¿Por qué es importante para las mujeres re-conectar con nuestros ciclos y aceptar nuestro cuerpo?

Debido al estilo de vida actual, me encuentro con muchas mujeres que se preguntan qué fue de su feminidad, y se sienten perdidas a la hora de reconectar con ella. Sentimos que lo que estamos haciendo es competir con los hombres (laboralmente y en nuestra vida personal) y ello nos aleja cada vez más de la aceptación de ser mujer.

Al final, esto expresa en nuestro cuerpo, nos cuesta mover de manera armoniosa las caderas, e incluso renegamos de las formas de nuestro cuerpo. Por otra parte, otras mujeres inseguras se hacen retoques una y otra vez para agradar. Nos educaron para eso, para agradar, y ahora debemos “educarnos” de nuevo.

Así, sentimos una parte en la que queremos ser fuertes y guerreras, y por el otro femeninas. No tiene que ver una cosa con la otra, puedes ser las dos cosas, sólo hay que saber equilibrarlo.

Por la vida moderna, renunciamos a muchas cosas: a tener hijos cuando nos apetece, a darnos tiempo a nosotras mismas…está bien cuidar a los demás, pero no renunciando a cuidarnos a nosotras mismas.

En cuanto a la renuncia de la feminidad, nos trae problemas en cuanto a nuestros órganos genitales, y las partes representativas de la feminidad (caderas, pecho…) Esto es una evidencia de que nuestro cuerpo no está relajado.

Es importante volver a conectar con nuestro cuerpo, pero en vez de esto, la mayoría del tiempo nos lo pasamos luchando contra él. Además, también nos hemos desconectado de la intuición, otra gran aliada nuestra a la que hemos aprendido a no dar importancia.

A nivel energético, todo esto se nota. Cada vez nos sentimos más y más agobiadas con nuestra vida, e inconscientemente puede que le echemos la culpa a haber nacido mujer, pero cuando reconectas con tus ciclos, con tu intuición y recuperas tu energía, te sientes más poderosa y disfrutas de tu complejidad y feminidad. Quizá por este motivo nos va bien conectarnos con el poder Lunar, así podemos seguir determinados ciclos.

Veamos los bloqueos más comunes en las mujeres y establezcamos correspondencias con los chackras:

Comenzando por los pies, representantes de los chakras secundarios del primero, el chackra raíz. Aparte de las malas posturas y la inseguridad al caminar, muchas mujeres tienen dolor en las rodillas. Piernas y pies se asocian a la dirección que queremos tomar en nuestra vida. El primer chackra representa la seguridad, si nos sentimos inseguras nuestro caminar también lo es.

También muchas mujeres sufren de estreñimiento, relacionado con el apego. El apego suele suceder cuando no nos sentimos seguras y necesitamos apegarnos a algo o alguien, algo por desgracia habitual en mujeres que se sienten inseguras de sí mismas. También los riñones son parte del primer chackra.

El segundo chackra, situado por debajo del ombligo, es el asociado con la creatividad y el sexo. En este chackra se dan las cualidades de compartir la intimidad y la creatividad para llevar adelante nuestra vida. También la maternidad se encuentra en este centro. Si no nos sentimos seguras (lo cual viene del 1r chackra) ni nos sentimos preparadas para los cambios y el compartir, puede que inconscientemente rechacemos nuestra maternidad. Muchas mujeres desean tener un hijo pero al mismo tiempo piensan que las pueden echar del trabajo o no tener más oportunidades laborales, no saben cómo se van a organizar porque no tienen tiempo, y al final o bien no se quedan embarazadas o hay algún aborto espontáneo. También se asocian a esta energía los problemas con la regla o en los órganos genitales, algo muy común hoy en día.

Aquí se encuentra también la sensualidad, aparte de la sexualidad. Sensualidad viene de sentidos. Una manera de entrenar nuestra sensualidad es tan sencillo como un masaje con crema, tocar nuestra piel, entrenar nuestros sentidos con un baño de esencias. Esto a su vez toca la creatividad y la sexualidad. A veces nos dejamos sin darnos cuenta y cosas tan sencillas como éstas pueden cambiar otros aspectos de nuestra vida o darnos otra perspectiva y ayudarnos a vernos a nosotras mismas como una persona valiosa.

Además, de vez en cuando hacer algo así, nos ayuda a tener pensamientos elevados, ya que normalmente, por muy espirituales que seamos, nos dejamos arrastrar por la monotonía: ahora hay que hacer esto, luego aquello…y no nos detenemos ni a pensar. En los momentos en que practicamos estos sencillos consejos vivimos el momento presente y nos paramos a pensar (o simplemente a sentir, lo cual ayuda a desarrollar nuestra intuición).

El tercero, es el chackra del poder personal: necesitamos un centro fuerte para llevar adelante nuestros proyectos. Pero si ponemos demasiada energía podemos volvernos controladoras y ser presas de la ira. Al contrario, si tenemos un 3r chackra débil, estamos indecisas y por tanto no podemos ser responsables de nuestra propia vida, pues suelen ser los demás quienes decidan por nosotras.

En el pecho encontramos el cuarto chackra, donde se encuentran la compasión y el amor. A menudo y desde mi experiencia, el problema no se encuentra en el amor que enviamos hacia fuera, sino desde dentro hacia fuera. Asi, hay mujeres que ofrecen su amor y se dedican a los demás, pero no se quieren a sí mismas, lo cual no funciona, ya que con el tiempo, estas mujeres no tienen sentido de sí mismas, se sienten como si no tuvieran vida propia y a veces acaban con depresión.

Por proximidad encontramos el 5º chackra, el de la comunicación. Normalmente, las mujeres tenemos la habilidad sobre los hombres de comunicarnos mejor a nivel hablado. Sin embargo, por educación o herencia cultural, nos sentimos cohibidas de expresar determinadas cosas. Así, yo he visto muchas mujeres con problemas en el cuello, afonías, etc., ya que han dejado de decir cosas que querían expresar.

En cuanto a la intuición, se encuentra en la glándula pituitaria, el lugar del 6º chackra, la zona del entrecejo. Éste es el centro de la intuición, de la cual desgraciadamente nos hemos desconectado.

Aprender a ser más intuitiva es relativamente fácil, sólo nos tenemos que hacer caso más a menudo y no ser tan racionales ni pensar con la mente de los demás. ¿Cúantas veces nos ha sucedido algo y hemos acabado pensando “si hubiera hecho caso a mi intuición”?

Y dicho todo esto, podéis ver cómo el cuerpo nos da mensajes, sólo debemos pensar en qué mensaje nos está regalando, pues éstos nos pueden ayudar a saber qué aspecto de nosotras debemos trabajar.

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Autora y colaboradora escribiendo artículos: Yolanda Benages / www.yolandabenages.com/

La obligación de querer a tu bebé

En el imaginario colectivo está la idea de que una madre siempre quiere a su bebé desde el primer momento. Una forma de amor a primera vista, irracional e inmediato.

Sin embargo, esta idea que puede parecer inocente, no sólo es errónea, sino que supone una pesada losa para algunas madres que no experimentan este esperado sentimiento, haciéndolas creer que hay algo mal en ellas y pudiendo afectar a su autoestima o a su percepción sobre su futuro rol de madre.

Pese a que es habitual encariñarse (o apegarse) a un hijo o hija desde el primer momento en el que las mujeres saben que están embarazadas, o tras dar a luz, también es habitual que esto no pase. Al igual que los bebés no están apegados a sus madres desde el nacimiento.

¿Cuándo nos encariñamos con nuestros hijos?

Para la mayoría de las mujeres, el apego a sus futuros hijos crece conforme progresa el embarazo. En torno a un 20% de mujeres embarazadas ya muestran un fuerte apego hacia el ser que crece en su interior durante el primer trimestre.

Por el contrario, existen otras mujeres en las que este sentimiento no tiene lugar hasta el parto, y otras veces se produce un tiempo después (en torno a un mes). Todas las situaciones son totalmente normales, se producen en muchas mujeres, y no deben ser motivo de alarma, de preocupación, ni de presión social.

¿Cuándo se encariñan nuestros bebés con nosotros?

Las crías humanas están biológicamente predispuestas a formar un vínculo de apego hacia los adultos, pues de ello depende su supervivencia, y por consiguiente, la supervivencia de la especie entera.

Al igual que las características físicas propias de la apariencia de bebé atraen a los adultos (tamaño cabeza-cuerpo desproporcionado, rostro redondeado, ausencia de vello…), los bebés también vienen “programados” para sentirse realmente cautivados por la apariencia de los adultos.

El rostro humano, según diversos estudios, reúne “casualmente” todas las características estimulares visuales que atraen a los bebés: complejo (pero no abrumador), simétrico, con contraste, brillante, con movimiento… Al igual que la voz humana, que es el estímulo auditivo que más atrae su atención. Especialmente el llamado “baby-talk”, que es esa forma especial (algunos dirían ridícula) de hablar a los pequeños, acercándonos mucho a su rostro, con un tono más agudo plagado de cambios, repitiendo las frases e incluso dejando tiempo para que ellos respondan (aún cuando no saben decir ni una palabra).

Pese a todo esto, los niños no nacen apegados a sus padres o madres. Entre los 2 y los 7 meses los bebés se muestran sociables con cualquier persona y no expresan preferencias muy marcadas hacia nadie en especial, aunque parecen más cómodos con el cuidador principal (que en la mayoría de los casos es la madre). Este fenómeno es un mecanismo evolutivo que pretende asegurar la supervivencia de la especie en el caso de que la madre falte.

En este periodo, los bebés aprenden muchas cosas, destacando tres principales que nos interesan ahora. El primero es la reciprocidad (en las interacciones sociales uno actúa y reacciona a la conducta del otro) como podemos verlo en los juegos infantiles, como es el típico juego de «cucu, tras». En segundo lugar, la efectividad (su conducta puede afectar a la conducta del otro de manera consistente y predecible), por ejemplo ver que cada vez que tiran el chupete, la madre lo recoge. Por último, la confianza (se puede contar con el cuidado del otro cuando se necesita), por ejemplo, sabiendo que si tienen gases, la madre les ayudará a eliminarlos y que les deje de doler la barriga.

Como se ha adelantado, no será hasta los 7-9 meses cuando comience a forjarse la relación preferencial por la madre. Casi a la vez, en torno a los 8 meses, suele aparecer eso que se llama “el miedo a los extraños”. Es en estos momentos en los que se suele oír: “Este niño está enmadrado” o «Este niño tiene mamitis«. El miedo a extraños no es más que una aparente cautela ante los desconocidos y la aparición de protestas cuando es separado del cuidador principal. Es en esta etapa cuando los bebés comienzan a realizar una jerarquía de sus cuidadores preferidos.

Será entre los 12  y los 20 meses cuando los bebés empiecen a usar a sus figuras de apego como “bases seguras”, es decir, como personas en las que refugiarse cuando se busca consuelo y protección, pero también como personas que permiten la exploración y les dejan experimentar. La proximidad del cuidador en ambas etapas (exploración y refugio) promueve en el niño y en la niña un sentimiento interno de seguridad.

Como conclusión

Los seres humanos nacemos “programados” para atraer a los adultos, y para ser atraídos por los bebés de nuestra especie cuando somos mayores. Sin embargo, el sentimiento de cariño, el amor, no se produce de manera inmediata y es perfectamente normal que pueda requerir de un tiempo para formarse. Al fin y al cabo, una madre y un hijo no son más que extraños atraídos irremediablemente.

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Autor:  C. Paniagua – psicomemorias.blogspot.com.es