Cinco fallos de memoria que nos afectan a todos

Ideas plagiadas sin saberlo, incapacidad para reconocer a la persona con quien hablamos o tener una palabra en la punta de la lengua, pequeñas «psicopatologías» de la vida cotidiana que nos afectan todos

1 – Te conozco… Pero no sé de qué

Uno de los fallos cotidianos de la memoria es la incapacidad para identificar a una persona «conocida» fuera su contexto

¿A quién no le ha ocurrido en alguna ocasión?: Te encuentras con alguien que te habla con gran familiaridad, sabes que le conoces, pero no consigues ubicarle. ¿Un compañero de trabajo tal vez? ¿Alguien del gimnasio? La sensación es muy incómoda… Tratas de extraer pistas de la conversación, pero nada… En ocasiones no queda más remedio que comentar, “perdona, pero no consigo ubicarte”. Otras veces, por cortesía, poner cara de póquer y tratar de salir del paso.

Este es uno de los ejemplos más típicos de “paramnesia” cotidiana, es decir, distorsiones de la memoria. El término paramnesia fue introducido por el médico alemán Emil Kraepelin, considerado el fundador de la psiquatría moderna. Esta incapacidad para ubicar a una persona que conocemos pero que vemos fuera del lugar habitual con el que normalmente la asociamos es una paranmesia de reconocimiento sin recuerdo.

A estos errores aparentemente sin importancia, Sigmund Freud los denominaba parapraxias y forman parte de la “Psicopatología de la vida cotidiana”, una obra que publicó en 1901. El padre del psicoanálisis denominaba actos fallidos a estas experiencias, que considera frutos de deseos ocultos, o de traiciones del “inconsciente”.

2 – Lo tengo en la punta de la lengua…

Este fenómeno es más frecuente cuando estamos muy cansados

“Lo tengo en la punta de la lengua”, decimos gráficamente. Sin embargo, lo que aflora a nuestra mente son otras palabras parecidas, pero no la específica que estamos buscando: las que empiezan igual, las que suenan parecido, los sinónimos… Es también frecuente que ocurra con los nombres propios.

Las personas bilingües son más propensas a estas malas pasadas de la memoria, que como en el caso anterior se encuadran en las paramnesias del recuerdo. Un truco que suele funcionar para encontrar la palabra adecuada es no empeñarse en buscarla, porque cuando lo hacemos afloran también las similares y compiten con la “buena”. Si distraemos la atención un momento es más fácil que aflore la correcta. Estos fallos de memoria se acentúan con la edad.

3 – ¿Cómo he llegado hasta aquí?

A veces somos incapaces de recordar el camino recorrido. Se debe a que funcionamos con el «piloto automático»

Otra inquietante sensación que a casi todos nos ha asaltado alguna vez y que puede ocurrir, por ejemplo, cuando conducimos o cuando recorremos a pie un camino muy habitual: ¿Cómo he llegado hasta aquí? No logramos recordar los detalles del camino, que evidentemente hemos recorrido. Parece como si hubiera habido un salto en el tiempo.

En realidad es un efecto del “sobreaprendizaje” y se produce cuando llevamos a cabo actividades que tenemos tan interiorizadas que podemos hacer casi de forma automática, sin prestar atención. De hecho este fenómeno, conocido también como laguna temporal,suele ocurrir precisamente por esa falta de atención, innecesaria cuando tenemos hábitos muy automatizados que no requieren nuestra supervisión. Es lo que ocurre en el camino a casa que hacemos todos los días. Sólo algo que rompa la secuencia habitual es capaz de hacernos pasar del “modo automático” al “manual”.

Algo parecido nos pasa cuando, repentinamente nos asalta la duda de si hemos cerrado con llave la puerta de casa o del coche. Ocurre porque es algo que hacemos “de oficio”, sin prestar atención y cuando intentamos recordarlo nos resulta muy difícil. Suele funcionar tratar de recordar lo que estábamos pensando cuando llevábamos a cabo esa mecánica acción. Gracias a ello, puede aparecer la imagen de lo que queremos comprobar.

4 – ¡Qué idea tan genial! ¿…O no?

Los «recuerdos ocultos» están en la base de algunos plagios

En ocasiones los recuerdos no se reconocen como tales, sino que se experimentan como ideas originales. Y es más habitual de lo que podríamos pensar. En especial se pone de manifiesto en el mundo artístico (hay casos famosos de denuncia de plagio que pueden ser inconsciente) y también en el científico. Pero es probable que a todos nos haya pasado alguna vez, aunque no nos hayamos dado cuenta de ello, ya que es muy habitual.

Creemos que hemos tenido una idea genial, aunque en realidad ha salido de nuestras lecturas o de algo que hemos escuchado. Sin embargo, cuando la idea aflora, la sensación de familiaridad que debería acompañarla no se produce y se experimenta como original y propia. Se cree que se debe a que ese recuerdo no se ha integrado en la memoria episódica. A este fenómeno se le denomina “criptomnesia” o recuerdo oculto. En este caso se trata de una paranmesia de recuerdo sin reconocimiento, el caso inverso a los anteriores de la punta de la lengua o la incapacidad para recordar de qué conocemos a alguien.

Este fallo de memoria fue alegado por el abogado de George Harrison para defenderle de la acusación de plagio por su canción «My Sweet Lord». Incluida en el álbum “All Things Must Pass”, publicado tras la disolución de Los Beatles, la canción recordaba sospechosamente a otra de la banda femenina de los 60 “The Chiffons”. El hecho no “pasó desapercibido” y fue denunciado. Finalmente, después de varios años de litigio, Harrison fue multado por «plagio inconsciente» o criptomnesia.

5 – ¡Esto ya lo he vivido!

En situaciones de estrés creemos reconocer escenas que nunca antes habíamos visto

La sensación de vivir de nuevo un fragmento de nuestra propia vida no es infrecuente. Seis de cada diez personas la experimentan al menos una vez en la vida, sobre todo en la juventud o en determinadas condiciones como agotamiento, estrés, traumas o enfermedad. El cine y la literatura se han ocupado de esta sensación denominada Dèjá vu o “ya visto” para darle explicaciones fantásticas. La neurociencia ofrece una versión más ajustada a la realidad.

La expresión “dèjá vu” o “ya visto” lo acuñó el filósofo Emile Boirac en 1876, aunque probablemente se inspiró en el poema “Caleidoscopio” del escritor francés Paul Verlaine, que empleó realmente la expresión “dèjá vecu” o “ya vivido”. Finalmente, en 1896, el doctor Arnaud introdujo el término “dèjá vu” en la literatura científica, para referirse a esas experiencias que nos producen la sensación de “ya vistas” o “ya vividas”.

Esa sensación vaga de repetición asociada al «déjà vu» (ya visto) es conocida desde antiguo y llevó a los seguidores de Pitágoras a considerarla una prueba de la reencarnación. Una idea que aún sigue pareciendo atractiva a muchos, a pesar de que para los expertos carece de fundamento científico. Sigmund Freud creía que estas experiencias eran consecuencia de deseos reprimidos o recuerdos relacionados con un acontecimiento estresante que ya no eran accesibles a la memoria. Se trataría, desde su teoría, de un mecanismo de defensa que nos protege frente a las vivencias traumáticas.

Para Douwe Draaisma, profesor de Historia de la Psicología de la Universidad de Groningen (Holanda), «los “déjà vu” son el producto de tres ilusiones: Se perciben como un recuerdo, aunque no lo son; te hacen creer que sabes lo que va a ocurrir cuando en realidad no puedes predecir nada; y producen un temor vago que carece de fundamento», explica esu libro «Por qué el tiempo vuela cuando nos hacemos mayores» (Alianza Editorial, 2006).

Para Draaisma, la explicación más plausible es la que propuso en 1906 el psicólogo holandés Gerard Heymans y que estudios posteriores parecen corroborar: la sensación de «déjà vu» se produce por un fallo momentáneo en la concentración que hace que percibamos débilmente lo que nos rodea. Recuperada la concentración, percibimos de nuevo plenamente la situación, y además nos llega un vago eco de la anterior percepción que es precisamente lo que nos provoca la inquietante sensación de familiaridad. Esta teoría explicaría por qué la sensación de «ya visto» suele aparecer preferentemente en situaciones de estrés.

Habitualmente la sensación de «ya visto» tiene un inicio repentino y se interrumpe con rapidez precisamente por el asombro que causa la propia experiencia de creer recordar algo que, en realidad, está sucediendo en ese preciso instante, lo que hace que su estudio sea bastante escurridizo.

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Fuente: Pilar Quijada – ABC.es

Notas históricas de la Sociedad Española de Psicoanálisis: pasado y presente

¿Es posible construir una sociedad de psicoanálisis después de una guerra civil tan desoladora como la que se sufrió en España (1936-1939) y bajo el peso mortal de una dictadura siniestra? ¿Es factible utilizar el método psicoanalítico por excelencia, la asociación libre, cuando el régimen prohíbe hablar (y el lenguaje es pensamiento) en las lenguas del Estado diferentes a la suya? Sí, es posible si se une un pequeño grupo de personas que llevan en sus mochilas buenas dosis de fe, esperanza y tenacidad.

En 1959 la International Psychoanalytical Association (IPA) reconoció una nueva sociedad llamada entonces Sociedad Luso-Española de Psicoanálisis porque un pequeño grupo de seres humanos perseveró y trabajó para lograrlo. ¿Cómo lo hicieron? Pues, a pesar de la crueldad y oscuridad impuesta por la dictadura franquista, surgió en la Barcelona de 1946 un grupo de gente joven que integraba a médicos y otros estudiosos que ansiaban conocer más. Para ello se reunieron bajo el nombre de Centro de Estudios Antropológicos y Humanísticos Erasmo. El nombre tal vez se inspiró en el autor de Elogio de la locura, Desiderius Erasmus, porque ciertamente necesitaban un deseo fuerte y mantenido frente a las dificultades para tratar de alcanzar más conocimiento sobre el ser humano. La sátira mordaz que Erasmo escribió sobre el poder debió inspirar a aquellos jóvenes a no someterse a un régimen que creía tener un control absoluto. Tal vez también les influyó el interés hacia el psicoanálisis que ya habían mostrado con anterioridad algunas personas de su ciudad, ya que fue la Revista de Ciencias Médicas de Barcelona la que tradujo y editó por primera vez en el mundo un texto que un joven, entonces desconocido, Sigmund.Freud había publicado sólo un mes antes junto a Josef Breuer. Nos referimos a Los mecanismos psíquicos de los fenómenos histéricos (1893).

De aquel grupo de Barcelona surgieron tres de los principales protagonistas que formarían después la que sería la Sociedad Española de Psicoanálisis (SEP): Pere Bofill Tauler (1920-2009), Júlia Coromines Vigneaux, con la que celebramos este año su cien aniversario y Pere Folch Mateu que persevera traduciendo libros de psicoanálisis y enseñando. En el Centro Erasmo se reunían y estudiaban ideas psicoanalíticas pero se les hizo evidente que si querían hacer psicoanálisis debían analizarse personalmente y para ello salir del país ya que en él era imposible. En 1950 los tres fueron al Congreso Mundial de Psiquiatría que se hacía en París y allí conocieron a Anna Freud y Melanie Klein. Después Bofill y Folch irán a Suiza para analizarse y encontrarán a otro pionero de la península, Francisco Alvim, de Lisboa. Más tarde, también fueron José Rallo, de Madrid, y Pedro Luzes, de Lisboa.

Júlia Coromines había abierto otra ruta: al acabar la guerra civil española y tras su exilio en Argentina vuelve al país, donde tendrá que someterse al “examen de conducta político social” que había impuesto la dictadura y del que saldrá “depurada sin sanción”, es decir, podía continuar trabajando de médica. Pero el ambiente era tan opresor que, en 1947, consiguió una beca y se trasladó a Londres, ciudad en la que también se analizó. Allí estudió en la Clínica Tavistock y asistió a seminarios de John Bowlby (conocido internacionalmente por sus estudios sobre la vinculación y la pérdida afectiva). También visitó el Cerebral Paralysis Unit del HospitalQueen’s Mary for Childrende Surrey, primer centro con escuela de rehabilitación de parálisis cerebral que existió en Europa. Esta experiencia germinará en 1961 cuando Coromines organice el Centro Piloto de Parálisis Cerebral de Barcelona, que fue el primer centro constituido en España y donde actualmente se continúa trabajando en atención terapéutica e investigación, ampliando también su atención a otros tipos de patologías para conseguir mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Estos aprendizajes y relaciones vía francófona (París, Ginebra) e inglesa (Londres) cristalizarán cuando en 1958, en plena dictadura, se realizó en Barcelona el IV Congreso Mundial de Psicoterapia asistiendo psicoanalistas internacionales de la talla de Franz Alexander de USA, y René Diatkine y Jacques Lacan de Francia. También asistieron psiquiatras próximos al régimen represor que manifestaron su hostilidad al psicoanálisis. Pero Ramón Sarró, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Barcelona, publicó en la revista de su cátedra las comunicaciones presentadas en el Congreso e invitó a algunos de aquellos congresistas a dar conferencias y cursos sobre psicoanálisis en la Facultad de Medicina. El espacio para estudiar psicoanálisis se iba abriendo.

Pere Bofill fue el primer psicoanalista español después de la guerra civil aceptado como miembro de la IPA. Meses después, en el mismo 1956 también será Pere Folch reconocido por la Sociedad Suiza. Este mismo año se reúnen Bofill, Folch, Alvim, Abelló, Luzes, Rallo y Pertejo, todos ellos vinculados a la Sociedad Suiza, y Júlia Coromines y Carolina Zamora, vinculadas a la Sociedad Psicoanalítica de París, para realizar juntos la petición de ser reconocidos por la IPA. Los esfuerzos de aquellos pocos que dejaron la península para formarse en el extranjero se unen y, al hacerlo, lograron que en el Congreso de Copenhagen de 1959 la IPA admitiera la Sociedad Luso-Española de Psicoanálisis (S.L.E.P.) con plenitud de derechos.

En la península ibérica, donde la represión externa era intensa, se necesitaba audacia para mencionar y tratar de comprender las represiones internas. Fueron sólo doce personas de la península las que consiguieron poder formar a nuevos psicoanalistas sin que las siguientes generaciones tuviesen la necesidad de salir del país. Merecen que recordemos sus nombres. Según el Libro de Registro de Socios de la S.L.E.P., hoy SEP, estos son los miembros fundadores: 1. Pere Bofill Tauler; 2, Pere Folch Mateu; 3, Núria Abelló de Bofill; 4, Júlia Coromines Vigneaux; 5,Terttu Eskelinen de Folch; 6, Jesusa Pertejo Seseña de Alcami; 7, Ramón del Portillo; 8, José Rallo Romero; 9, Mª Teresa Ruiz López de Bascones; 10, Carolina Zamora Herrador de Pellicer; 11, Francisco Alvim y 12, Pedro Luzes. El 26 de septiembre del mismo 1959 la Sociedad se reúne en Barcelona, “previo permiso de la autoridad gobernativa” como se decía entonces, para designar la primera Junta Directiva formada por Bofill como Presidente, Coromines como Vicepresidenta, Folch como Secretario y Zamora como Tesorera. A partir de entonces se ponen en marcha muchas actividades: en 1962 se celebró en Barcelona el XXIII Congreso de Psicoanalistas de Lenguas Románicas; se inician cursos de psicoanálisis y muchos tratamientos psicoanalíticos, y se traducen libros y artículos.

Empiezan también las separaciones porque no hay grupo social humano, por muy psicoanalítico que sea, que no viva conflictos internos. De aquella primera sociedad surgirán las tres sociedades actualmente reconocidas por la IPA en la península. En 1966 los miembros portugueses decidieron formar un Grupo de Estudio separado y desde entonces se nombró Sociedad Española de Psicoanálisis, con sede en Barcelona, a los analistas de dicha ciudad y los de Madrid. Pero surgieron nuevas y diversas tensiones. Coromines explicó a fondo y con documentos las causas de la separación, señalando:

En conjunto, los miembros fundadores del grupo de Madrid y el de Barcelona somos muy diferentes política y socialmente (…) Es importante tener en cuenta, al estudiar las relaciones entre los dos grupos, que la formación de candidatos empezó diez años antes en Barcelona que en Madrid. Y este hecho puede crear rivalidades (B. Anguera, 1998:93).

El caso es que en 1973 los psicoanalistas madrileños decidieron formar su Grupo de Estudios. Finalmente, en 1981 fueron reconocidas la Sociedad Portuguesa de Psicoanálisis y la Asociación Psicoanalítica de Madrid. Tiempo después, al celebrar en Madrid el 33 Congreso Psicoanalítico Internacional de 1983 se recuperó la colaboración entre los tres grupos psicoanalíticos de la península ibérica.

Los fundadores de Barcelona de la SEP querían ampliar su formación tanto personal (realizando en el extranjero nuevos tramos de análisis) como intelectual y pusieron sus energías en conectar con analistas de Francia, Inglaterra, Estados Unidos y Argentina. Para ello invitaron a realizar conferencias a Herbert Rosenfeld, Donald Meltzer, Hanna Segal, Martha Harris, Betty Joseph, René Diatkine, Ruth Riesenberg, Isabel Menzies, León Grinberg y otros. La mayoría de ellos muestran una predominancia del modelo teórico de las relaciones de objeto. Además, Alberto Campo, psicoanalista argentino que trabajaba en investigación en Ginebra, se instaló definitivamente en Barcelona y se incorporó en la SEP desde 1971 hasta el final de su vida, aportando toda su rica experiencia profesional y humana.

En 1971 se creó el Instituto de Psicoanálisis de Barcelona, primera institución ibérica dedicada a la formación de futuros psicoanalistas, donde se reunirán estudiantes que llegan de distintos puntos del Estado. Dos años después comienzan las reuniones de la comisión de la SEP llamada Vinculaciones y Aplicaciones Psicoanalíticas, con la meta de crear puentes entre el psicoanálisis y otras disciplinas e instituciones (P. Bofill; J. Tizón, 1994).

Además, Eulàlia Torras presentó en el hospital de la Cruz Roja de Barcelona un programa para organizar un servicio de Psiquiatría y Psicología para niños y adolescentes con vocación social para familias que no podían pagar. Su propuesta fue aceptada y hoy la Fundación que lleva su nombre tiene ya cuarenta años de historia ofreciendo diagnóstico y tratamiento psicológico necesario en cada caso.

En 1978, gracias a la iniciativa de miembros de la SEP, se organiza la P.P.I.P. (Psicoterapia Psicoanalítica en Instituciones Públicas). Del núcleo de estos profesionales surgirá, en parte, la Associació Catalana de Psicoterapia Psicoanalítica (ACPP), cuyo trabajo repartido en servicios hospitalarios y en escuelas ha ejercido una enorme influencia en maestros y pedagogos especializados y en la aplicación interdisciplinaria de los conocimientos psicoanalíticos. En 1986 J. Coromines y otros compañeros fundaron el Centre d’Estudis de Psicoterapia Psicoanalítica (CEPP), que mantenía contacto con la clínica Tavistok de Londres, con la finalidad de ampliar la formación de psicoterapeutas que hoy son profesionales que trabajan en diversos ámbitos. También el servicio de Psiquiatría Infantil del Hospital St. Pere Claver, dirigido por Victòria Oliva y después por Jaume Aguilar, cuenta con el trabajo de muchos miembros de la SEP que con su dedicación aportan esperanza y mayor bienestar para las familias y criaturas que reciben tratamiento.

Desde 1979 se edita en Barcelona la Revista de la Federación Europea de Psicoanálisis, que integra a las diversas sociedades psicoanalíticas europeas miembros de la IPA, y en 1984 nació la Revista Catalana de Psicoanàlisi, primera revista psicoanalítica de una sociedad ibérica, la única editada en catalán y que hoy continua existiendo llena de vigor para dar a la luz pública investigaciones y trabajos clínicos, integrando también escritos de ámbitos como las neurociencias, la filosofía, historia y otros conocimientos. Cada año se celebran las Jornadas de la Revista Catalana de Psicoanàlisicon abundante público asistente dada la gran variedad de temas de trabajo que se presentan. Años después se empezó a publicar la revista Temas de Psicoanálisis de la que, aquí y ahora, usted está leyendo su primer número digital.

La SEP se amplió, más allá de Catalunya, cuando en 1989, Emilio Jiménez, psicoanalista formado en Barcelona, se desplazó a Sevilla donde empezó a formar nuevos psicoanalistas. Cinco años después la SEP creó el Grupo de Andalucía que en la actualidad tiene siete miembros que viven y trabajan allí. Desde entonces se realizan cada año en Andalucía las Jornadas de Psicoanálisis y Psicoterapia Psicoanalítica.

Ya hemos señalado que las sociedades tienen conflictos y, como escribió Ronald Britton (2001), las sociedades psicoanalíticas están tan expuestas a la idolatría o al fundamentalismo como las otras organizaciones humanas.Lo que sí podemos es ser conscientes y críticos con nuestras limitaciones y ciertamente esta sociedad ha vivido y está expuesta a conflictos, tensiones y deserciones. A veces ha sido criticada como cerradaexclusivamente a un marco teórico y también por no establecer suficientes puentes de comunicación con la vida cotidiana de la sociedad civil donde está inmersa.

Actualmente la SEP cuenta con 50 estudiantes y 91 psicoanalistas que, además de ejercer como tales, realizan trabajos en el ámbito asistencial público llevando a cabo psicoterapias psicoanalíticas, focales de niños y adultos, psicoterapias breves, de apoyo, de grupo y de familia, beneficiando así no sólo a muchísimos pacientes sino también a la misma sociedad. La asistencia pública en salud mental actual suma a la medicina muchos otros aspectos: psicológicos, sociales y antropológicos y en este tipo de asistencia son muchos los miembros de la SEP que han participado y participan comprendiendo y conteniendo el sufrimiento de los pacientes mucho más allá de lo que aprendieron en su Facultad. Otros psicoanalistas son profesores universitarios y transmiten a los alumnos el significado profundo, relacional y humano del psicoanálisis en un momento en que el mundo en el que vivimos está tan mecanizado. Tratan también de sensibilizar a los estudiantes sobre la importancia fundamental de la infancia y las primeras relaciones y emociones que vive una criatura al llegar al mundo. Algunos trabajan en el campo social aportando la perspectiva psicoanalítica a las entrevistas y a muchos otros aspectos de este amplio campo. Además, escriben artículos y libros para transmitir las tendencias actuales del pensamiento psicoanalítico y también textos sobre patologías tan complejas como las psicosis, temas sociales polémicos como la diferencia entre la crianza en casa o en guarderías, así como la importancia de la función paterna en una sociedad que ve aumentar las familias monoparentales, la complejidad del trabajo de duelo o el malestar psíquico en el mundo globalizado.

Aún no existe ningún estudio sobre el marco teórico de los miembros actuales de la SEP pero se puede describir como posfreudiano: hay kleinianos, bionianos, relacionales, winnicottianos y también eclécticos que se nutren de fuentes diversas y abiertos también a las investigaciones de otras disciplinas. Afortunadamente el conocimiento nunca es total y acabado, siempre queda abierto y por lo tanto lo fundamental es no caer en penosos dogmatismos ya que, al ser humanas, las teorías están condicionadas por la subjetividad del autor y el contexto familiar, cultural e histórico en el que estuvo o está inmerso.

Al mirar el pasado y el presente de la SEP vemos que la primera y segunda generación de psicoanalistas vivieron un momento social y cultural de gran interés hacia el psicoanálisis. Eran muchas las personas que deseaban liberarse de la represión interna y externa, anhelaban conocer este método y vivirlo iniciando un tratamiento psicoanalítico cuando éste era además casi el único tratamiento psicológico que existía. Para las generaciones siguientes esto ha cambiado notablemente: hoy, además de la abundancia y propaganda de los psicofármacos, existen muchos tipos de tratamientos psíquicos que, al ser más breves, atraen más. El mundo actual está en pleno y vertiginoso cambio y, a pesar de que el psicoanálisis forma parte de nuestra cultura, hay menos personas que eligen un tratamiento que requiere tiempo, esfuerzo, impacto emocional y perseverancia, pues no es fácil para nadie conocerse a sí mismo. Además, la movilidad actual de la población, vital y laboral, es enorme (Z. Bauman,2010) y esto tampoco facilita un tratamiento psicoanalítico. También hay menos personas que anhelen ser psicoanalistas.

Y sin embargo, la comprensión psicoanalítica del malestar humano que mantienen y transmiten hoy tantos profesionales en diversos centros y hospitales, muestra una capacidad asistencial notable. Después de más de cien años de existencia, el psicoanálisis persevera por todas partes. Prueba de ello es que en nuestro país la SEP ha celebrado este año su 50 aniversario con muchas actividades, diálogos interdisciplinarios y ponencias reunidas bajo el título de Fronteras vivas del psicoanálisis hoy. No podemos saber cómo será el futuro del psicoanálisis pero es posible que lo que hagamos hoy repercuta en el mañana.

Sí sabemos que la sociedad actual opta por lo rápido, fácil, el fast food a demasiados niveles y, a pesar de que a veces el mundo parece un manicomio necesitado de mucha ayuda, hay que reconocer los límites: ningún modelo teórico tiene capacidad para solucionar los problemas psicosociales del mundo globalizado que estrenamos. En este planeta que habitamos se necesitan también soluciones globalizadas y esto exigirá tiempo y personas con valor y capacidad para hacerlo. Los cambios ocurridos en el mundo en estos últimos 50 años son tan notables que tal vez necesitemos de nuevo buenas dosis de fe y esperanza, y seguir investigando.

Fuente: Blanca Anguera Domenjó. Psicoanalista (SEP). Dra. en Psicología.
Profesora de Historia de la Psicología de la Universidad de Barcelona.

http://www.temasdepsicoanalisis.org/notas-historicas-de-la-sociedad-espanola-de-psicoanalisis-pasado-y-presente/