Cómo elaborar una economía de fichas eficaz en la educación de tu hijo

Padres desesperados con sus hijos que acuden a consulta y dicen eso de:“hemos intentado eso que sale en la tele de la cartulina con puntos y con este niño ese truco no sirve”.

Gracias a los medios de comunicación se han hecho muy conocidas en los últimos años estrategias para modificar comportamientos en niños. La citada “cartulina con puntos” es una técnica muy conocida en modificación de conducta llamada economía de fichas que consiste básicamente en dar puntos al niño al realizar ciertos comportamientos que podrán canjearse por un premio.

Un problema recurrente en la popularización de la psicología es que se acaba perdiendo la fundamentación teórica que sostiene una determinada técnica. La economía de fichas no es un truco o un remedio comercial sino que está basada en los principios del condicionamiento operante que establece científicamente cómo se modifican las conductas. Por tanto, si “no funciona” es que no estamos entendiendo el problema de nuestro hijo o no estamos aplicando de manera adecuada la técnica.

Una economía de fichas exitosa necesita de un diseño adecuado

La economía de fichas es muy útil ya que al establecer las conductas objetivo podemos evaluar y registrar el avance, al utilizar un sistema de puntos podemos tener reforzadores inmediatos e infinitos y además implicamos al niño en la consecución de sus logros. Pero no es tan simple como copiar lo que hemos visto en la tele o hacer un catálogo de conductas y premios. Una economía de fichas exitosa necesita de un diseño adecuado que siempre ha de seguir los siguientes puntos clave:

A la hora de elegir las conductas a realizar

  • Conductas operativizables: Las conductas tienen que ser concretas y perfectamente identificables para determinar si se han cumplido o no: “Portarse bien” o “ser cariños” son confusas y ambiguas: Usaremos mejor “permanecer sentado a la hora de comer” o “dejar mi muñeca a mi hermana”
  • Conductas alcanzables: Las conductas, obviamente, han de ser posibles de realizar para su edad y circunstancias. Pero también tienen que estar dentro de su repertorio de aprendizaje. No podemos pretender que un niño que jamás se ha vestido solo lo haga de golpe o que una niña que ha suspendido siete ahora apruebe todas. Por eso reforzaremos conductas que se aproximen a esa meta, como “ponerse la camisa y el pantalón” y cuando ya lo hayan conseguido pasaremos a un nuevo nivel de consecución.
  • Pocas conductas: Es mejor establecer tres o cuatro conductas como máximo. No solo por la dificultad para él sino porque olvidamos que para los padres también es un proceso que requiere paciencia y sistematicidad y no podemos abarcar tanto.

Debemos reforzar inmediatamente la conducta apropiada de nuestros hijos

A la hora de asignar y dar los puntos

  • El punto es inmediato: La gran ventaja de este sistema es que podemos reforzar de manera inmediata con algo simbólico (puntos en una cartulina, fichas que se guardan en una cajita, pegatinas en un corcho…) la conducta que acaba de ser realizada de manera correcta y que si usáramos reforzadores reales (golosinas, cuentos…) no siempre podríamos o deberíamos. Por eso no se puede perder esta inmediatez. Padres que traen a consulta los registros a medias o le dicen al niño que le deben 15 puntos de la semana pasada, no han entendido qué es una economía de fichas.
  • Sistema simple: Puede existir diferentes valores asociados a diferentes conductas (1 punto por lavarse los dientes, 2 por recoger el desayuno…) pero tiene que seguir un sistema simple y no un código numérico que nos acabe perdiendo y al niño tentando a hacer sólo las conductas que le salgan más a cuenta. También hay que tener cuidado con dar “medios puntos” por conductas hechas a medias. Es mucho más eficaz premiar primero por hacerlo regular y luego subir el nivel, como se mencionó antes.
  • Siempre en positivo: Uno de los errores más comunes es establecer un sistema paralelo de penalización y restar puntos si no se consiguen conductas o para castigar otros comportamientos. Está probado que reforzar la conducta adecuada es más eficaz que castigar la inadecuada pero, además, en un sistema de puntos, irlos restando acaba desvalorizando los logros y haciendo que el niño pierda interés.
  • Acompañar el punto de otros refuerzos: Simultáneamente al darle el punto, es imprescindible que le felicitemos verbalmente y con algún gesto afectivo. Estos cumplidos, al asociarse al punto, irán adquiriendo el valor de refuerzo que en muchos casos habían perdido. El punto es provisional, el “muy bien” es para toda la vida.
  • Repaso de los puntos: En una hora fijada, normalmente al acostase, se hará un repaso de los puntos que haya obtenido de manera inmediata a lo largo del día, motivando al niño y haciendo un recuento con los más pequeños sobre cuánto les falta para conseguir su premio.
  • Acotar los puntos: No todo vale puntos a partir de ahora: Solo las conductas que hayamos acordado. Hemos de resistir la tentación de darle puntos al niño cada vez que queramos que haga algo, o conseguiremos que el niño aprenda a negociar todo a cambio de puntos y dejando de perseguir los objetivos propuestos. De igual manera es útil no hablar del recuento y de los premios más que a la hora fijada.

A la hora de elegir los premios

  1. Un abanico de premios deseados: Es bueno que el niño elija, guiado por los padres, los premios a los que pueda tener acceso y que tenga varios, de diferente valor, para elegir según los puntos que vaya alcanzando.
  2. Fáciles de conseguir: Deben existir premios “baratos” que el niño pueda conseguir pronto con pocos puntos para que entienda perfectamente el valor de los mismos y disfrute de su ganancia. En niños más mayores se puede designar un premio final de gran cantidad de puntos pero siempre es importante que existan premios intermedios y que no pase demasiado tiempo sin conseguir alguno o se desmotivarán.
  3. Premios específicos para el juego: Los premios que se elijan no pueden ser conseguidos por otros medios o los puntos no significarán nada. Por eso hay que tener cuidado de no pillarnos los dedos y especificar un premio que luego queramos darle por otra razón o que necesite tener pronto. También hay que tener cuidado con los cumpleaños y las Navidades ya que el niño estará saciado de regalos y no muestre tanto interés en conseguirlos.
  4. Premios no materiales: Los premios no tienen que ser sólo regalos, pueden ser actividades, caprichos, situaciones especiales, como ir toda la familia al zoo, quedarse a dormir con los primos o hacerle su comida favorita, siempre que tengamos en cuenta todo lo anterior.

¿Y si aún así no funciona? Probablemente no estamos teniendo en cuenta otras contingencias que están operando más potentes que el punto o los premio. El caso más típico es la atención parental: el estar detrás de un niño que no hace los deberes toda la tarde puede ser más reforzante que el tener un punto para conseguir un muñeco al cabo de una semana.

También podemos encontrarnos un problema que no está mantenido por el condicionamiento operante. Por eso es mejor acudir a un profesional.  

Cuando el niño ya hace de continuo la conducta no es necesario seguir reforzándole salvo con nuestras palabras y gestos afectivos

¿Hasta cuándo hay que reforzar? Cuando el niño ya hace de continuo la conducta no es necesario seguir reforzándole salvo con nuestras palabras y gestos afectivos, que no dejaremos de dárselos. Además, la realización de esa conducta deseable conllevará sus propias ganancias: “sentirse mayor”, “que me felicite la profe”, “descansar mejor”… El niño ya ha aprendido que esa conducta es reforzante en sí, sin necesidad del refuerzo extra del punto. Es útil ir desvaneciendo la técnica poco a poco, usando cada vez refuerzos más globales y espaciados en vez de cesarla de golpe.

¿Por qué es tan importante el papel de los padres? Por sorprendente que resulte, lo más relevante no es que el niño entienda y aplique la técnica. Sólo el hecho de que los padres entiendan la economía de fichas ya cambia las cosas en casa. Unifican bajo un mismo criterio qué le piden al niño y concretan de manera objetiva sus avances y sus dificultades, se obligan a reforzar de manera sistemática, independientemente de sus despistes o estados de ánimo y además de compartir con su hijo sus triunfos, acaban convirtiéndose ellos mismos en los más potentes reforzadores de las conductas de los pequeños.

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Autor: David Pulido – El Confidencial

desQbre – 6 formas en que las mascotas benefician tu salud

534957_259920024106574_1969902420_nCada vez más estudios apoyan la premisa de que de las mascotas son buenas para la salud. De allí que no exageraríamos al asegurar que más que el mejor amigo del hombre, un perro podría convertirse también en su mejor enfermero. Entérate aquí de los beneficios que una mascota puede ofrecerle a tu vida y a la de tu familia.

La próxima vez que los niños te supliquen que traigas a casa un perrito, un gato, un ave o incluso un pececito, no rechaces totalmente la idea.  Es cierto que implican responsabilidad y gastos, pero ellos se encargan de compensar tus obligaciones con muchísimos beneficios para la salud de todos. Entre éstos se encuentran los siguientes:

1. Las mascotas ayudan a combatir la ansiedad.

Según un estudio del Medical College de Virginia, a los pacientes hospitalizados con problemas de salud mental, la terapia con animales les ayudó a reducir sus niveles de ansiedad más que otras terapias convencionales. “Las mascotas ofrecen un amor incondicional que puede ser muy útil para las personas con depresión”, indica el Dr. Ian Cook, psiquiatra y director del Programa Clínico y de Investigación de Depresión en UCLA (UCLA Depression Research and Clinic Program).

2. Benefician la salud cardiovascular

En un interesante estudio publicado por la investigadora Erika Friedmann en el American Journal of Cardiology, se les dio seguimiento a más de 400 personas después de que sufrieran un ataque al corazón. Un año más tarde, los dueños de mascotas tenían 8.6 veces más probabilidades de sobrevivir que aquéllos que no tenían mascotas. De manera que los perros y los otros animalitos, pueden ayudar a mejorar la longevidad y la sobrevivencia de sus dueños.

3. Fortalecen tu sistema inmunológico.

“Tener una mascota es la inmunoterapia de la naturaleza”, asegura la Fundación Livestrong.  “Los niños de los hogares con mascotas tienen una asistencia general de tres semanas más por año que los que no tienen mascotas.” Además, otros estudios indican que los niños que están cerca de una mascota son menos propensos a tener eczema e incluso  llegan a tener un  sistema inmunológico más fuerte en general.

4. Las mascotas son magníficas en terapias de salud

La terapia con mascotas puede reducir significativamente el dolor, la ansiedad, la depresión y la fatiga en pacientes con varios problemas de salud, como por ejemplo:

  • Niños con tratamientos dentales
  • Pacientes recuperándose de cáncer
  • Personas internadas a largo plazo en instituciones médicas
  • Veteranos con trastorno de estrés postraumático

5. Las mascotas ayudan a las personas de la tercera edad

Algunos estudios demuestran que los pacientes con Alzheimer tienen menos brotes de ansiedad si hay un animal en casa, y que quienes los cuidan también se sienten menos agobiados cuando hay una mascota en el hogar.

Además, tener una mascota ayuda a las personas mayores a hacer ejercicio y les da el beneficio de sentirse acompañados,  lo que les hace sentir mejor en general.

6. Las mascotas  ayudan a mantenerse en forma

¿Sabías que los perros son responsables de 67 por ciento de las caminatas que sus propietarios toman cada semana?  Tener un perro en la casa te impulsa a salir a caminar,  incluso a jugar con él. Según Sandra McCune, autora del libro  “Health Benefits of Dog Walking for People and Pet”,  las personas que sacan a sus perros a caminar suelen cumplir con su requisito diario de ejercicio, incluso si ellos no hacen ningún ejercicio de importancia. ¡Esta por sí sola es una razón muy fuerte para tener y mantener a un perro en casa!

 

Cuidado, aquí está la otra cara de la moneda

Aún cuando una mascota resulte beneficiosa para tu salud, siempre es bueno hacerte estas tres  preguntas antes de llevar una a casa:

  • ¿Te sientes cómodo con una mascota? Si nunca has tenido un perro u otro animalito, asegúrate que esta es una opción que le dará alegría y no tensión a tu vida.
  • ¿Podría convertirse en una carga económica? De acuerdo a la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales (American Society for the Prevention of Cruelty to Animals, ASPCA), la llegada de un gato o un perro a la casa puede representar una inversión financiera importante durante el primer año de su estancia en la casa (adquisición del animal, vacunas, visitas al veterinario, comida, medicinas, juguetes, etc.).
  • ¿Puedes cuidar bien a tu mascota todo el tiempo? Una mascota, además de compañía y beneficios a tu salud, también requiere de ciertos cuidados. Por ejemplo, si sales  de viaje ¿quién la cuidara?

Compara las ventajas y las desventajas y toma tu decisión. Pero si te decides a traer una mascota a la casa, hazlo con el convencimiento de que será una fuente de alegría y de beneficios para tu salud y la de toda la familia.

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Fuente: Vida y Salud – vidaysalud.com