(Psicología en Madrid – Atocha y Majadahonda)
Para ser creador de paz, primero hay que tenerla para uno.
Hay que tener paz en su vida, en su interior.
Esa paz se consigue estando en armonía con uno mismo.
Pensando y actuando de la forma que queremos.
Estimulando a la sensación de estabilidad y seguridad que a su vez favorezca formas de ayuda colectiva, el compartir, la solidaridad.
Ser promotores de la paz dejando que las cosas fluyan y estén llenas de paz. Siendo alegres, llevándonos bien con los demás y siendo felices y afortunados, a pesar de las circunstancias.
Haciendo lo que podemos. A veces hay que pasar por el caos antes de poder encontrar la paz interior.
El viaje es dificultoso, pero al final vale la pena. Todos los momentos difíciles nos hacen personas más fuertes y mejores. Entonces, hay que ser promotor de la paz sin crear caos en nuestra vida .Logrando equilibrio cuando se aproxima.
Aceptando que no siempre hay que ser complaciente con los demás, y que eso a veces no produce paz.
Como complaciente de los demás, a menudo nos damos cuenta de que los demás se sienten satisfechos, pero nosotros no nos sentimos contentos, sino más bien resentidos.
Nuestro crecimiento a veces avanza más lento, pero debe atesorar la paz que hemos encontrado dentro de nosotros. Somos más felices cuando estamos en lugares y situaciones tranquilas. El caos y el drama me dicen que alguien a mi alrededor no se encuentra bien de salud y que tengo que tomar medidas para ayudar o para salir, desprenderme o aceptar cualquiera que sea el problema.
Tengo que esforzarme para que la serenidad y la paz encuentren su lugar en mi vida diaria. Una vez que encontré un poco de paz en mí, puedo compartir con los demás las cosas que serenamente pienso y hago.
Debo empezar por mí.
No podemos ser creadores de paz y nuestra vida en familia agitada. No podemos lidiar con nuestras emociones y reprimirlas dentro de nosotros. Eso no funciona porque no puedes seguir haciéndolo todo el tiempo y explota cuando ya no puedes hacerlo más. Nos convierte en algo que no somos.
Debemos comprender que tenemos que sentir nuestros sentimientos para poder lidiar con ellos. Para saber que estamos haciendo mal, o simplemente perdonar, comprender o soltar. Todavía tenemos mucho trabajo por delante para aprender lo que realmente es “soltar las riendas y entregárselas a Dios”.
Judíos, budistas, protestantes y católicos se dieron la mano para pedir por la paz. Oportunidad para dar una imagen de perfecta convivencia y pedir por la paz.
El rabino de la comunidad judía, Moshe Vendaham aseguró que para el judaísmo «la paz es la máxima bendición» y que «sin paz, todo carece de valor».
Por su parte, el presidente de la Federación de las Comunidades Budistas de España, Antonio Mínguez, señaló que «la verdadera paz se basa en la armonía». A su juicio, «nuestro mal reside en el alma», porque la verdadera espiritualidad es la que convierte a los hombres «en seres pacíficos y colaboradores».
En nombre de los evangélicos españoles, el pastor Luis Ruiz Poveda, se felicitó por el encuentro universal, «único en estas características y prueba fehaciente de que las religiones pueden ser plataformas de paz y de entendimiento entre los seres humanos».
El presidente de la comisión islámica de España, Riay Tatary, resaltó que, « Islam significa paz». De hecho, señaló, «el saludo musulmán es ‘la paz sea contigo’, una salutación que se repite en cada oración». Advirtió que, no obstante, «la paz no es sólo ausencia de guerra» y que «la verdadera paz se basa en el amor».
Emocionado, el padre Ángel cerró el acto recalcando que «las religiones no deben ser motivo de división, sino de unión entre los hombres». Y todos los líderes religiosos asentían. «Sigue con los débiles» El fundador de Mensajeros de la Paz contó en la presentación de su obra que, el día de la Inmaculada, en Roma, le entregó un ejemplar de su libro al Papa. «Su Santidad le cogió las manos, se las apretó fuerte y dijo: ‘Sigue con los débiles, sigue con los débiles’». Temblaba de la emoción, al reconocimiento papal a una figura internacional de la solidaridad, al padre de los niños de la miseria.
Que vivamos en armonía y seamos felices cada día con nosotros mismos, con Dios, con los demás.
Que la paz se articule con la facilidad, la compasión y la justicia.
Que se vaya construyendo gracias al impulso del Creador que actúa en el interior de los seres humanos y gracias también al compromiso libre y responsable de todos nosotros.
Autora: Patricia Mónica Canseco
Fuente: nuevodinamo.com