La aceptación lo resuelve casi todo

En mi opinión, en muchas ocasiones nos estancamos en una pataleta infantil del ego, del todo inútil, porque no queremos aceptar la realidad.

Negar la realidad, que es un modo de autoengaño, no sólo es inútil, sino que es contraproducente.

Y el dolor, el sufrimiento, y todos sus sinónimos, son el fruto de la no aceptación de la realidad.

Si una persona pierde a un ser querido se manifiestan en ella toda una serie de sentimientos o emociones –afección, desolación, disgusto, abatimiento, tristeza, nostalgia, etc.-, que son de los humanos y son naturales, pero la permanencia del dolor o el sufrimiento son producto de una persistencia en no querer aceptar lo que ha sucedido que, aunque indeseado, es real.

Ya sé que cuando los sentimientos están por medio desbaratan todas las teorías -porque se niegan a tratar con lógica racional y fría una cuestión que se convierte en asunto del corazón-, pero es conveniente ir metiendo en el caos sentimental algunas razones que vayan mitigando, muy poco a poco, el dolor y el sufrimiento que sólo nos van a llevar a un estado emocional quebradizo y desacertado del que seremos los más directos sufrientes.

Sí, ya sé que cuando los sentimientos se meten por medio desbaratan todas las teorías, pero esa de que si no se llora mucho, y si no se alargan la aflicción y el lamento es que se quiere menos a la persona que falta, no está acertada del todo. Es mejor que el recuerdo de quien ya no está nos deje la sensación de amor que nos unió, el cariño que sentimos, lo bueno que fue mientras duró, y el amor que provoca cuando se le recuerda, que estancarnos en la desdicha de su ausencia.

Su fuésemos capaces de aceptar con naturalidad cualquier situación, sobre todo las menos agradables, nuestro estado de ánimo y emocional estarían más equilibrados, más en paz y justicia.

Y no me refiero a una rendición incondicional ante las cosas indeseadas que suceden, ni a una sumisión a los hechos que no permita ni siquiera la expresión del sentimiento humano que despiertan.

Fallece un ser querido… ¡y qué se le va a hacer! Y que no se interprete esto como el pensamiento de una persona desnaturalizada y sin sentimientos. Se ha de hacer el duelo de su ausencia, pero ese duelo, tras los pasos habituales que hay que realizar, nos ha de llevar a la aceptación de su ausencia, como algo natural, como algo irreparable y como algo cierto.

Fallece un ser querido… ¡y yo también voy a fallecer! y el mundo seguirá exactamente igual sin mí, y otras personas seguirán cantando a pesar de mi ausencia, y otros se casarán o se irán de viaje aunque yo no esté, y otros ni siquiera sabrán quién soy yo ni les importaré. Y a quien no entienda esto bien, le recomiendo un paseo por un cementerio.

Me despiden del trabajo… ¡y qué se le va a hacer! pasar por todos los estados de rabia, o ira, o indignación, o lo que sea que provoque –y no evitar todo ello, sino pasar todo el proceso de cualquier duelo-, pero no estancarse en ese estado, sino pasar a la mayor brevedad posible al paso positivo que es serenarse para comenzar a buscar el siguiente trabajo, preferiblemente con el convencimiento de que va a ser mejor que el anterior.

No me ama la persona que me gustaría que me amara… ¡y qué se le va a hacer! pues lo mismo que ya se ha descrito en el párrafo anterior para llegar lo antes posible a la conclusión de que no se le puede imponer a alguien que nos ame, y que en el mundo hay muchas personas que nos pueden amar y a las que podríamos amar con toda la intensidad que sabemos hacerlo, o más, así que hay que plantarse una sonrisa de fe y esperanza –los tristes y amargados no despiertan pasiones en los otros…- y ponerse a la búsqueda de esa persona.

No soy tan alto como quisiera –esto no tiene remedio-; tengo unos kilos de más –a esto sí se le puede busca solución-; no me gusta mi carácter –esto también tiene arreglo-; no me van bien las cosas –se puede hacer algo por cambiarlo-; etc. etc. etc.

Aceptación no quiere decir rendición ni sumisión. Quiere decir que se comprende y se admite que eso es lo que hay en este momento y no se niega ni se elude. Eso sí, tras la aceptación, casi siempre ha de aparecer la opción de modificar las cosas, de mejorarlas, o de intentar verlas con otros ojos u otra perspectiva. Y, sin duda, la opción de quitarle el adjetivo calificativo y dejarlo en el hecho sin más.

Como todo lo escrito son generalidades, sería interesante que revisaras en ti cómo te afectan las cosas que no aceptas, que vieras si es agradable persistir en esa actitud si es de algún modo dañina, si crees que sería mejor que actuaras de otra forma, y que valorases la posibilidad de aceptarlo sin más –y que no te duela- o la de de esforzarte en cambiarlo, si ello es posible o aunque sea un poco imposible.

A partir de ahora ya es un asunto tuyo.

Te dejo con tus reflexiones…

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Fuente: Aportación de colaboradores: Francisco de Sales – www.buscandome.es

Problemas de Comunicación en la Pareja

Todas son quejas en las terapias de pareja

Cuando dos personas se eligen libremente para convivir, después de haberse conocido durante un tiempo, tienen que saber que el otro, durante la etapa idílica puede no haberse mostrado tal cual es.

Porque todas las parejas tienden a mostrar su máscara social cuando recien se conocen y se han condicionado tanto a utilizar esa imagen, que hasta que ellos mismos creen en ella, olvidándose de quienes realmente son.

Para comenzar una vida juntos, sin lastres que impidan una armoniosa convivencia, es importante mostrarse como uno es y saber qué espera el otro de uno mismo. Por lo tanto, es necesario mantener una fluida comunicación, tener plena confianza uno en el otro y poder hablar de cualquier cosa sin inhibiciones.

No es necesario decirse todo, porque nos quedaríamos vacíos, ya que siempre existe una parte verdaderamente íntima que no se puede traducir en palabras y que debe permanecer en nuestra interioridad, intacta.

Hay que conservar ese misterio insondable de nuestras propias aspiraciones genuinas para ir revelándolo de a poco con los hechos y continuar sorprendiendo toda la vida. Porque los hechos valen mucho más que las palabras.

Una pareja se da cuenta de inmediato cuándo hay una dificultad en la relación. Sin esperar que las cosas se compliquen y pasen a mayores hay que detenerse y mantener una conversación sincera y honesta sobre el problema.

Las peores cosas puedes ser dichas en buenos términos, sin necesidad de escenas violentas ni malos tratos.

No es aconsejable acumular para después explotar y provocar con ese estallido una situación difícil de manejar.

Las ofensas hay que perdonarlas pero nunca hay que olvidarlas, porque pueden resultar útiles a la hora de pasar facturas.

La negociación es la base de la comunicación y es la forma más moderna y eficaz de enfrentar los problemas y resolverlos.

La comunicación no es una línea recta sino un círculo de ida y vuelta. Todo lo que diga el integrante de una pareja generará en el otro una respuesta interna generalmente contaminada con experiencias del pasado, que provocará una reacción encadenada a esos sucesos que nada tienen que ver con el tema en cuestión.

Puede ocurrir que la comunicación no logre su cometido y que se malinterprete su significado, por eso es necesario ser claro y preciso y acompañar con los gestos adecuados lo que se está diciendo; porque muchas veces estos gestos contradicen el mensaje hablado.

Cuando dos personas están en armonía la comunicación fluye naturalmente y más cerca estará de lograr correspondencia.

Esa armonía se logra manteniendo ambos el mismo lenguaje y tono al hablar, aunque no estén de acuerdo. Porque el punto que no hay que perder de vista en toda discusión es el objetivo de la misma, sin obstinarse en querer tener la razón, que no conduce a nada.

Si el otro levanta la voz, lo mejor es responder en el tono más bajo posible, ya que esto permite detener la espiral y provocar en el otro una disminución de su cólera.

Llevarse bien con el otro exige apreciar sus propios valores aunque no se compartan.

Cuanto más nos centramos en nuestros propios pensamientos y convicciones menos conscientes estaremos de los pensamientos y convicciones de los demás.

El secreto de la buena comunicación no es tanto lo que se dice sino cómo se dice, hablando en los mismos términos y expresando las ideas en la misma forma en que el otro piensa de ellas.

Teniendo en cuenta que todas las personas son diferentes y que cada uno ve el mundo de una manera distinta es un verdadero milagro que una pareja logre entenderse. Sin embargo, no es imposible y algunas parejas pueden hacerlo.

Si eso es posible, entonces todos los demás, si quieren, también pueden.

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Fuente: Psicología y el ser

Cinco claves para espantar las preocupaciones

¿Sientes que no disfrutas los buenos momentos de tu vida porque siempre estás preocupado(a) por algo? ¿Piensas casi permanentemente en el futuro de tus hijos, en problemas económicos o de salud? ¿Esos pensamientos hacen que te cueste conciliar el sueño? ¿La mayor parte del tiempo te sientes amargado por diferentes problemas?

Es necesario que aprendamos a liberarnos de esos pensamientos negativos y que aprendamos a vivir plenamente, aprovechando todo lo bueno que la vida tiene para ofrecernos. Si te sientes abrumado(a) por las preocupaciones, este artículo es para ti.

¿Por qué nos preocupamos tanto?

Muchas personas se preocupan porque creen que esta es la mejor manera de prevenir o resolver los problemas. Sienten que si no se preocupan, están siendo irresponsables. Si no piensan en los problemas o posibles problemas, éstos aparecerán y traerán graves consecuencias.

Si bien es cierto que un cierto grado de preocupación nos ayuda a evitar o resolver algunas situaciones, la preocupación exagerada, la que nos impide relajarnos para disfrutar de un bonito día de sol o de una fiesta, no aporta nada positivo a nuestra vida, sino todo lo contrario.

No es útil preocuparse cuando…

…se trata de una situación del pasado. Es obvio que no se puede hacer nada para cambiar lo que ya sucedió. Lo que sí se puede hacer es aprender del error o intentar mejorar las consecuencias en el presente, pero no se puede modificar el pasado.

…es un problema que no tiene solución, o cuya solución no está en nuestras manos. Si no podemos hacer nada al respecto, la preocupación no tiene sentido, ¿verdad? Claro, no es tan sencillo, pero debemos hacer el esfuerzo de abandonar esos pensamientos negativos e improductivos que nos amargan el día.

…es un problema que tiene solución. Si puedes hacer algo respecto del problema que te preocupa, entonces deja de preocuparte y ponte manos a la obra. En otras palabras: haz lo que tengas que hacer. Si la solución no está en tus manos, luego de hacer todo lo que esté a tu alcance, deja de preocuparte, pues ya hiciste todo lo que podías.

 

Claves para dejar las preocupaciones de lado

Este es un ejercicio que puede ayudarte a mirar los problemas con mayor objetividad y a lograr que las preocupaciones no invadan tus pensamientos permanentemente.

1. Primero, describe el problema que te preocupa, con lujo de detalles.

2. Luego, escribe todo lo que crees que podría suceder.

3. Lee lo que has escrito y trata de pensar objetivamente. ¿No estarás exagerando un poco sobre las consecuencias que podría tener el problema?

4. Intenta pensar en lo que diría de esto la persona que más admiras. ¿Cuáles son las diferencias, en comparación con lo que tú piensas?

5. Tacha lo que quizás podría ser un poco exagerado y, probablemente, verás que el problema no es tan grave como parecía en un principio.

Y para finalizar, algunos otros consejos para minimizar las preocupaciones y disfrutar de la vida:

– Enfócate en los pensamientos positivos. Cada vez que te sientas preocupado por algo, concéntrate en cambiar ese pensamiento por uno positivo.

– Disfruta lo que sí tienes y agradécelo. Todos tenemos razones para sentirnos bien; solo es una decisión que debes tomar: enfocarte en aquello que sí tienes y no en lo que te falta. Los motivos para ser agradecido son muy personales, pero puedes disfrutar y agradecer, por ejemplo, el hecho de tener un hogar, una familia, que puedes sentir el sol en tu rostro, que puedes disfrutar de una ducha caliente, entre muchas otras cosas más.

– Ten la seguridad de que cualquier problema que se presente, podrás resolverlo o superarlo. La preocupación muchas veces viene del miedo. El miedo nos hace ver cada problema más grande de lo que realmente es. Una clave: vernos y sentirnos nosotros mismos más grandes que el problema en cuestión. Para ello es necesario tener confianza en uno mismo y saber que no hay adversidad que no seamos capaces de superar.

 Busca ayuda. Si en verdad te sientes tan agobiado por las preocupaciones y los problemas que no puedes ser feliz por eso, a pesar de haberlo intentado, quizás sea el momento de buscar ayuda profesional.

Y nunca olvides lo siguiente: aunque a veces nos cueste ver esto con claridad, estar bien y ser feliz son decisiones que se toman. Debemos hacernos conscientes del gran poder que está dentro de cada uno de nosotros. Cuando nos proponemos algo, solo debemos tener confianza en que lo podemos lograr y hacer lo que corresponda para conseguirlo.

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Fuente: La mente es Maravillosa.com