El pasado nos dejó marcados….

En mi opinión, vemos el pasado como algo lejano y antiguo –y en muchos casos casi como si estuviera olvidado- y no somos conscientes de su influencia presente y de cómo nos marca y dirige sin que nos demos cuenta.

Hemos de recordar que llegamos al mundo con la mente en blanco y sin libro de instrucciones, así que fueron otros quienes nos dieron la educación –SU educación o SU concepto de la educación-, nos dieron las normas –SUS normas-, los modos y maneras –SUS modos y SUS maneras-, la religión –SU interpretación de la religión- , las reglas sociales –SUS reglas sociales-, etc.

O sea que vivimos gobernados por normas ajenas y, en general, no se nos ha ocurrido ponernos a valorar su influencia ni a sopesar si estamos de acuerdo con ellas.

Vivimos con unas normas prestadas, ajenas, o inculcadas como órdenes, sin hacer un ejercicio de reflexión para comprobar si estamos de acuerdo con ellas, y definitivamente las convertimos en propias, y nos dedicamos simplemente a respetarlas y obedecerlas, sin rebeldía y sin opinión, y sin dar nuestra conformidad consciente.

Y esto es incongruente del todo.

Es absurdo.

Y es –o debiera ser- inaceptable.

Es muy conveniente –en realidad es imprescindible- revisar las actitudes habituales, las cosas que hacemos de un modo inconsciente, esas que hacemos y nunca nos hemos preguntado por qué las hacemos, y examinar cada norma o ley que han conseguido que cada cosa se convierta en normal.

En la mayoría de los casos, nos pasamos por alto las preguntas fundamentales, esas que no nos hacemos porque parecen tan obvias que se supone que conocemos las respuestas. Pero…

¿Realmente las conocemos?

Nos llevaremos una gran sorpresa el día que nos empecemos a bombardear con preguntas que empiecen con un “¿Por qué?”

Y más grande la sorpresa el día que pasemos a la segunda y más importante gran pregunta: “¿Para qué?”

La fórmula propuesta para “Darse Cuenta” –que es el paso previo e imprescindible cuando se pretende modificar algo- es desaletargar y poner en funcionamiento a ese Yo Observador que todos incorporamos.

Hay “alguien” o “algo” dentro de cada uno de nosotros que se da cuenta de las cosas. No es la mente ni la inteligencia, aunque pueda parecer que lo son. Es distinto porque lo único que hace es mirar las cosas como si fuera la primera vez que las ve y ponerlas a nuestra propia vista para que las veamos de un modo innegablemente distinto…

No es la mente ni es el pensamiento, porque éstos, además de darse cuenta, y sin poder ni querer evitarlo, añaden un reproche, una queja, e incluso una posible solución. Solución que viene dada desde una mente condicionada por el pasado, o sea que ni es una opinión propia ni es independiente.

El Yo Obsevador se distingue precisamente por eso: se da cuenta y nada más. Es un notario aséptico e insobornable que levanta acta de lo que acaba de observar. Sólo dice: “esto es lo que hay”.

En mi opinión –opinión que puede estar del todo equivocada- poco más hay que hacer. Darse Cuenta. Ya hay algo dentro de uno mismo cuya misión es desarrollar las cualidades y tratar de convertir a uno mismo en una mejor persona con voluntad de hacer las cosas de mejor modo posible. Es una especie de instinto de superación o de acercamiento a la pureza que cada persona tiene en su naturaleza original. (Antes de que el pasado nos marcara) Uno se da cuenta, y dentro se organiza la tarea para resolver ese asunto. Y a quien se le encargue la tarea de vigilancia nos advertirá la próxima vez y nos recordará qué es lo adecuado.

Lo menos acertado es enzarzarse en una guerra dialéctica con uno mismo en la que los reproches y el enfado sean la tónica general.

Está muy bien recordar lo que el Yo Observador nos ha hecho notar, para que la actitud instintiva y normal se ponga en marcha y el “cambio” –que no es un cambio sino que es dejar de hacer lo que no se está haciendo del modo adecuado para cambiarlo por la manifestación natural- se vaya produciendo.

Hemos de asumir que incluso en la educación casi perfecta –escasísima- ha habido cosas que no nos han inculcado del modo adecuado.

Hemos de asumir que somos víctimas de un sistema de educación –de deseducación más bien- y no culpables de todo lo que somos (de alguna parte, posiblemente sí), por tanto, hemos de tratarnos con respeto y cariño ante el descubrimiento de algo que ahora comprendemos que no es lo que nosotros queremos o hubiésemos querido.

Hemos de ser comprensivos con nuestros progenitores y educadores y suponer que actuaron con la mejor voluntad o, cuanto menos, con los conocimientos y circunstancias de las que disponían. Incluso en los casos de infancias realmente duras y desgraciadas –en las que hubo abusos, miseria, violencia…- y sin que yo pretenda justificarlas, hemos de aceptar y comprender que existieron, pero es preferible dejarlas en el pasado y no seguir aferrados a ellas. Son innegables, pero pasarse el resto de la vida quejándose por ello no resuelve gran cosa.

“Nos resultaría mucho más fácil olvidar las cosas desagradables si no insistiéramos tanto en recordarlas”. Ojalá esta frase te lo aclare.

“La aceptación lo resuelve casi todo”, es otra verdad. Y, en mi opinión, es cierto. Es conveniente aceptar el pasado íntegramente –incluso esa parte que nos dejó trágicamente marcados-, sin obsesionarse con él, sin pretender alargar el sufrimiento durante más tiempo, sin magnificarlo, sin convertirlo en el guión trágico y funesto que marque nuestra vida.

Los procesos de Desarrollo Personal tienen como objeto conocerse, salir del estancamiento, aceptar y perdonar, comprender y purificar, eliminar lo que afecta negativamente… en definitiva, amar y amarse.

El pasado nos dejó marcados, sin duda, pero el presente nos ofrece la opción de deshacernos de su influencia en lo que ésta sea negativa.

Pero no nos deshacemos del pasado olvidándolo, sino sanándolo.

Hay que encontrar las partes en las que nos afecta hoy y curarlas.

Lo que nos hace daño, fuera.

Lo que nos impide la plenitud, fuera.

Lo que impide la tranquilidad de nuestro espíritu y aleja de nosotros hoy el sentimiento de paz, fuera.

Conocer las influencias del pasado, de la educación que tuvimos, y las cosas que hacemos de un modo inconsciente y sin saber por qué o para qué, es imprescindible para tener un presente descondicionado, y es prepararse para que una felicidad libre y natural esté presente y el futuro venidero.

Te dejo con tus reflexiones…

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Artículos de Colaboradores: Francisco de Sales – www.buscandome.es

Motivación Vs Voluntad, o el arte de mover montañas

Cualquier acción que iniciamos debe vencer una resistencia de tipo físico o emocional. En este artículo indico una reflexión sobre el papel que toma la motivación y la voluntad, cómo se pueden desarrollar y cual es la mejor estrategia de las dos para generar hábitos. Aviso: hay un claro vencedor.

Pongamos que son las 3 de la tarde. Acabas de disfrutar de una increíble comida y te cuesta incluso levantarte. Te acaba de venir una pesadez y pereza que convierte tu mente en una especie de niebla. Las palabras en tu vocabulario van desapareciendo como por arte de magia salvo una: siesta. Pero una voz  inoportuna te avisa que debes primero hacer algo, fregar los platos!

En este caso, si piensas en tus dos recursos para iniciar esta complicada acción: voluntad y motivación, parece que no tienes ninguno de las dos.

Finalmente te levantas del sofá y arrancas la desagradable tarea.

¿Qué te ha movido? Está claro que no ha sido la motivación (estará por debajo de cero) sino la voluntad.

La motivación es un estado emocional, un capricho del momento que por una razón quiere que en ese preciso instante tengamos energía para movernos.

Pero no siempre es así.

Hacen falta motivos muy poderosos como leer esta web o un buen libro, quizás muchos otros que tu conoces, pero en cualquier caso la motivación es algo temporal.

Esta era una acción puntual, ¿pero qué ocurre para generar un hábito?

La motivación es una variable impredecible para conseguir cambios duraderos.

Por ejemplo: si dibujamos una gráfica que representa el nivel de motivación frente a la voluntad necesaria para iniciar una acción, observaríamos lo siguiente:

Cuando estamos super motivados a hacer algo nuevo, la necesidad que se active nuestra voluntad es mínima, puede ser incluso cero la voluntad que necesitemos si nuestra motivación es muy alta.

En cambio, si nuestra motivación es muy baja necesitaremos mucho músculo de voluntad para actuar.

El problema de la motivación es que tenemos que esperar a que aparezca para que nos mueva a la acción.

Unas veces tendremos más factores externos que nos motivan y otras veces estaremos a cero. Es algo inestable, es emocional.

Imagina que quieres desarrollar el hábito de ir al gimnasio tres veces a la semana. Si dependes de estar motivado para fijar ese hábito,  ¿crees que podrás hacerlo? La respuesta es quizás si, quizás no.

Lo que es seguro es algo: será muy difícil mantener esa actividad durante más de 30 días (el tiempo mínimo necesario para crear un hábito) dependiendo solo de tu motivación.

La motivación por si sola, tampoco sirve para desarrollar un hábito. Es una fuente de energía impredecible porque está basada en cómo nos sentimos, por lo que puede variar de forma enorme de un día a otro, incluso dentro del mismo día.

Hay cientos de variables que cambian nuestra motivación: la respuesta que nos ha dado nuestro jefe, un dolor de muelas, la lluvia que no para desde hace días, las hormonas, un hecho inesperado, etc.

Los hábitos nuevos y saludables tienen la mala costumbre de ser temas para los que no es sencillo motivarnos de forma constante: correr 15 kilómetros, perder 10 kg, dejar de fumar, no ver la televisión, hacer 200 flexiones todos los días… ¿Te motiva pensar en ello? seguro que ni por asomo.

Usar la motivación para crear un hábito resulta muy complicado.

Como hemos hablado antes, si estamos muy motivados entonces es fácil acometer una tarea ya que no necesitamos hacer uso de la voluntad.

¿Pero has podido motivarte cuando tienes que presentar un informe a tu jefe y te duele la cabeza, cuando debes escribir un artículo y te mueres de sueño, o levantarte del sofá para fregar los platos?

Usando tu mente es difícil cambiar nuestra parte emocional, y la motivación es 100% emocional. Con ella dependemos del control instantáneo de las emociones para arrancar. Y eso es realmente complicado. Sobre todo a largo plazo: el necesario para crear un nuevo hábito.

La ciencia del comportamiento humano nos dice que todo lo que hacemos está iniciado por una de estas tres opciones:

  1. Motivación
  2. Voluntad
  3. Hábito

Cada nueva acción está del lado de la motivación, o de la voluntad, o una parte de ambas. Incluso puede que esté dentro de nuestra lista de hábitos y se ejecutaría al aparecer el activador que le corresponda.

La paradoja es que uno de nuestros peores hábitos consiste en creer que para conseguir algo tenemos que estar motivados.

Suena a juego de palabras, pero me explico: hay infinidad de hábitos que podríamos adquirir que no vamos a conseguir nunca por culpa de esta creencia.

Creemos que hace falta esperar a que llegue la bendita motivación para pasar a la acción.

Unas veces estaremos motivados y como hemos visto necesitaremos poca fuerza de voluntad para pasar a la acción, es como una lotería en un instante: hay poca probabilidad que la motivación se repita durante los 30 ó 60 días que necesitamos para convertir una acción en un hábito.

Pero los hábitos son patrones automáticos de conducta, y no necesitan emoción. Simplemente se activan y están programados para una rutina específica.

Hay varias ventajas potentes de la voluntad frente a la motivación:

  • La voluntad es fiable. No está sujeta a las variaciones emocionales del momento.
  • La voluntad se puede reforzar: el músculo de la voluntad se puede entrenar y desarrollar. Mientras que la motivación es aleatoria.
  • La voluntad se puede programar. No es posible hacer ningún tipo de programación con la motivación. Con la voluntad se puede programar una tarea con fecha y hora, y hacerla independientemente de estar motivados.

Igual que el poder de la voluntad se desarrolla y se puede entrenar, también hay un lado malo: la voluntad se agota, es como un depósito de agua que se vacía.

Los principales motivos que vacían la voluntad son:

  • El esfuerzo
  • La dificultad percibida
  • La percepción negativa
  • La fatiga subjetiva
  • El nivel de azúcar en sangre

Todos los comportamientos nuevos (los que no son todavía un hábito) se activan gracias a la motivación o a la voluntad.

La motivación no es fiable, no es la base para construir hábitos

Y la voluntad es fiable pero se puede agotar. También se puede ampliar su depósito de forma consciente.

Ahora ya te has levantado del sofá para lavar los platos. Ya solo te queda lo más difícil:

Convertirlo en un hábito.

Puedes consultar más artículos publicados en HoyMotivacion sobre hábitos en este enlace.

Referencias:

  • Mechanisms of Self-Control Failure: Motivation and Limited Resources, University of Albany. Abstract.
  • Ego depletion. Wikipedia.  self-control or willpower draw upon a limited pool of mental resources that can be used up

 

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Fuente: Pedro Sanz – Hoy Motivación

Cada vez que lloras aprendes algo

En mi opinión, las lágrimas nunca debieran ser gratuitas.

Es evidente que las lágrimas son una de las formas de expresión de los sentimientos, y cada vez que se llora –incluso cuando es por un motivo triste o por dolor-, tenemos una oportunidad excelente para aprender a relacionarnos mejor con nuestros sentimientos, para progresar en la costumbre y necesidad de expresarlos, y para acercarnos más y mejor a ese componente esencial de nuestra personalidad y manifestación del Ser Humano.

Cada vez que veo una persona llorando, la animo para que siga haciéndolo y que luego sea consciente de lo que ha pasado. Y cada vez que veo a otra persona que se entromete en el llanto y le dice, con toda su buena voluntad, que no llore -y aunque no la conozca ni tenga confianza para hacerlo-, la reprendo, porque no se deben negar las manifestaciones de los estados. Necesitan hacerlo. Y, además, eso nos facilita el acercamiento a nosotros mismos y nos ofrecen una información nuestra muy íntima y personal.

Se dice que los sentimientos son la forma de hablar del alma, la forma en que manifiesta sus alegrías, sus tristezas, sus desencantos. Por eso, al escucharlos, al dejarles que se manifiesten, accedemos a nuestra sensibilidad humana, y a aquello a lo que nuestra mente no puede acceder por la falta de sintonía y capacidad de entendimiento entre ambos.

Cada vez que lloras, como cada vez que ríes o cada vez que te manifiestas puramente, aprendes algo.

Y el llanto, las lágrimas, la congoja, incluso la sensación pesarosa que todo ello provoca, que sólo parecen ser gratificantes cuando son por un motivo de alegría, son grandes maestros, y es preciso y conveniente escucharlos.

Cada uno de las llantos, que aparentan ser iguales, tienen un origen distinto, y es acudiendo a ese origen donde podemos encontrar su motivo, lo que no hicimos bien o lo que nos hicieron y no nos gustó, aquello que no cumplió nuestras expectativas y nos provocó una desilusión, el principio de la decepción, o, también, nuestros miedos secretos, nuestros temores inútilmente escondidos, nuestras inservibles fantasías, la falta de sentido común y de criterio razonable, los sueños que jamás dejarán de ser sueños, o el origen de nuestras felicidades… cada persona es un mundo y solo a ella le pertenece su mundo y le corresponde resolverlo.

Cada persona, en solitario si es valiente, equilibrada y consecuente, o de la mano de un profesional si lo necesita para sentirse arropada y orientada, debería hacer el camino inverso de sus lágrimas, adentrarse en el origen, con una sinceridad que no admita resquebrajamientos, con una honradez a prueba de cualquier contratiempo, y con una ilusión, aunque sea moderada, porque más o menos escondida, con mayor o menor claridad, está el hecho que lo provocó, y nos está diciendo algo, y es un mensaje personalizado que cada uno debe interpretar y aplicarlo.

 

¿Cuál ha sido el origen REAL del llanto?

Y es imprescindible que en la pregunta, y en la respuesta, aparezca lo que es REAL, porque todos sabemos que a veces lo que aparenta ser una razón no es más que una excusa que enmascara la realidad. Y en la mayoría de los casos lo primero que se ve, y lo que aparenta ser, solamente es el detonante que aparenta haber provocado el hecho, pero el motivo REAL ha ido gestándose y la manifestación –por esa falta de costumbre de contactar con el interior y con la realidad- es otra.

Por ejemplo: hay personas que dicen que no quieren morir, cuando en realidad lo que no quieren es dejar de vivir, que no es lo mismo. Hay personas que lloran cuando conocen una desgracia de otra persona y puede que, en realidad, estén llorando por sí mismas. O que creen llorar la muerte de sus padres cuando, en realidad, por lo que lloran es por su orfandad.

El llanto es una señal de aviso, una manifestación del interior, y conviene saber interpretarlo correctamente, y hacerlo, porque es una lección de la honesta humanidad, y es bueno que nos sintamos orgullosos de ella.

Por todo lo expuesto, es muy conveniente dejar que se manifieste cuando se presente, y no reprimirlo, pero también es muy provechoso averiguar después cuál es el motivo, y ver si es correcto –y entonces quedarse bien- o es por un asunto pendiente de resolver –y entonces ponerse a resolverlo-.

Te dejo con tus reflexiones…

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Fuente: Francisco de Sales, www.buscandome.es

Ejercicio: La mejor versión de ti mismo

En Psicología Positiva existen una serie de ejercicios pensados para poder incrementar nuestro nivel de bienestar y optimismo. Uno de ellos, podría decir uno de mis favoritos, se llama LA MEJOR VERSIÓN DE TI MISMO.

La idea es pensar de aquí a 1 año, cinco años, diez (lo que cada uno desee) e imaginar cómo vamos a estar emocionalmente, qué vamos a estar haciendo. Debemos visualizar una versión de nosotros mismos que nos resulte atractiva, ya sea porque obtuvimos nuestras metas o nuestra rutina se ajusta a lo esperado o logramos superar algún problema.

Tenemos que pensar de la manera más detallada posible esta situación, o describir perfectamente cómo sería un día estupendo para nosotros desde nuestra nueva perspectiva. Lo más saludable es pensar en cosas que pueden ser realizables y coherentes con el marco temporal que hemos escogido. Recuerden que tendemos a exagerar lo que somos capaces de hacer en un año y subestimamos lo que podemos lograr en cinco o diez años.

Lograr tener en claro quiénes queremos ser, qué queremos hacer, cómo deseamos desarrollarnos emocionalmente, nos brinda una estructura y al tener en mente nuestro objetivo nos vamos acercando más a lo concreto y las posibilidades futuras.

Podemos también tener en cuenta nuestras fortalezas y pensar cómo ellas podrían ayudarnos a acercarnos a este ideal de nosotros mismos.

Este ejercicio tiene como consecuencia lo siguiente:

  • Aumentar las emociones positivas
  • Incrementar nuestro nivel de felicidad, optimismo, esperanza
  • Mejorar nuestras estrategias de afrontamiento o al menos tener algunas en consideración

En mi terapia de grupo actual, mis doce sesiones que apuntan a convertirnos en personas más optimistas y con mayor bienestar, Fernando S. hizo este ejercicio y lo hizo de una manera muy original. Con su permiso comparto esta historia que nos enamoró a todos.

 

UN FUTURO POSIBLE

El día comienza con el desayuno familiar. Hoy Alejandro está triste, juega con la cuchara en su taza de leche achocolatada. Lucía, habla entusiasmada de su paseo a una granja, le pregunta a su mamá si hay pingüinos allí. Mariela, le dice que no, porque ellos prefieren un ambiente más tranquilo.

Al tiempo que mi esposa me da un beso, aprovecha a decirme que le hable a nuestro hijo, porque ella ya lo había intentado pero sin mucha suerte.
Lucía me da un beso, apurada, ya que la bocina odiosa del bus escolar reclama su presencia inmediata. Entonces, me acerque al que tenía la trompa de elefante.

-Pobre cuchara, la estas mareando con tantas vueltas…- Le dije para entablar una conversación.

-Perdí la titularidad en el equipo, el técnico puso en mi lugar al hijo de un amigo. Me dijo que un tiempo lo jugaría yo, y el otro, él.- Se lamentó sin dejar girar la cuchara en la taza.

-¿Y la cuchara qué culpa tiene- Respondí.

Él me miró serio, ganas de insultarme no le faltaban, es la herencia familiar sin dudas y proseguí :-La cuchara es cuchara y para eso fue creada, no puede hacer otra cosa. En cambio tú no, tienes mil posibilidades de crecer y ser lo que quieras. Lo más importante es que seas titular en tu vida. En estos momentos sos como la cuchara, dando vueltas y vueltas, lamentando tu suerte.

-Ay Papá, no soy uno de tus pacientes- Se quejó Alejandro.

-Si fueras paciente mío, tendrías una deuda que ni vendiéndote al Barcelona podrías pagarme. Mira, tu viejo era tan espantoso jugando al fútbol que le pegaba hasta al árbitro menos a la pelota. Pero tus abuelos sí que eran buenos, saliste a ellos por suerte. Vos no necesitas favores para jugar, siempre en la vida hay gente que se maneja así y enoja mucho, te entiendo que estés así, pero tarde o temprano los que tienen luz propia, brillan, como vos (no quería decirle aún, que me habían venido hablar de River Plate. No hasta que todo fuera formal). Seguí dando lo mejor de vos, que los resultados se van a dar solitos. Yo sé porque te lo digo. Como Uruguay, metiendo siempre para adelante aunque la cosa esté difícil. Mira que sos bueno jugando, en serio-le dije mirándolo a los ojos. – No viste a tus abuelos como se babean al costado de la cancha viéndote driblear.-

-En serio Papá, ¿no me lo decís para dejarme contento? – Preguntó Alejandro, ya la cuchara descansaba recostada en la taza.

-Tan seguro que me voy a tener que pelear con tus abuelos por ser tu representante. Ahora ve a estudiar que un jugador también tiene que ser tan hábil como ilustrado.- Le guiñe un ojo cómplice.

Suena el celular, atiendo. Es de la editorial me avisan que el libro está trancado porque hay que hacerle una serie de correcciones, porque al editor no le gusta mucho algunas cosas y tiene que ser rápido, hay otros trabajos que reúnen más expectativas.

-Pero que le pasa a Beltrán, yo escribo humor, no “Corin Tellado” como su nuera. Mis trabajos bastante ganancias le dieron, ahora no me digan que las novelas culebronas están de moda. Bueh, está bien, prometo revisarlo y entregarlo el viernes sin falta, tal como al Señor editor le gusta”- Exploté mientras apagaba el celular con rabia.

-Papá- dijo Ale desde el umbral de la puerta:-No seas como la cuchara-.

Mariela con una sonrisa amplia, me dijo:- Y de tal palo…
Sonreí y le levante el pulgar en agradecimiento.

¿Y ustedes se animan a imaginar la mejor versión de ustedes mismos?

 

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Fuente: Mariana Alvez – psicologiapositivauruguay.com

Educar las emociones para la salud

Para conseguir una comunicación interpersonal adecuada, sobre todo en la relación médico-paciente, hay que sentir empatía y saber escuchar, preguntar, resumir y reforzar los mensajes

La comunicación interpersonal parece hoy subyugada a los avances tecnológicos de última generación. No obstante, los expertos advierten que saber expresarse y dialogar eficazmente con los demás es todavía más difícil que conocer todas las prestaciones de un teléfono móvil o un ordenador. Educar en este sentido no sólo mejora la relación entre profesionales de la salud y pacientes, sino que favorece que se cumpla el tratamiento prescrito. La clave está en el manejo de los componentes emocionales del malestar. 

Tanto en casa como en la oficina, muchos españoles se saben abrumados por el peso creciente de la tecnología punta en todo el ámbito de la comunicación. Sin embargo, para José Luis Bimbela, psicólogo adscrito a la Escuela Andaluza de Salud Pública (ESCA) y autor del libro «Gimnasia emocional», es más difícil y mucho más complejo comunicarse con otras personas que manejar cualquier tecnología, ya que requiere un importante aprendizaje y entrenamiento a los que se dedica muy poco tiempo. 

Bimbela tomó parte el pasado junio en el VIII Congreso de la Sociedad Española de Electromedicina e Ingeniería Clínica, celebrado en Zaragoza, y abordó ante los profesionales de la medicina la necesidad de conjugar los avances tecnológicos con la comunicación directa con el paciente. 


Combatir la duda 

«Saber transmitir las ventajas que ofrecen las nuevas técnicas de diagnóstico y tratamiento, por ejemplo, crea una emoción positiva en el paciente y hace que aumente su confianza». En opinión del experto, el profesional sanitario no debe escudarse detrás de una tecnología inaccesible, sino utilizarla en beneficio del paciente a quien, en definitiva, sirve. Éste, a su vez, ve aliviados muchos de sus temores o ansiedades con una breve explicación tranquilizadora sobre en qué consiste cada prueba, qué pasos se siguen y qué utilidad aportan al diagnóstico o tratamiento. 

Una buena comunicación entre profesional y paciente facilita un clima de confianza que prolonga el cumplimiento terapéutico 

«Cuando el profesional aclara las dudas que el paciente tiene con respecto a su diagnóstico o tratamiento, se crea una estrecha relación de confianza entre ambas partes y se establece un clima de confort». Bimbela subraya que la relación entre profesionales sanitarios y pacientes ha variado durante los últimos años a consecuencia de una progresiva tecnificación de los hospitales y servicios asistenciales. 

Los clásicos saludos y preguntas sobre el estado de salud, muchas veces, se limitan a simples «póngase usted aquí», «haga esto» y «ya le avisaremos» o «pida hora para una nueva visita». En muchos casos, el paciente se somete a esa técnica por primera vez, se muestra nervioso o incluso asustado por el simple hecho de que se espera de él que sepa hacer bien algo que nunca antes ha hecho. 


Comunicar 

La mejora de esta relación comunicativa entre profesionales sanitarios y pacientes podría reducir la inoperancia a veces de los primeros y la sensación de miedo de los últimos, procurando a la vez un clima de confianza que prolongaría un cumplimiento eficaz de la prescripción terapéutica. Bimbela aclara que el paciente debiera siempre confiar en los avances de última generación, por cuanto se presupone que mejoran el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades. 

En teoría, el profesional sanitario está obligado a explicar su funcionamiento al paciente -como lo está el vendedor de un aparato ante el cliente que se interesa por su compra-; pero el experto en gimnasia emocional confiesa que en la práctica no se hace siempre así: «Se confía a veces en que la máquina sea la gran salvación por el hecho de ahorrar explicaciones y tiempo, consiguiendo que el paciente tenga que entregarse a ella pasivamente». Saber manejar las emociones crea cercanía, insistió, y una relación más estrecha con quien tenemos enfrente. 


Gestión de datos y emociones 

El uso de Internet hace que los pacientes utilicen esta herramienta con anterioridad a muchas visitas para informarse sobre síntomas, patología asociada y tratamiento correspondiente. De este modo, bien por no saber nada o por saberlo todo, la actitud de los pacientes se radicaliza en perfiles de muy exigentes o totalmente callados, y el profesional médico se convierte en mero prescriptor o negociador de un determinado tratamiento. «Debemos educar también a los usuarios del Sistema Nacional de Salud en el sentido de que es el médico quien mejor sabe interpretar y gestionar su enfermedad, pudiendo arrojar luz a muchas dudas planteadas» explica Bimbela. 

«Los profesionales sanitarios, por su parte, deben trasmitir emociones positivas y no dejarse contagiar de los comportamientos agresivos y las emociones negativas de los pacientes». Cuando el profesional aclara las dudas que el paciente tiene con respecto a su diagnóstico o tratamiento, se crea una estrecha relación de confianza entre ambas partes, un clima de comodidad y tranquilidad. 

«Este tipo de comunicación positiva se circunscribe en realidad no sólo a los médicos sino también a los directivos de los sistemas sanitarios, a fin de gestionar las dificultades de organización del trabajo o de relaciones humanas con habilidades emocionales, de forma positiva». Bimbela asegura que no existe una fórmula de procurar la mejor inteligencia emocional, pero reclama un abono periódico a tablas de ejercicios tales como preguntar, escuchar, «empatizar», resumir, reforzar y «retroalimentar».

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Fuente: Psicología y el Ser

¿Cómo aprenden los niños sin problemas? ¿Y con problemas?

Los niños son una sorpresa cada día, cada momento, muchas veces nos quedamos embelesados mirando su nueva gracia, y no valoramos nada la “magia” que suponen las conexiones relacionales que ellos establecen sin que nadie se las transmita de una forma directa.

Les enseñamos las cosas mediante múltiples ejemplos, pero son ellos los que abstraen el concepto subjetivo gracias a la magia de la mente. Establecen relaciones de igualdad, diferencian el tú de los otros y comprenden lo que implica ser peor.

Seguramente nunca os habéis planteado algo así ¿cómo enseñe a mi niño lo que significa peor? No hay nada material que sea tangible para poder señalarlo y decirle esto es peor, si podemos hacerlo con el calor, frio u otras sensaciones físicas, que también son subjetivas, de hecho esta subjetividad hará que dependiendo de cuando indiquemos estas referencias ellos asocien diferentes temperaturas a frio o calor dependiendo de cuando relacionaron el concepto con la sensación.

Hay un chiste que dice ¿qué es una chaqueta? Lo que la madre le pone al niño cuando ella tiene frio, la gracia está en que transmitimos lo que es frio sin tener realmente la certeza de que el niño lo esté experimentando.

El mecanismo de la mente es muy complejo, y entrenar un concepto gracias a ejemplos en un niño puede suponer entrenar otros muchas relaciones de una forma totalmente inconsciente, por lo que hacemos que nuestros hijos aprendan y ni siquiera sabemos porque sucedió.

Si le decimos a un niño que él es más mayor que su hermano, también estamos entrenando en su mente lo contrario, que su hermano es más pequeño. Si recordáis algunos de los dibujos que nos acompañaron en nuestra infancia, nos ayudaban con esto.

Pensar en Coco volviéndose loco para venir cerca y marcharse lejos, nos  ayudaba mucho para establecer en nosotros esa conexión relacional que saltaba en el niño cuando le decías que querías ir donde la abuela y te decía que estaba lejos ¿cómo puede ser que sepa que es lejos? ¡Coco le enseño, junto con su tía cuando le dijo que venía del supermercado y por ello llego tarde, estaba lejos! Y aquí unió tarde con lejos, sin ni siquiera saberlo, así que en cualquier momento el niño podría decir en la guardería a su profesor que su mama estaba tardando porque vivía lejos, sin que nadie se lo hubiese enseñado, que es una de las grandes preguntas que nos hacemos al sorprendernos por sus ingeniosas frases.

¿Quién habrá enseñado eso al niño? Nadie y todos, múltiples ejemplos dirigidos a él o simplemente dichos en su presencia hicieron que su mente crease la magia de la conexión relacional, tan subjetiva que resultaría muy complicado entrenar de una forma directa.

Aquí está la clave para trabajar con niños que presentan dificultades en las relaciones o en el aprendizaje, hacerles nosotros mismos las conexiones de forma directa, explicar sin dar por hecho ninguna de las asociaciones subjetivas Hay estudios que afirman que la mejora en niños con autismo es notable, aún más cuando logramos establecer esta forma de enseñanza en más personas, no simplemente en un “entrenador”.

Ya he comentado a lo largo del artículo que aprenden con múltiples ejemplos, por lo que para abstraer el concepto debemos enseñárselo en múltiples situaciones y cuantas más personas diferentes mejor, sino podemos encontrar que el niño solo te da el cuento si está colocado donde siempre y se lo solicita la persona que se lo enseñó con la misma rutina de todos los días, eso no asegura que el niño sepa asociar relaciones.

Para trabajar con un niño que presente problemas en el desarrollo sería adecuado para lograr generalizar las conductas que se pretenden flexibilizar, además de realizarlo con diferentes sujetos, entrenar con ellos en un orden creciente de dificultad, procurando que las opciones de error sean mínimas, dándoles pocas opciones de elección.

Los reforzadores no deben ser siempre los mismos ni darse de forma inmediata en todos los momentos, para poder ir adquiriendo reforzadores secundarios y aumentando su tolerancia al malestar, algo útil para cualquier niño.

Es conveniente establecer contingencias diferenciales, es decir, modificar lo que se está entrenando y volver a focalizar su atención visualmente y en el momento presente para extinguir las conductas autoestimuladas que presentan.

Algunos ejemplos de los marcos relacionales que debemos entrenar de forma directa con ellos y subiendo de nivel a medida que dominan un marco relacional son:

1)      Coordinación o igualdad ( “es”, “es como”, “va con”, “es igual ”)

2)      Distinción ( “es distinto”, “es diferente”)

3)      Espaciales (arriba-abajo, cerca-lejos, lleno-vacío, encima-debajo, etc.)

4)      Oposición ( “es opuesto”, “es lo contrario”)

5)      Comparación (“es mayor que”, “es menor que”, “más”, “menos”, “más alto”)

6)      Deícticos (“yo-tú”, “aquí-allí”, “antes-después”)

7)      Relaciones analógicas:

a)      Coordinación: cuando dos elementos o más pertencen a un mismo conjunto, por ejemplo: barbo, sardina

b)      Subordinación: un elemento pertenece a un conjunto, por ejemplo: perro-mamífero

c)       Parte a todo: un elemento es parte de, por ejemplo: pétalo parte de una flor

d)      Supraordenación: un conjunto integra al elemento. por ejemplo: ovíparo integra a las gallinas

e)      Todo a parte: un elemento se compone de, por ejemplo: Agua contiene oxigeno, una tortilla contiene huevos.

f)       Causa-efecto: un elemento es causa de otro, por ejemplo: Enfriar el agua la convierte en hielo.

g)      Proximidad: un elemento suele estar cerca del otro, en el espacio o en el tiempo, pero sin relación de inclusión o causalidad entre ellos, por ejemplo: primavera-lluvia, ciencia-tecnología. Se pueden relacionar por muchos motivos, como su origen, madera puede dar lugar a un armario pero no necesariamente, por su uso como puede ser cuchillo-carnicero, o por oposición, como chocolate-bacalao.

Para entrenar los marcos relacionales siempre se debe comenzar con relaciones que no sean arbitrarias y que sean tangibles, para poder señalar concretamente lo que queremos enseñar y asegurarnos que lo que estamos transmitiendo es exactamente lo que pretendemos ya que es objetivo, una vez que dominan esto podemos pasar a enseñarles relaciones arbitrarias, como el valor del dinero independientemente del tamaño de la moneda o el billete, por ejemplo el euro vale más que la de 50 céntimos aunque la moneda sea más grande.

También es necesario relacionar de forma directa la derivación de relaciones mutuas (ej., si A es igual a B, B es igual a A, por ejemplo María es hermana de Sara, por lo que Sara es hermana de Maria; si A es mayor que B, B es menor que A, si Pablo es más alto que Juan, Juan es más bajo que Pablo) y combinatorias (ej., si A es igual que B y B es igual que C, entonces A es igual que C, un ejemplo concreto seria si Laura es enfermera igual que Javier, y Mario se dedica a la enfermería como Javier, Mario y Laura tienen la misma profesión).

Todo esto va estructurándose en nuestra cabeza creando un engranaje en el que todo tiene sentido y organiza conceptos nuevos encajándolos en nuestra mente mediante las relaciones que establecen con lo que previamente hemos adquirido, organizando nuestro cerebro de una forma tan eficaz que nos permite acudir a por la información que necesitamos sin realizar ningún esfuerzo.

Pero cuando tenemos niños con problemas de aprendizaje es conveniente utilizar diferentes juegos y objetos para enseñarles a crear esta organización mental que les facilitara pensar, relacionar y crear nuevos conceptos e ideas, ya que la variabilidad facilita la abstracción de las claves relacionales.

Todos aprendemos pero no todos lo hacemos de la misma manera, del mismo modo que tener un armario estructurado nos facilita encontrar la ropa y saber inmediatamente donde esta aquella camiseta que combina con esa falda y que es apropiado para aquella ocasión, necesitamos “tener la cabeza amueblada”. Aquí entra la teoría del marco relacional que de no producirse de una forma natural, casi mágica tenemos que hacerlo de una forma directa pero igualmente eficaz.

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 Fuente: Lorena Sahagun

Cinco claves para espantar las preocupaciones

¿Sientes que no disfrutas los buenos momentos de tu vida porque siempre estás preocupado(a) por algo? ¿Piensas casi permanentemente en el futuro de tus hijos, en problemas económicos o de salud? ¿Esos pensamientos hacen que te cueste conciliar el sueño? ¿La mayor parte del tiempo te sientes amargado por diferentes problemas?

Es necesario que aprendamos a liberarnos de esos pensamientos negativos y que aprendamos a vivir plenamente, aprovechando todo lo bueno que la vida tiene para ofrecernos. Si te sientes abrumado(a) por las preocupaciones, este artículo es para ti.

¿Por qué nos preocupamos tanto?

Muchas personas se preocupan porque creen que esta es la mejor manera de prevenir o resolver los problemas. Sienten que si no se preocupan, están siendo irresponsables. Si no piensan en los problemas o posibles problemas, éstos aparecerán y traerán graves consecuencias.

Si bien es cierto que un cierto grado de preocupación nos ayuda a evitar o resolver algunas situaciones, la preocupación exagerada, la que nos impide relajarnos para disfrutar de un bonito día de sol o de una fiesta, no aporta nada positivo a nuestra vida, sino todo lo contrario.

No es útil preocuparse cuando…

…se trata de una situación del pasado. Es obvio que no se puede hacer nada para cambiar lo que ya sucedió. Lo que sí se puede hacer es aprender del error o intentar mejorar las consecuencias en el presente, pero no se puede modificar el pasado.

…es un problema que no tiene solución, o cuya solución no está en nuestras manos. Si no podemos hacer nada al respecto, la preocupación no tiene sentido, ¿verdad? Claro, no es tan sencillo, pero debemos hacer el esfuerzo de abandonar esos pensamientos negativos e improductivos que nos amargan el día.

…es un problema que tiene solución. Si puedes hacer algo respecto del problema que te preocupa, entonces deja de preocuparte y ponte manos a la obra. En otras palabras: haz lo que tengas que hacer. Si la solución no está en tus manos, luego de hacer todo lo que esté a tu alcance, deja de preocuparte, pues ya hiciste todo lo que podías.

 

Claves para dejar las preocupaciones de lado

Este es un ejercicio que puede ayudarte a mirar los problemas con mayor objetividad y a lograr que las preocupaciones no invadan tus pensamientos permanentemente.

1. Primero, describe el problema que te preocupa, con lujo de detalles.

2. Luego, escribe todo lo que crees que podría suceder.

3. Lee lo que has escrito y trata de pensar objetivamente. ¿No estarás exagerando un poco sobre las consecuencias que podría tener el problema?

4. Intenta pensar en lo que diría de esto la persona que más admiras. ¿Cuáles son las diferencias, en comparación con lo que tú piensas?

5. Tacha lo que quizás podría ser un poco exagerado y, probablemente, verás que el problema no es tan grave como parecía en un principio.

Y para finalizar, algunos otros consejos para minimizar las preocupaciones y disfrutar de la vida:

– Enfócate en los pensamientos positivos. Cada vez que te sientas preocupado por algo, concéntrate en cambiar ese pensamiento por uno positivo.

– Disfruta lo que sí tienes y agradécelo. Todos tenemos razones para sentirnos bien; solo es una decisión que debes tomar: enfocarte en aquello que sí tienes y no en lo que te falta. Los motivos para ser agradecido son muy personales, pero puedes disfrutar y agradecer, por ejemplo, el hecho de tener un hogar, una familia, que puedes sentir el sol en tu rostro, que puedes disfrutar de una ducha caliente, entre muchas otras cosas más.

– Ten la seguridad de que cualquier problema que se presente, podrás resolverlo o superarlo. La preocupación muchas veces viene del miedo. El miedo nos hace ver cada problema más grande de lo que realmente es. Una clave: vernos y sentirnos nosotros mismos más grandes que el problema en cuestión. Para ello es necesario tener confianza en uno mismo y saber que no hay adversidad que no seamos capaces de superar.

 Busca ayuda. Si en verdad te sientes tan agobiado por las preocupaciones y los problemas que no puedes ser feliz por eso, a pesar de haberlo intentado, quizás sea el momento de buscar ayuda profesional.

Y nunca olvides lo siguiente: aunque a veces nos cueste ver esto con claridad, estar bien y ser feliz son decisiones que se toman. Debemos hacernos conscientes del gran poder que está dentro de cada uno de nosotros. Cuando nos proponemos algo, solo debemos tener confianza en que lo podemos lograr y hacer lo que corresponda para conseguirlo.

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Fuente: La mente es Maravillosa.com

5 pautas para comunicarte con tu jefe sin temor

¿Cuántas veces te has parado a pensar en lo que le dirías a tu jefe y finalmente no te has atrevido? Si sigues leyendo encontrarás algunas pautas mediante las cuales la próxima vez sí se lo dirás.

¿Te atreves?

Sí, yo también me he encontrado en tal situación. No solamente con mi jefe, sino con mis clientes en mi vida anterior de consultoría. Parece nos han inculcado la creencia del servilismo, de que el cliente siempre tiene la razón, y por supuesto también nuestros superiores…

¿Qué consigues pensando que tienes que agradar a tu entorno? ¿De qué te sirve que tu jefe no sepa de tus inquietudes? Piensa… Te doy un minuto.

Puede que primero hayas respondido «De nada» y tras pensarlo un poco más con el silencio provocado por la coach, hayas extraído más conclusiones como las siguientes: «Sólo consigo sentirme frustrad@», «Me sirve para no enfrentarme a él/ella, para no moverme de mi zona de confort». ¡Menuda zona de confort! Seguramente en esa zona de confort estás tú con tus pensamientos, tus bucles, tu ira externa e interna, sin avanzar, sin progresar, sumid@ en tu autogenerada negatividad.

Esto nos pasa todos los días. Cuando tenemos que discutir un presupuesto, cuando tenemos que solicitar más recursos para llevar a cabo los proyectos de los que somos responsables, cuando queremos solicitar una jornada reducida, cuando deseamos conciliar más nuestra vida personal y profesional y no sabemos cómo plantearlo…

Te doy varias pautas, a ver qué te parecen:

1. Piensa que tu jefe es una persona: ¿qué virtud tenemos las personas? Entre muchas otras, capacidad de diálogo. Diálogo, según wikipedia, es «El diálogo es una forma oral y/o escrita en la que se comunican dos o más personajes en un intercambio de información entre sí.»

¿Y si la próxima vez planteas la conversación como una comunicación, un intercambio de información, es decir, un diálogo? No pienses en que es una petición, una queja, un reproche. Piensa en que vas a exponer la situación ante una persona como tú, con su carne y sus huesos, con sus problemas y sus preocupaciones, con sus alegrías y tristezas.

Sois dos personas. Sitúate a su nivel. ¿Quién te dice que no lo estás para poder mantener una conversación con él o ella? ¡No espera menos de ti!

2. Encuentra el momento: crea rapport, crea sintonía. Para ello busca el momento apropiado, de modo que quien tienes delante tuyo pueda estar receptivo, pueda estar por ti. Esto no viene dado, hay que crearlo. Entra rompiendo el hielo, comenta una jugada previa, pregúntale cómo se encuentra, consulta si puede estar por ti.

3. Plantea tu asunto en cuestión: expón tu preocupación sin temor. Plantea qué está ocurriendo. Crea contexto.Ponle en antecedentes, explícale el marco, qué está ocurriendo. No entres con la queja o la petición directamente. ¿Qué te pasa a ti cuando te entran directamente con demandas y lamentos? ¿No preferirías unos minutos previos de explicación coherente para poder entender la situación?

4. Plantea soluciones a tal asunto: cada vez más se nos solicita en el trabajo que seamos proactivos, creadores, generadores de ideas.  Aplícate esto cuando tengas que exponer un tema ante tu superior. Apórtale alternativas, soluciones, ideas. Que vea que lo has trabajado. Sé inteligente, lleva las soluciones a tu terreno. Piensa en argumentos que puedes ofrecer para defenderlas, y prepara argumentos también para las que esperes que te vaya a ofrecer él/ella.

5. Mantente firme en tu actitud:  sé fuerte. Has llegado hasta aquí con todo tu esfuerzo, fíjate en lo que has logrado. ¿Qué puedes conseguir flojeando? No significa que tengas que conseguir tener la razón. Significa que te mantengas firme en tus argumentos, en tu pensamiento, en lo que tú crees. Comparte con tu interlocutor cómo te sientes al respecto, ponte en su lugar también. Ofrécele trabajar juntos en una solución común. Co-crea con él/ella. No significa que te salgas con la tuya, sino que continúes con la actitud que te ha hecho lograr llegar hasta este punto.

Ahora recuerda un momento en el cuál no conseguiste compartir con tu jefe lo que deseabas. ¿En qué punto te quedaste? ¿Llegaste a pensar que eras capaz de dialogar con él/ella? ¿Preparaste el momento? ¿Creaste contexto? ¿Planteaste soluciones? ¿Te mantuviste firme en tu actitud de colaboración y co-creación?

Permitidme una última reflexión…

¿Comenzó este temor a comunicarnos con nuestros superiores en la infancia con nuestros propios padres?Seguramente sí. ¿Cuántas veces no les hemos reprochado algo o compartido algún pensamiento por el temor a que nuestros padres no estuvieran de acuerdo? Me hago esta reflexión ahora mismo desde el punto de vista de madre.Consigamos que nuestr@s hij@s vivan en la creencia del diálogo, de la comprensión, del razonamiento, de buscar soluciones juntos, de colaborar, de co-crear.

Ayudémosles a adaptarse a la nueva era de la colaboración, del networking, sin temor, siendo personas fuertes, poderosas, capaces de ofrecer soluciones, alternativas, sin miedo a que no se las acepten, a que no les escuchen.

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Fuente: Carmen Fernandez Coach