Manual para padres primerizos

Este artículo está escrito para quienes les gustaría ser padres (o madres) alguna vez en la vida. Para aquellas parejas que han tomado la decisión de tener un hijo. Para aquellas que están en pleno embarazo y en apenas unos meses verán nacer a su primer retoño. Y, por qué no, también para los padres y las madres que quieran recordar cómo les cambió la vida traer un bebé a este mundo. Para todos ellos, a continuación se describe la letra pequeña de la maternidad y la paternidad. Es decir, los puntos más delicados que cualquier pareja deberá afrontar al recibir a su primer vástago.

Nada más comunicar a nuestro entorno social y familiar que vamos a tener un hijo, empezamos a acumular recomendaciones –muchas de ellas, totalmente contradictorias– acerca de cómo deberíamos vivir este momento tan decisivo. Pero dado que cada bebé es único y cada pareja es diferente, digan lo que nos digan no quedará más remedio que aprender de la propia experiencia. Una cosa es lo que creemos que es la paternidad y otra, infinitamente distinta, lo que realmente implica ser padres. Es imposible saber de antemano lo mucho que la llegada de nuestro primer hijo va a cambiarnos la vida. Así que solo queda relajarse y esperar.

Los hijos no unen a las parejas ni las hacen más felices; más bien destapan las verdades que se ocultan debajo de la alfombra de nuestro hogar” León Tolstói

La pareja deberá pasar los días de cuarentena sexual. Una vez que la mujer se recupera del parto, hemos de dedicar tiempo y energía para mantener encendida la llama de la pasión. Y puesto que el bebé convierte a cada miembro de la pareja en papá y mamá este nuevo rol debe llevar a descubrir aspectos de nosotros mismos que desconocíamos.

Al trastocar nuestra rutina, en muchos casos el cansancio acumulado provoca que aflore nuestro lado oscuro, poniendo de manifiesto el tipo de persona que realmente somos. Cultivar la comunicación, la complicidad y la generosidad resulta esencial.

Por más que al principio cueste despegarse del bebé, es fundamental crear espacios de intimidad para estar a solas. Al menos una vez por semana podemos organizar una comida o una cena para dos, en la que –como hombre y mujer– cultivemos nuestra relación de amigos, amantes y compañeros de viaje. Lo cierto es que la llegada de un niño nos adentra en una rutina y una inercia que suele alejarnos de la pareja, creando una distancia emocional tan imperceptible como difícil de detener. Además, si cesa el amor entre los padres, los hijos lo acaban pagando. No es casualidad que durante los primeros tres años desde el nacimiento del primer hijo se produzcan cada vez más separaciones.

Los bebés son criaturas adorables. Pero dado que no pueden valerse por sí mismos, enseguida se apegan al afecto y la seguridad de papá y mamá. Además, dado que viven en modo supervivencia, son tremendamente egocéntricos y demandantes. Precisan el cien por cien de nuestra atención; no se conforman con menos. Si la mujer decide darle el pecho, el niño necesitará su presencia una media de seis horas diarias. También hay que limpiarle y cambiarle el pañal alrededor de siete veces por día, así como ponerle y quitarle la ropa, bañarlo, darle mimos, jugar con él y estar a su lado en todo momento para que no se sienta solo y no se haga daño.

Y no solo eso. La gran mayoría de ellos se despiertan un par de veces cada noche, utilizando su llanto como medio de comunicación. En general, lloran porque les duelen las encías cuando empiezan a salir los dientes, porque tienen fiebre o se sienten sucios. Algunos expertos recomiendan dejarlos desahogarse un rato, para que aprendan el hábito de conciliar el sueño por sí mismos. Otros proponen meterlos en la cama de los adultos, para que se sientan reconfortados por la calidez que les proporciona sentir a sus padres cerca. Sea cual sea la decisión, se debe evitar caer en la tiranía de los reproches y del “te toca a ti”. Es esencial armarse de paciencia y de generosidad para sacar fuerzas de donde sea y no pagar el mal humor con nuestra pareja.

Amar a nuestros hijos implica dejar de lado nuestros deseos para atender sus necesidades. Y hacerlo cada día durante muchos años”Erich Fromm

En paralelo, hemos de reorganizar nuestras prioridades y aspiraciones vitales, adaptándonos a los horarios de nuestro retoño. Dado que alguien ha de estar 24 horas al día junto a la criatura, tarde o temprano hay que tomar decisiones: ¿podemos permitirnos que uno de los dos miembros de la pareja deje de trabajar? ¿Contamos con la ayuda diaria de los abuelos? ¿Contratamos a una canguro de forma fija? ¿Lo llevamos a la guardería?

En cuanto a los fines de semana, el principal hobby pasará a llamarse “ejercer de padres”. Nuestras aficiones quedarán en un segundo plano, pero siempre se pueden encontrar soluciones llegando a acuerdos. Buscar la complicidad en la pareja para intentar mantener algo de la vida personal de cada miembro resultará fundamental. Los malabarismos para conseguirlo están garantizados, pero merecerán la pena.

No vemos a nuestros hijos como son, sino como somos nosotros. En demasiadas ocasiones proyectamos sobre ellos nuestros miedos, carencias y frustraciones. Hoy día existe una tendencia generalizada a convertirse en padres perfectos, cayendo en las garras de la hiperexigencia y la sobreprotección. Sin embargo, es imposible evitar que los hijos entren en contacto con el dolor. Los bebés padecen todo tipo de enfermedades, experimentan diferentes niveles de fiebre, se caen al suelo, se dan golpes… Muchas veces lloran porque no entienden por qué les pasa lo que les pasa. Sin embargo, por más que se lean libros sobre paternidad, seguramente resultará inevitable caer en las visitas a urgencias a altas horas de la madrugada por haber convertido un granito de arena en un enorme castillo.

Ni se puede convertir en un drama volver a casa con la sensación de no saber nada de nada, ni se debe salir corriendo en busca del médico más cercano a la primera de cambio. El libro de instrucciones infantil aumenta de páginas, enseñanzas, consejos y trucos cada día de convivencia con nuestro hijo. Y debemos estar atentos para tomar buena nota mental de las cosas que hemos hecho bien y de las que han resultado equivocadas. Nuestro equilibrio personal y nuestro hijo nos lo agradecerán.

Para cuando un hombre se da cuenta de que quizá su padre tenía razón, ya tiene un hijo propio que piensa que su padre está equivocado”Charles Wadsworth

Es curioso constatar cómo en la medida en que vamos ejerciendo el rol de padres, se manifiestan con fuerza rasgos, conductas y actitudes de nuestros propios progenitores. En algunos casos llegamos incluso a comportarnos del mismo modo que solíamos criticar en nuestros padres, estableciendo dinámicas con nuestra pareja que tanto juzgábamos y condenábamos cuando las veíamos desde nuestro papel de hijos. De ahí que se diga que “la sombra de papá y mamá es alargada”. O que “en la cama no dormimos dos, sino seis”, pues cada uno de los miembros de la pareja carga con el condicionante cultural y la herencia emocional de sus propios progenitores.

Como padres, el mejor regalo que le podemos ofrecer a nuestro hijo es compartir con él nuestro bienestar emocional. De ahí que antes de empezar a ocuparnos de él, hemos tenido que ocuparnos de nosotros mismos. Ejercer el rol de padres implica matricularse en un máster de amor incondicional. Puede que no haya notas, pero sí exámenes cada día. Para aprobar y superar los retos que nos plantea tener un niño hemos de comprender que lo importante es lo que sucede a través nuestro al servicio de nuestro hijo. Así, sus necesidades son nuestras prioridades. Y si bien esta afirmación es fácil de decir, da para toda una vida de aprendizaje. ¡Buen viaje!

 

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Fuente: Borja Vilaseca – ElPais.com

¿Qué Necesitas Realmente Para Lograr Lo Que Deseas?

Todos deseamos lograr cosas en nuestra vida:

  • Aumentar la Autoestima
  • Ser una persona segura de sí misma.
  • Lograr libertad financiera.
  • Tener la pareja ideal.
  • Tener nuestro propio negocio.
  • Tener un mejor empleo con un excelente sueldo.
  • Viajar.
  • Tener la casa de nuestros sueños…Etc, Etc, Etc.

Pero lamentablemente dentro de nosotros existe una vocecita interna que nos susurra: “No puedes”, “Es muy difícil que lo logres”, “No eres capaz”, “otros no han podido, tu menos”.

Estas palabras son bombardeadas en nuestra mente y son las que nos impiden tomar decisiones y tomar acción para lograr lo que queremos, superar los miedos y dar los pasos que necesitamos para llegar a donde queremos ir.

Para poder lograr lo que deseas, necesita silenciar esa vocecita. ¿Te imaginas lo que puedes pasar si esa vocecita no te habla de forma negativa diciéndote que no puedes?. Sería una maravilla verdad?.

Pues claro que puedes hacerlo, tú puedes enseñarle a esa vocecita lo contrario a lo que ella piensa. Ella te habla de la forma como lo hace, por las experiencias que has vivido, por lo que les ha pasado a personas que están a tu alrededor y por todo lo que has aprendido durante toda tu vida. Todo lo que has experimentado y experimentas en tu vida, es creado por tus pensamientos y por las creencias que has aceptado como ciertas en tu vida.

Tú debes tomar el timón de tu barco y dirigirlo, y a al decirte ésto, me refiero a tu Mente. Tu mente no es la que debe dominarte, tú eres quien debes tomar el mando y dirigir tu mente para que te lleve a donde quieres ir. Si dejas de tomar el timón, tu barco te llevará a donde no quieres, podrás hundirte y para sacarte de las aguas más profundas, llevará más trabajo.

¿Qué quiero decir con todo esto? Que tú debes enviarle a tu mente lo que quieres y adiestrarla para que te ayude en vez de perjudicarte. Es necesario que trabajes los pensamientos negativos que te limitan, las creencias que te llevan a creer que es imposible que tu logres algo.

Cuando tomes la responsabilidad conscientemente de tus palabras, de tus pensamientos, de tus emociones, entonces es cuando tendrás el mando para cambiar y lograr tus metas o sueños.

Calla la vocecita interna que te dice cosas negativas!, enseñándoles pensamientos positivos. Esto es lo que puedes hacer para adiestrarla y así enviarle el mensaje correcto a tu mente inconsciente y lograr lo que quieres:

1. Piensa en lo que deseas, NO en lo que no deseas: Es necesario que te enfoques en lo que quieres lograr, en lo que deseas con todo tu corazón.

El mayor error de la gran mayoría de las personas en enfocarse en lo que NO QUIEREN (“No quiero estar triste”, “No quiero sufrir más”, “No quiero tener mi autoestima baja”, “No quiero estar sin dinero), en vez de centrarse en lo que SI QUIEREN.

Para cambiar el dialogo que tienes con tu vocecita interna, necesitas enfocarte en lo que si quieres. En vez de decir “No quiero estar triste”, debes decir “Quiero sentirme feliz o Quiero estar Feliz”.

Cuando dices “No quiero estar sin dinero”, tu mente inconsciente no entiende la palabra NO, lo que entiende es “Quiero estar sin dinero”. Y es justamente eso lo que sigues atrayendo a tu vida, escasez de dinero.

En vez de decir “No quiero estar sin dinero”, debes decir: “Quiero tener libertad financiera, o Quiero tener dinero para disfrutar de la vida que deseo”.

Todos tenemos una herramienta poderosísima a la que no se le da el uso adecuado y bueno, tampoco nos dieron el manual de cómo usarla, eso no nos los enseñan en la escuela, ni en la universidad.

Es necesario que te centres en los SI QUIERO y dejar de lado los NO QUIERO.

Al principio de costará, pero cuando te veas enfocado en lo que No Quieres, inmediatamente cambia tu enfoque a lo que Si quieres.

2. Céntrate en tu Presente: No puedes hacer nada con tu pasado, su palabra lo indica caducado, ya es un producto que se venció. ¿Qué haces cuando si tienes en la mano un yogurt que está vencido, lo botas a la basura verdad?, no te lo tomas porque sabes que puedes hacerte daño.

Lo mismo sucede si vives viviendo en el pasado, puedes causarte daños. Algunos pueden ser recuerdos muy bonitos y esos son los que te invito a que los traigas a tu presente para crear un excelente futuro.

Ahora que pasa con el futuro?…El futuro aún no ha llegado. Lo único que tienes es tu presente, el ahora, el hoy. Enfócate en lo que puedes hacer en tu presente, para que puedas crear tu futuro.

Lo que deseas exprésalo en tiempo presente, así tu mente te ayudará a tomar acción de inmediato, callarás la vocecita que trae cosas del pasado y que te atormenta con el futuro que deseas y que según tu voz no puedes lograr.

3. Afirma lo que deseas en presente simple y en forma positiva: tu subconsciente acepta lo que le dices, y todo lo que piensas y expresas.

Utiliza afirmaciones de tu deseo en primera persona y en forma positiva, es decir, si lo que quieres es aumentar tu autoestima afirma: “Yo me acepto tal y como”. Es necesario que cuando afirmes lo que quieres te sea convincente, para que tu mente inconsciente no la rechace y te diga “Eso es mentira”.

Es necesario que te sientas a gusto con la afirmación y recuerda en primera persona “YO…”, en forma positiva “Yo merezco ser prospero…Yo capaz de lograr mi meta…Yo me amo”. Y sobre todo…Uy! se me estaba pasando por alto!, -Debes afirmar con convicción y entusiasmo-.

Si tomas el timón de tu barco(mente) y llevas tu el mando, lo más probable es que llegues a el puerto donde quieres llegar (tu deseo).

Has de tu mente tu mejor aliada para lograr tus propósitos!

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Fuente: Yusmairot Castilla – nuevodinamo.com

El retorno del hijo pródigo

En una de las meditaciones que organiza Joaquín García Weil en su centro de yoga “Yogasala Málaga”, e invitado por él, acudí con una compañera de la Facultad de Psicología que cursaba su último año de carrera. Al finalizar la meditación y tras la posterior tertulia, al presentarle a Joaquín y como si de preguntar la hora se tratase, le dijo más o menos así: ¿qué es y qué utilidad tiene la meditación? Mi amigo, muy correcto en todo momento, se limitó a responder, como sin ánimo de convencer, que “meditar es esto que hemos hecho, y vale para sentirte como te sientes ahora”, respuesta que a mi amiga no le resolvió la cuestión, aunque es posible que germine en algún momento posterior. Ya en la calle y de vuelta a casa me preguntaba el porqué de esa respuesta e insistía en no entender que habíamos hecho en la sala; para no desentonar, creo, seguí el rumbo fijado por Joaquín.

Como saben los meditadores expertos, la respuesta es una tarea un tanto compleja; podemos decir que es el acto de dejar pasar, de no engancharse en los pensamientos, sentimientos y emociones que aparecen, la dudosa opción de dejar la mente en blanco o pararla, de retirar el poder que le hemos concedido, de retomar nuestro trono, ser el rey en nuestro reino, para ser y sentir lo que somos a través de nuestros sentidos un tanto atrofiados y bloqueados, (como los tenía El caballero de la armadura oxidada de Robert Fisher) para volver a conectarnos con nosotros mismos como antaño, proceso que nos describe el Psicólogo, alquimista y amigo Carlos Velasco Montes en Las enseñanzas del Caballero de la Armadura Oxidada. Quizás lo que consigue la meditación es retomar nuestro centro intuitivo, conectándonos con nosotros mismos, para que la inteligencia pase a ser un instrumento a nuestro servicio y no al contrario, diluyéndose ese “ego” juicioso que nos separa los unos de los otros y con todo lo que es.

¿Por qué ocurre esto? Según nos expone Taylor Steve en su libro La Caída de Ediciones La Llave, la aparición de la inteligencia dio paso a las primeras civilizaciones, al desarrollo del lenguaje, y este, al hecho de poder hablar con nosotros mismos, a la dualidad, a la separación; “Comimos así del árbol de la fruta prohibida, la mente”. Una semilla o un animal no se pregunta quién es, ni cuál es su función o lugar en la vida, sencillamente lo ocupan.

Antes de las primeras civilizaciones, cuando se habitaba en pequeños grupos con un lenguaje pobre o casi inexistente y unas estructuras sociales simples, estábamos más conectados. Posteriormente, la complejidad de dicha sociedad y el desarrollo de medios técnicos más avanzados, derivaron en una mayor utilización del intelecto, potenciando y desarrollando más aun dicha inteligencia. Los avances trajeron consigo acumulación de riqueza, excedente de alimento, y con ello la aparición del egoísmo y la avaricia, sentimientos que fueron ganando sitio en beneficio del “ego”, personaje impetuoso y astuto que nos hace creer que somos él.

Paralelo al desarrollo de la inteligencia aparece el lenguaje con su retórica y la posibilidad de hablar de tiempos pretéritos y futuros. Según el profesor Dan Everett, tras investigar durante más de 30 años el lenguaje de “Los Tirajás”, tribu situada en la cuenca del Amazonas a su paso por las fronteras entre Perú, Colombia y Brasil, concluyó que su lenguaje carece de retórica, de numerología y su único tiempo es el presente, denominándola por todo ello “La gramática de la felicidad”, ya que observó en estos años de convivencia, que vivían en un estado de continua felicidad, nunca se preocupaban por situaciones ficticias creadas por su mente; sólo hablaban en presente, y si le preguntaba por el número de hijos, se limitaban a decir “muchos, pocos o lo normal”. Su lenguaje no les permitía decir una cantidad exacta, en cambio si podían nombrarlos a todos.

El lenguaje nos ahonda en la dualidad mental, en esa que nos confunde y nos identifica con lo que habla y no con lo que observa; nos identificamos con el cochero y olvidamos que somos el señor que viaja en la carroza, ese lugar de quietud desde el cual decide y ordena, haciendo uso de las emociones y la mente para tomar dichas decisiones, la explicación está basada en la conocida metáfora entre el carruaje de caballos con pasajero y el ser humano, donde el carruaje sería el (cuerpo), los caballos las (emociones), el tan útil cochero (la mente) y el pasajero o señor que viaja dentro, seria nuestro ser más profundo, nuestra esencia, el observador que debiera dirigirnos, es decir, lo que somos realmente.


Por otro lado, Robert M. Sapolsky en su libro, ¿Por qué las cebras no tienen úlceras?, nos muestra como al no estar en nuestro centro, vivimos en un estado de ansiedad casi permanente; nuestro “sistema simpático”, sistema de “lucha-huida”, activado habitualmente más tiempo del recomendable; pudiendo ser precipitante de enfermedades físicas (somatizaciones) y mentales. En cambio, si nos mantenemos presentes y en calma, el sistema inmunitario funciona perfectamente, debido a que el sistema nervioso activado sería el “parasimpático”.

Al acallar la mente por medio de la activación del área prefrontal, principalmente, conseguimos reducir la activación de la amígdala, (relacionada con las emociones), la activación del hipocampo se ve modificada y se modulan los sistemas sinápticos de neurotransmisores entre otras muchas consecuencias neurológicas en las que no vamos a entrar ahora, reduciéndose así la activación del sistema nervioso simpático, y con ello el buen funcionamiento del sistema inmunológico; el organismo se armoniza y equilibra, viéndose saludablemente fortalecido por ello. A continuación el sistema nervioso parasimpático relacionado con el estado normal o de no alerta tomará el timón del barco la gran mayoría del tiempo, salvo en momentos de verdadero peligro, cuando realmente se vea obligado a centrar todas las energías en el sistema de lucha-huida.

El siguiente paso sería habitar nuestro cuerpo, retomar el trono cedido, siendo este uno de los actos de mayor humildad que podemos tener, dejar de estar en la mente, para estar presente y habitar el cuerpo; aceptar la “realidad” tal cual es, sentir y vivir las emociones y sentimientos que aparecen a cada momento, sin juicio ni resistencia, desde la “rendición”, desde la aceptación de lo que es y no puede ser cambiado, y por supuesto, tomando la acción adecuada para cambiar lo que puede y debe ser cambiado. Esta quietud nos aporta la sabiduría necesaria para un recto obrar desde esa información que nos proporcionan las emociones y sentimientos, lo que sería “Atención Plena o Mindfullness” de Jon Kabat-Zinn, basada en técnicas y prácticas milenarias como el “Vipassana” del Zen.

Si no retomamos nuestro sitio, si no cumplimos nuestro cometido, seremos como la semilla que siente la necesidad de brotar y no lo hace, pudriéndose y no cumpliendo su función en el “plan divino”. Seremos un tanto desagradecidos con la vida y con las oportunidades que nos brinda. Muchas religiones son coincidentes en valorar como de los peores “pecados” el suicidio. Porque cada situación, por dura que sea esta, y escape a nuestro entendimiento racional, tiene un sentido y nos guarda una enseñanza; al igual que cuando algo o alguien nos produce malestar, detrás de esto tenemos un aprendizaje y un crecimiento, un regalo a fin de cuentas, hacemos de espejos los unos de los otros, somos alumnos y maestros en todo momento. Cuando algo nos molesta o nos mueve excesivamente de alguien, puede deberse a algo que no nos gusta de nosotros mismos, sea esto por exceso o defecto. Debemos de entender las sombras que nos muestra nuestro ego como oportunidades de crecimiento, agradeciendo la oportunidad de tomar conciencia de todo ello, y recordar que tras cada sombra existe una luz que la produce.

Las religiones, y muy especialmente la católica, nos enseñan a huir de nuestros lados oscuros, del pecado; nos dicen qué es el bien y qué es el mal, como si de actos concretos se tratase. Y, ¿qué es el “Pecado”, que es “Pecar”? Pecar, en su origen griego, significa errar el blanco. Los arqueros griegos lo utilizaban para denominar los lanzamientos fallidos; luego se utilizó en el mundo espiritual y/o de crecimiento personal, como no estar en uno mismo, estar separado de…; en definitiva, “errar el blanco”, traicionarse a sí mismo, permaneciendo en cierto estado de disociación “esquizo-paranoide” alejados de la realidad e incluso viviendo una realidad paralela. El doctor en psicología y actual icono mundial en Gestalt y Eneagrama, Claudio Naranjo, diferencia entre “pecado y patología” por el grado de responsabilidad según la conciencia o separación que tenga el sujeto de la realidad, entrecruzando ambos términos y no habiendo una línea divisoria clara entre los mismos.

La psicología y la medicina actual, a través principalmente del DSM-V y la CIE-10, entre otras variables, sitúan la buena salud mental en la media poblacional, la adaptación al medio entorno habitual y el bienestar percibido del sujeto. ¿Y cómo puede ser referencia una sociedad a todas luces enferma? Tenemos y debemos introducir otro concepto de salud mental distinta a la buena adaptación a un grupo de referencia a todas luces disruptivo. La salud mental probablemente no sea otra cosa que el tan divinizado “estado de iluminación”, visto como un continuo, desde una perspectiva “lineal”. Tendríamos en un extremo las psicopatologías, en un lugar intermedio a la mayoría de la población con cierto grado de “enfermedad”, y en el extremo contrario la tan ansiada salud, “iluminación” o “estado original”. Actualmente existe un proyecto de investigación con la Directora del grupo de trabajo en Inteligencia Emocional Plena de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga, y profesora en dicha Facultad, la Doctora Natalia S. Ramos; ambos estamos interesados en comprobar la posible inclusión del grado de presencia y/o conciencia del sujeto como principal variable en la determinación de la salud mental.

En su libro Después del Éxtasis, la Colada, Jack Kornfield nos habla de la iluminación como algo natural, de la importancia de la terapia en dicho proceso y de cómo no dejan de ser personas con emociones y sentimientos, “normalizando” dicho estado de iluminación que afortunadamente y según parece no es un fenómeno tan escaso en la actualidad. Tradicionalmente se ha relacionado la iluminación con poderes, milagros y estados excepcionales que quiebran las leyes naturales conocidas. Quizás sea algo más simple, y una vez en ese estado cada cual ocupa su lugar en el plan divino, unos serán hortelanos y otros líderes espirituales; lo importante, en mi opinión, es que cada persona ocupe su lugar y cumpla con su función y misión en la vida una y con el Uno, desde una felicidad y quietud no exentas de emociones, sean estas entendidas como “positivas o negativas”, que todas ellas forman parte de la vida. Por lo tanto, el grado de salud o patología lo determinaría nuestra presencia “rasgo o estado”, como estado de presencia habitual o estado de presencia en un momento puntual voluntariamente conseguido, respectivamente, no bastando con la discriminación o conciencia entre mundo interno y externo de Sigmund Freud.

Por otro lado, cuando el área prefrontal de un adulto se desarrolla sucede la madurez, encontrando diferencias de tamaño y activación entre sujetos jóvenes y adultos maduros. Esta área tiene una estrecha relación con la toma de decisiones; si no está debidamente desarrollada, son decisiones impulsivas y temperamentales como les sucede a sujetos no maduros y adolescentes. También se observa, como dijimos antes, una correlación inversa entre la actividad prefrontal y la amigdalina. Un buen desarrollo de todo ello correlaciona con meditadores experimentados, con lo cual “la Meditación” se presenta como una buena herramienta para contribuir a una buena salud mental y física, ya que muchas de las enfermedades físicas son psicosomatizaciones.

En algunos casos, hay personas que cuando llegan a su primera meditación se ponen nerviosas, se les acelera la mente, dificultando con ello la labor meditativa o de calmarla desde la no acción; incluso ese momento de darse cuenta puede ser “impactante” al descubrir a la mente infraganti, el ego se defiende, su poder corre peligro. Nos autoengañamos y volvemos al piloto automático, “mejor olvidarnos de todo”, pero tenemos que hacer saber a quienes se inician, que siempre hay una meditación para cada persona; la meditación activa, igual va mejor para este tipo de personas, ya que de alguna forma se les da un hueso a roer como con los mantras; así nos lo hace saber Ramiro A. Calle en su libro El Faquir, en el cual su protagonista deambula de maestro en maestro hasta encontrar al suyo, derivado por los anteriores, conocedores de que “hay tantos caminos como personas”.


Un cuento Sufí nos habla de los miedos que aparecen al vislumbrar estados de conciencia elevados o no habituales para el sujeto. La síntesis del cuento es la siguiente: “Cuatro meditadores o alumnos avanzados se iluminan súbitamente. Uno huye aterrado para nunca volver al mundo espiritual; otro se vuelve loco por no asimilar su mente lo que ve, mientras que el tercero muere de infarto al no resistir su corazón tal descubrimiento o estado; por último, el cuarto se mantiene en estado de iluminación y plenitud. Son teóricamente las cuatro opciones que “existen” si se consigue dicho estado en un momento que no estamos adecuadamente preparados para ello, y sobre todo, son los tres miedos que aparecen inevitablemente, acentuándose en caso de ir demasiado deprisa. Esto sería debido a lo que nos explica Jack Kornfield en su ya mencionado libro Después del Éxtasis, la Colada, la necesidad de un caminar paralelo entre “psicoterapia y meditación”, de ahí el dicho: “si quieres saber si alguien está iluminado, llévalo una semana a convivir con su familia”. Un proceso, basado solo en la meditación sin apoyo terapéutico, quedaría y seria un proceso incompleto e inconcluso, al igual que a la inversa.

Por último, hablaremos de la teoría del “Mono Loco” debido a su importancia y necesidad. Si no fuese por ese primer mono que bajó del árbol siendo devorado por los depredadores. Si no fuese por él y los que le siguieron posteriormente, no seriamos bípedos; nunca hubiésemos evolucionado; seguiríamos “andando” por los árboles a cuatro patas, o nos hubiésemos extinguido como le sucedió al hombre Neanderthal. Esto es lo que hicieron grandes personas históricamente reconocidas, como Buda, Jesucristo, Gandhi, Martín Luther King y otros muchos anónimos para la mayoría; bajaron del árbol siendo asesinados por personas que veían peligrar sus estructuras y posiciones de seguridad; tenían miedo, fueron seres despiertos que veían más allá, personas que dieron esos primeros pasos enseñándonos el camino que otros siguieron, incluso dando su vida en post de la evolución. Dichos sujetos carecían de “adaptación” al medio y a su época, en cambio, sí que gozaban de una muy buena salud mental, y de un estado de presencia y conciencia excepcionales en su época y entorno.

Quizás en un tiempo no muy lejano sea la gran masa la que despierte, esa “masa crítica” de la que tanto se ha hablado: el periodo del fin de los tiempos, el tan temido fin del mundo conocido, ese tiempo en el que las personas serán “juzgadas”. ¿O será algo más benigno? Ese arrobamiento que describen las escrituras que hará desaparecer a los sujetos para ser llevados al paraíso. ¿No será la descripción de la iluminación? Y lo que se describe como el fin de los tiempos, ¿será el final del tiempo del ego? Quizás, y solo quizás, en breve “el antílope descanse junto al león” y para ello debemos “ser un instrumento en manos de Dios” para que su música suene a través de nosotros.

AGRADECIMIENTOS:
Especialmente al profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga, Doctor Juan Manuel Manzaneque, por sus correcciones de estilo, asesoramiento, tiempo dedicado y la ilusión depositada en el proyecto. Al escritor, profesor de filosofía y Yoga Joaquín García Weil, por los consejos y ánimo. Igualmente agradecer a los profesionales, compañeros y amigos que han leído y opinado sobre el presente texto, como la Doctora en psicología Fª Vera, al Psiquiatra Manuel Martínez, a los Psicólogos Carlos Velasco, Fernando Ramírez, María A. Roca y a la Logopeda Rocío Planes.

 

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Fuente: Andrés Espinosa Martín