moneda (conducta) y la respuesta de la máquina es sonidos, luces, movimiento, la rueda en la pantalla gira sin parar. La siguiente conducta es apretar ciertos botones para conseguir que en la pantalla los 3 signos sean idénticos. La respuesta vuelve a ser sonido + luces + movimiento, finalmente conseguir o no, el premio. Esta última respuesta de la secuencia de conductas, varía. El premio aparece como consecuencia de la primera serie de conductas, o en la segunda o en la quinta o en la décima…Esta variación se llama refuerzo intermitente, es decir, aleatorio. Es el reforzador más potente, puesto que al no saber en qué repetición de la conducta ocurrirá (saldrá premio), la persona sigue haciendo la conducta muchas veces (hasta que se le acaba el dinero). Este refuerzo intermitente es el que aumenta la probabilidad de que la conducta se mantenga. Piensa ahora tú, en alguna de las muchas conductas que haces que tienen reforzador intermitente. ¿Te das cuenta de lo bien que funciona cuando las consecuencias (premio) son positivas, potenciadoras de nuestro ser, beneficiosas? Por ejemplo, estudiar sin que en ese momento de estudio haya un premio de nota, hacer ejercicio sin que en ese momento se gane ninguna medalla…Pero piensa también en cuántas ocasiones este hábito pertinaz es para mantener conductas perjudiciales para nosotros (tabaco, alcohol, comer en exceso…) Muchos problemas con lo que nos hemos de enfrentar tienen que ver con el modo en cómo hemos aprendido a enfrentar los problemas (sin saberlo, se ha condicionado nuestra conducta -física, emocional y mental- con un reforzador intermitente negativo: huir del dolor, de la angustia, de la ansiedad…)

El segundo mensaje se refiere a lo susceptibles que somos de ser condicionados con manipulación (es decir, con plena consciencia del manipulador de lo que hace y de lo que quiere conseguir con nosotros). Esto quiere decir que estamos indefensos (o casi) a la indefensión inducida.

Realmente, en la historia de los campos de concentración, la indefensión inducida está más que explicada. Las personas reaccionaban con pasividad ante la tortura y la muerte, y es por esa razón que los torturadores pudieron cumplir su misión con relativa facilidad.

 Pero también en esa historia, los campos de concentración tienen numerosos ejemplos de personas que se resistieron a la trampa de la indefensión, y pudieron sobrevivir. Cuando pudieron contar sus historias, todos coincidían en que no estaban allí. ¿Cómo? nos preguntamos. Pues sí, no estaban allí emocionalmente. Estaban en el futuro, libres de esa pesadilla, disfrutando con sus seres amados de la vida. O estaban en el pasado, gozando del amor de los suyos. El dolor, la presión, el entorno, quedaban amortiguados: sí que dolía, sí que era horrible, pero tenían una opción para escapar: su mente. Esto es lo que les diferenció de sus compañeros asesinados: tenían una opción y aquellos no.

La última parte del vídeo, es un experimento con ítems muy poco agresivos: una trampa de lenguaje en un ejercicio con estudiantes. Sin embargo, los sentimientos que provoca son igualmente potentes: desconfianza, confusión, inferioridad. ¿Cuántas veces cosas muy pequeñas nos han herido grandemente? Sí, los humanos también somos muy experimentables, maleables, manipulables…

Pero también podemos ser invencibles. La diferencia estriba en sí podemos apoyarnos internamente a nosotros mismos, o creemos que no (porque poder, siempre podemos).

Cuando te sientas indefenso o indefensa, detente. Sepárate de ese sentimiento, preguntándote por ejemplo: ¿con qué sentimiento agradable puedo conectar ahora mismo? Y tu mente, a la que le es imposible dejar de contestar a una pregunta, te responderá trayéndote un sentimiento agradable en que fijarte.

Desde ese sentimiento agradable que te ha devuelto la calma, ponte a pensar en eso que te hace sentir indefenso. Dale la vuelta una vez y otra y otra…Busca otras explicaciones, busca otras salidas…Y en última, si no la encuentras, sácate tu As de la manga, y di:

Yo estoy bien al margen de todo lo demás

Esto tiene una explicación aunque yo la ignore

Puedo aguantar esto y mucho más hasta resolverlo

Siempre existe una opción. Has de mirar hacia dónde está. Siempre existe una opción. Está en ti, en tu mente, en tu corazón. Nadie puede esclavizarte (en cualquiera de los niveles de esclavitud), si tú no quieres.

Tu mente es tu comodín ¿y tú, ya estás siempre de tu lado?

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Fuente: Susi Grau – Nuevo Dínamo

Diez pautas para eliminar la «basura emocional»

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«La psicóloga Ciara Molina afirma que pensar en positivo nos hace actuar en positivo, y al revés»

El caso de la psicóloga Ciara Molina es excepcional. Ella misma cuenta cómo fue la primera sorprendida al ver el éxito de Psicologa Emocional en su perfil de Facebook. En él decidió mostrar una cara de su profesión mucho más amable y cercana, «que intentase llegar al corazón de las personas». Lo fue llenando de frases positivas, canciones optimistas, debates abiertos, pinturas… y consiguió crear una especie de consulta virtual donde todos participaban y se ayudaban los unos a los otros. «Me dí cuenta de la gran necesidad que tiene la gente de expresar sus sentimientos, e Internet resultaba un medio que, lejos de parecer frío, facilitaba este contacto desde la salvaguarda del anonimato si así se requería», explica. La demanda fue tan grande, que se animó a probar intervenciones terapéuticas a través de tres medios virtuales: correo electrónico, chat y videoconferencia.

La evolución fue bastante lenta al principio pero «había que perder el tiempo a esta nueva manera de aplicar la psicología». Hoy puede decir que tiene más de un millón de seguidores. «La gente tiene mucha necesidad de encontrar su equilibrio emocional y la página es un medio de fácil acceso donde poder expresarse y aprender sobre sí mismos», cuenta. Depresión, ansiedad, estrés… abundan entre las consultas realizadas. «Como psicóloga estoy acostumbrada a paliar estas dolencias pero, ¿no sería más interesante prevenirlas?» se pregunta esta profesional. Esta misma idea le ha llevado a escribir el libro «Emociones expresadas, emociones superadas», donde pretende enseñar toda una serie de técnicas que ayuden a las personas a gestionarse emocionalmente de una forma sana.

1. Pensamientos positivos o negativos, tú eliges. Según Molina, «los pensamientos negativos generan una enorme cantidad de malestar, y su manifestación común es la ansiedad». Los positivos, en cambio, provocan todo lo contrario a nivel emocional. Así, con afirmaciones positivas, lograremos modificar el pensamiento a través del uso del lenguaje. Se trata, prosigue esta experta, «de que te creas lo que te dices, no solo que te quedes con las palabras: «me quiero», «me valoro», «soy capaz»… Hay que animarse a potenciar aquello que quieres atraer y tu pensamiento abrirá el camino emocional que te ayudará a alcanzarlo», asegura.

2. Creando expectativas, acumulando frustraciones. Tendemos a fijarnos demasiado en lo que consideramos que nos hace falta, y esto nos dificulta poner atención en lo que somos, sentimos y pensamos en nuestro día a día. No podemos saber lo que v a pasar de aquí a cinco años, pero sí podemos gestionar adónde queremos llegar dando pequeños pasos desde el hoy. «La mejor manera de no excedernos en nuestras expectativas será establecer pocas y a corto plazo, al hacerlas alcanzables ganaremos confianza», asegura Molina.

3. La actitud determina el estado de ánimo. ¿Alguna vez has tenido la sensación de vivir un día pésimo desde que te levantas hasta que te acuestas? o, por el contrario, ¿no te ha pasado que de repente sientes que te comes el mundo y que todo lo que acontece a tu alrededor parece estar en sincronía contigo? «Lo que determina uno u otro es la actitud con la que nos enfrentamos a él», afirma esta psicóloga. «El mundo según lo vemos no es más que un reflejo de nuestro estado interior: cuanto más optimistas seamos a la hora de interpretar lo que nos pasa, mejor valoración haremos de nosotros mismos (autoestima) y mejor adaptación al medio tendremos. Por tanto, toda actitud positiva comienza por tener una autoestima saludable».

4. Voluntad sin acción es papel mojado. Cuando nos sentimos decaídos, lo primero que perdemos es la voluntad. «Sabiendo que la voluntad es nuestra capacidad para decidir si realizar un determinado acto o no, ¿por qué escoger quedarse en la oscuridad pudiendo ver la luz?», se pregunta Molina. Para tener una buen a predisposición a la acción voluntaria ella aconseja ser receptivo, priorizar los pasos, visualizar positivamente aquello que queremos que suceda…

5. Salir de la zona de confort, definiendo zona de confort como todo aquello que nos rodea y con lo que nos sentimos cómodos. ¿Cómo salir de la zona de confort? Molina aconseja al respecto explorar nuevos horizontes y dejar que la vida nos sorprenda. «Perder el miedo a avanzar, a descubrir nuevos mundos y buscar oportunidades que nos aporten nueva sabiduría. Cuando decidimos explorar más allá de los límites que nos autoimpusimos empezamos a entrar en lo que se conoce como la «zona de aprendizaje»».

6. Quiero, puedo, me lo merezco. «Tenemos que tener claro que lo que nos define no son las opiniones positivas que los demás puedan tener o las críticas a las que nos veamos expuestos, sino la valoración que hacemos de nosotros mismos. Es decir, de la autoestima», señala Molina.

7. Autoestima: camino al bienestar. Para hacer que mejore, esta psicóloga recomienda que «nos aceptemos, tengamos confianza plena en lo que hacemos, nos cuidemos a nosotros mismos, seamos autosuficientes emocionales, aprendamos a poner límites, realicemos autocrítica constructiva, sepamos que somos los únicos responsables de lo que nos pasa, nos dediquemos un momento al día solo para nosotros, y apostemos por el sentido del humor, entre otras muchas cosas que podemos hacer».

8. Aceptación, pero no olvido. No se olvida, se supera, dice Molina. «Superamos relaciones, miedos, malestares, frustaciones, pérdidas y heridas emocionales. Eso sí, el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional y pensar constantemente en borrar nuestros recuerdos negativos no hará más que hacerlos más conscientes», afirma. Por eso para que un malestar se supere no podemos negar que exista, necesitamos admitirlo para cambiarlo», añade.

9. Críticas, ¿constructivas o destructivas? Lo que diferenciará que una crítica sea catalogada de constructiva o destructiva será la intención con la que se dice, las palabras que se escogen y la manera de decirla. «Pero por muy destructiva que sea la crítica, si no se le da importancia, no se vivirá como una ofensa». «Asimismo, cuando seamos nosotros los que formulemos la crítica, no debemos ser apresurados a la hora de opinar, debemos dejar claro el aprecio, basarla en el respeto, y expresarla en el momento adecuado… además de ser conscientes de que el otro tiene derecho a réplica», recuerda.

10. La comunicación, por último, como base del equilibrio emocional. Resulta imprescindible saber comunicarnos, entendernos y comprendernos los unos a los otros. Una buena o mala comunicación puede marcar la diferencia entre tener una vida feliz o tenerla llena de problemas. Para que la comunicación sea efectiva y emocionalmente sana partiremos de las siguientes premisas: Tendremos la actitud adecuada, nos centraremos en un tema en concreto, escucharemos con atención, nos expresaremos de forma clara y directa, diremos lo que pensamos y sentimos, aceptaremos la opinión del otro, no daremos nada por supuesto, preguntaremos, y seremos coherentes con lo que decimos y lo que expresamos de una manera no verbal.

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Fuente: Carlota Fominaya – ABC.es

 

 

Como Liberarnos De Creencias Limitantes

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Descubriendo lo valioso que somos y el potencial que llevamos dentro.

Liberándonos de viejos paradigmas que nos decían esto no es para ti.

En donde existía una diferencia entre un nivel y estilo de vida con el otro.

Sabiendo que cuando realmente queremos algo lo conseguimos porque buscamos la forma de obtenerlo.

Cuando realmente queremos algo no bajamos los brazos ante el primer obstáculo o el primer no que nos dicen.

Buscamos otros caminos otras alternativas de conseguirlo.

Muchas veces nos limitamos en todos los órdenes de la vida.

En el orden social diciendo como se va a fijar en mi, cómo va tener tiempo para mí, entonces nos limitamos ni le hablamos y no logramos estar con personas que quisiéramos estar porque así lo decidimos nosotros antes de darnos una oportunidad.

Nos limitamos poniendo a la otra persona muy alta y a nosotros muy bajo. Cuando aprendemos a valorarnos a tener nuestra autoestima alta, vemos lo bueno de los demás pero también lo bueno nuestro. En lo que también nosotros podemos mejorar.

Al no limitarnos de seres especiales, comenzamos a ser nosotros cada día más especiales.

En el orden económico nos limitamos no comprando lo que queremos quizás porque tenga un valor alto o por la costumbre del no puedo.

Constantemente vemos personas que viven diciendo no puedo y después quizás si pueden gastar en aquello que le hace mal como es el cigarrillo. Allí nos damos cuenta que estamos repitiendo palabras por costumbre y no nos damos cuenta que a larga así lo creemos y así nos pasa. Logramos que no podamos tener dinero para terminar el mes o para ahorrar o para comprar aquello que queremos.

Peor aun es aquellas personas que estando en ventas tienen esas creencias tan limitantes que hasta cuando te están ofreciendo algo te dicen que tienen otro producto pero es muy caro.

Fueron educados de tal manera que transfieren lo que ellos piensan en lo que pueden llegar a pensar los demás, sin darse cuenta que no todos tenemos los mismos parámetros de caro y barato ni siquiera en un mismo país.

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También podemos tener creencias limitantes hasta para el estudio  pensando que no podemos ser lo que queremos ser por lo que sabemos. Muy común es escuchar de no seguir algo por no ser bueno para ello.

Si queremos serlo podremos ser médico, arquitecto, contador, todo se puede lograr si nos esforzamos y trabajamos para ello, si nos cuesta el estudio quizás no rindamos cuatro materias por cuatrimestre quizás podamos la mitad, nos lleve más tiempo pero si lo queremos, lo conseguiremos.

Si es por dinero quizás tengamos que trabajar pero después de trabajar con esfuerzo iremos a estudiar y a la larga obtendremos nuestro título. Nada nos debe limitar mucho menos los años.

Tenemos que aprender a disfrutar de lo que hacemos sin darle tanto valor a lo que piensan los demás.

Muchas veces nos limitamos de hacer cosas por lo que piensen los demás sin darnos cuenta que a veces ni están pensando en nosotros y otras muchas si nosotros les demostramos lo valioso que es para nosotros lo que estamos haciendo nos entenderían más.

Algunos traen creencias de palabras que les decían desde cuando eran chicos, no eres bueno para hablar, eres muy tímido, no eres bueno para matemática, no sabes expresar tus sentimientos, tantas cosas pueden decir.

No importa cuantas, sino importa a cuantas las dejamos en nuestra mente y las fuimos alimentando nosotros para que sigan después de años.

Por eso lo importante es dar lo máximo, descubrirnos y valorar lo que somos.

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Fuente: Patricia Mónica Canseco – Nuevo Dinamo

Cinco grandes mitos sobre los límites personales

Los límites están en todas partes, presentes casi en cada rincón de nuestras vidas. Piensa en los pasos de peatones, en las horas de oficina, en las normas de circulación o en las propias normas sociales. Entendemos que estos parámetros son vitales para protegernos. Sin embargo, cuando se trata de establecer límites personales, los mitos abundan. Suponemos erróneamente, desde que imponer límites puede ser algo egoísta hasta que el amor verdadero es ajeno a los límites.

A continuación exponemos algunas de las realidades que se encuentran detrás de los mayores mitos sobre los límites personales:

Mito 1. Los límites nos alejan de los demás.

La realidad es que los límites son realmente claves para las relaciones personales. Según algunos autores, los límites ayudan a distinguir entre sí mismo y los demás,  y esta percepción ayuda a mantener relaciones más saludables y duraderas.

Los individuos con una diferenciación saludable de sí entienden que son distintos de los que les rodean. En otras palabras, aprenden a diferenciar sus propios sentimientos, pensamientos, necesidades y experiencias. Esto les permite permanecer verdaderamente conectados con los demás sin perder su propio sentido de sí mismo.

Mito 2. El amor no requiere límites.

En muchas familias y círculos de amistad, la expresión ‘te amo’ se equipara con ‘Estoy dispuesto a hacer lo que me pidas en cualquier momento’. Esto supone que en nombre del amor verdadero, muchas personas terminan cediendo a demandas que causan daño, que provocan resentimiento y que, finalmente, pueden destruir la relación.

A veces, y más a menudo de lo que creemos, el gesto más amoroso es decir que no, particularmente en las relaciones con nuestros hijos.

Mito 3. Los límites son egoístas.

La realidad que subyace a este mito es que ayudarás a mucha más gente si estás lleno de energía que si estás agotado, resentido y excesivamente comprometido. Decir que sí te hará sentir bien en ese momento, pero cuando no seas capaz de mantener tu compromiso estarás decepcionando a los demás y a ti mismo.

Decir no puede parecer decepcionante en el momento, pero a la larga te hará ayudar a más personas con mayor eficacia. Además, los límites son realmente útiles para los demás, ya que proporcionan una comprensión más clara de lo que somos, lo que nos importa, y nuestra forma de actuar.

Mito 4. Establecer límites requiere cierta maldad.

La realidad es que en general las personas no perciben los límites personales como un castigo. Este mito puede provenir de personas con límites débiles, cansadas de ser atropelladas o ignoradas. Por otra pare, los límites no requieren de acciones intensas ni violentas. De hecho, a veces los límites más fuertes y eficaces no requieren ni siquiera de palabras.

Mito 5. Los límites requieren demasiado tiempo.

En realidad, es más bien todo lo contrario. Una vida sin límites puede llegar a agotar tu tiempo, tu energía y tus emociones. Las líneas imaginarias que trazamos alrededor de nuestros cuerpos, relaciones, objetos, sentimientos y creencias nos dan el tiempo, la seguridad, los recursos y el enfoque necesario para construir nuestra propia vida y el mundo que estemos dispuestos a crear a nuestro alrededor.

Completamos este artículo con una excelente Guía para el establecimiento de normas y límites en el ámbito familiar, editada por madridsalud.es, en la que se ofrece una visión de las funciones básicas del establecimiento de normas y límites, sus características principales, y las pautas a seguir para establecer las normas en el seno de la familia como primer agente socializador.

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Fuente: Psicopedia.org