Problemas de Comunicación en la Pareja

Todas son quejas en las terapias de pareja

Cuando dos personas se eligen libremente para convivir, después de haberse conocido durante un tiempo, tienen que saber que el otro, durante la etapa idílica puede no haberse mostrado tal cual es.

Porque todas las parejas tienden a mostrar su máscara social cuando recien se conocen y se han condicionado tanto a utilizar esa imagen, que hasta que ellos mismos creen en ella, olvidándose de quienes realmente son.

Para comenzar una vida juntos, sin lastres que impidan una armoniosa convivencia, es importante mostrarse como uno es y saber qué espera el otro de uno mismo. Por lo tanto, es necesario mantener una fluida comunicación, tener plena confianza uno en el otro y poder hablar de cualquier cosa sin inhibiciones.

No es necesario decirse todo, porque nos quedaríamos vacíos, ya que siempre existe una parte verdaderamente íntima que no se puede traducir en palabras y que debe permanecer en nuestra interioridad, intacta.

Hay que conservar ese misterio insondable de nuestras propias aspiraciones genuinas para ir revelándolo de a poco con los hechos y continuar sorprendiendo toda la vida. Porque los hechos valen mucho más que las palabras.

Una pareja se da cuenta de inmediato cuándo hay una dificultad en la relación. Sin esperar que las cosas se compliquen y pasen a mayores hay que detenerse y mantener una conversación sincera y honesta sobre el problema.

Las peores cosas puedes ser dichas en buenos términos, sin necesidad de escenas violentas ni malos tratos.

No es aconsejable acumular para después explotar y provocar con ese estallido una situación difícil de manejar.

Las ofensas hay que perdonarlas pero nunca hay que olvidarlas, porque pueden resultar útiles a la hora de pasar facturas.

La negociación es la base de la comunicación y es la forma más moderna y eficaz de enfrentar los problemas y resolverlos.

La comunicación no es una línea recta sino un círculo de ida y vuelta. Todo lo que diga el integrante de una pareja generará en el otro una respuesta interna generalmente contaminada con experiencias del pasado, que provocará una reacción encadenada a esos sucesos que nada tienen que ver con el tema en cuestión.

Puede ocurrir que la comunicación no logre su cometido y que se malinterprete su significado, por eso es necesario ser claro y preciso y acompañar con los gestos adecuados lo que se está diciendo; porque muchas veces estos gestos contradicen el mensaje hablado.

Cuando dos personas están en armonía la comunicación fluye naturalmente y más cerca estará de lograr correspondencia.

Esa armonía se logra manteniendo ambos el mismo lenguaje y tono al hablar, aunque no estén de acuerdo. Porque el punto que no hay que perder de vista en toda discusión es el objetivo de la misma, sin obstinarse en querer tener la razón, que no conduce a nada.

Si el otro levanta la voz, lo mejor es responder en el tono más bajo posible, ya que esto permite detener la espiral y provocar en el otro una disminución de su cólera.

Llevarse bien con el otro exige apreciar sus propios valores aunque no se compartan.

Cuanto más nos centramos en nuestros propios pensamientos y convicciones menos conscientes estaremos de los pensamientos y convicciones de los demás.

El secreto de la buena comunicación no es tanto lo que se dice sino cómo se dice, hablando en los mismos términos y expresando las ideas en la misma forma en que el otro piensa de ellas.

Teniendo en cuenta que todas las personas son diferentes y que cada uno ve el mundo de una manera distinta es un verdadero milagro que una pareja logre entenderse. Sin embargo, no es imposible y algunas parejas pueden hacerlo.

Si eso es posible, entonces todos los demás, si quieren, también pueden.

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Fuente: Psicología y el ser

Cuando ya no nos quieren

Ante un desengaño, ruptura o abandono amoroso, es inevitable pasar por fases de tristeza, desesperación, impotencia… Los sueños, las ilusiones, se rompen para una parte u otra de la pareja y suele empezar un calvario, cuya duración depende de cada afectado, que pasa por varias fases:

Fase de súplica. La primera reacción puede ser llorar e implorar su amor. No se pierde la dignidad por decirle a alguien que le ama, pero sí se hace cuando le están diciendo que no le quieren a usted y sigue insistiendo como si no tuviera valor, como si en su vida no fuera a tener otra oportunidad de encontrar a alguien que le merezca.

Fase de razonamiento. En ella, la persona despechada, que no entiende cómo todo funcionaba bien y de repente todo se desmigaja, intenta a través de razonamientos hacer ver a la otra parte que se ha equivocado, que no va a encontrar a nadie igual, que todo vale la pena por el tiempo invertido y que hay posibilidad de corregir lo que no funcionó.

Fase de locura, en la que se pasa del amor al odio. Se verbaliza que no se quiere saber nada del otro, pero contradictoriamente se buscan mensajes, llamadas o algún indicio de que su ex puede haber recapacitado y volver.

Fase de adaptación. Poco a poco, la vida se va ordenando. Como todo proceso de pérdida, uno empieza a encajar en esta nueva etapa de su vida. Empieza a normalizar su rutina, duerme mejor, trabaja como siempre, se relaciona con sus amigos, su ex deja de ser el protagonista de todas las conversaciones y comienza a tener ilusión.

Fase de indiferencia. Ya se está preparado para vivir sin la presencia del ex, no lo recuerda, y por fin ha pasado a un segundo plano. Esto no significa que si se lo encuentra por la calle no le dé un vuelco el corazón o vuelva a despertar los buenos y malos recuerdos, pero por la general vive ajeno a su ruptura. Ya no hay desamor, sino un periodo en el que usted se abre y se siente seguro.

Fase transversal. Se vive a lo largo de todo el proceso de pérdida y desamor. Y los protagonistas de ella son su apoyo social, aquellos que no le dejan ni a sol ni a sombra para animarle. Son los buenos amigos, esa parte de la familia que siempre está para todo, aquellos que desean siempre su felicidad. Escúchelos, tienen una visión distinta de lo que ha ocurrido y ahora le dirán todo lo que pensaban de forma sincera, opiniones que igual llevaban tiempo callando por respeto a su relación y sus decisiones. Déjese arrastrar por ellos.

Normalmente vivimos instalados en la velocidad, pero cuando uno se ve inmerso en una ruptura amorosa, parece que todo se ralentiza, que no pasan las horas. Se deja de vivir el presente porque es donde se convive con la tristeza y nos dedicamos a contemplar el pasado como si se pudiera alterar. Existen personas que le dan vueltas y vueltas, fantasean con la posibilidad de regresar en el tiempo y lo verbalizan.

Pero no es posible volver y se puede asegurar que tras unos meses, superado el infierno, a lo mejor la pérdida se ve con otros ojos, incluso se llega a atisbar su parte positiva.

No viva la separación de forma irracional, como si el mundo se acabase después de esa persona amada. La emoción dominante en estos momentos es tan intensa que se piensa que es la única verdad que existe. La forma de evaluar, de interpretar y de plantear la ruptura va a ser la clave para luchar y seguir adelante dignamente. Acepte la pérdida, deje de hacer reproches, de buscar culpables, de sentirse un miserable…la vida sigue.

Salvo que se sea feliz en la relación de pareja, nadie tiene la obligación de permanecer al lado de alguien a quien no valora ni ama. Usted es libre de estar solo o buscar con quién sentirse vivo. Su pareja también. Raras veces se rompe el amor de mutuo acuerdo.

«Es tan corto el amor y tan largo el olvido…” – Pablo Neruda

Si se encuentra en esta situación o conoce a alguien que lo esté, aquí tiene unos consejos que le ayudarán a tener más autonomía y a contemplar el mundo desde otro punto de vista.

Reinterprete. Realmente no es la ruptura lo que no le deja vivir, sino el resultado de la evaluación que hace de ella. Creer que la situación es catastrófica e insalvable es solo un estilo negativo de afrontar las cosas. Pero si cree que realmente la situación es así, seguramente ocurrirá así. Empiece a focalizar la atención en lo que todavía le hace sentir bien. Salir adelante o no, depende de usted; si usted no se salva, nadie lo hará. Lo que piense, lo que haga y lo que siente se influyen mutuamente. Hay que aceptar que se va a pasar una mala racha y que todo volverá a su sitio.

Aproveche las emociones. Es necesario aprender a tolerar la frustración y las otras emociones negativas, porque con ellas se madura. Durante días cambiará su intensidad y variedad porque se trata de un proceso de duelo por la persona perdida. No tienen más protagonismo del que se les quiera dar. Es bueno aliviar esos sentimientos a través del ejercicio físico, expresándolos por escrito o a través de la pintura, la música…

Hable y escuche. Hablar con sus amigos de lo que le ocurre es importante, pero hágalo si puede con varios, para no torpedear siempre al mismo, también cuénteles otras cosas de su vida, pregúnteles por ellos y no convierta las conversaciones y los ratos con amigos y familiares en un monotema: “su ex”. No es la única persona con problemas, ni su problema es el más grave, solo se dará cuenta si escucha a los demás. Es el momento de implicarse en causas y proyectos solidarios. Su dolor pierde valor cuando convive y es empático con el de otros.

Actúe sobre su comportamiento. Atrévase a conocer a gente nueva, visite ambientes que siempre le hubiese gustado frecuentar. No espere a estar bien para hacer cosas. Esta regla funciona al revés: tiene que hacer cosas para poder llegar a estar bien.

Cuídese y mímese. Vigile su aspecto, alimentación, higiene y salud. Dedique más tiempo a esto y menos a pensar. Sobre todo al principio, dese caprichos que le hagan sentir mejor y que habitualmente no se concede.

Rodéese de gente que le quiere. El apoyo social es importantísimo en estas circunstancias. No caiga en la trampa de buscar la soledad constantemente, no le ayudará a distanciarse del pasado.

El pasado sirve para aprender. Si está arrepentido de algo, es mejor buscar su propio perdón que seguir intentando que le perdone el otro, porque si ya no le ama, da igual que haga muchos méritos por demostrar lo que vale: sencillamente no le atraen porque ya no le quiere. Guarde esos valores para personas que puedan apreciarlos y derroche su energía en otras actividades. Tampoco parece buena idea de cara a superar una ruptura pensar que “podemos ser amigos”. Si eso es posible, ya llegará solo; por el momento, la distancia es lo más sano en la mayoría de los casos.

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Autora y fuente: Patricia Ramírez – elpais.com

La Infidelidad en pareja.

hombres-infielesEl diccionario nos dice que la fidelidad es sinónimo de lealtad, o sea el sentimiento o la palabra que uno debe al otro.

La lealtad es el compromiso moral en el actuar que proporciona una imagen de nosotros mismos y que genera confianza en los demás.

La moral es una facultad del espíritu que se refleja en la vida cotidiana. En sentido estricto es el conjunto de reglas o normas por las que se rige una persona en relación con Dios, con la sociedad y consigo mismo.

La moral se relaciona con la libertad y abarca la acción del hombre en todas sus circunstancias vitales.

La moral de una persona en particular está mucho más allá de las leyes, siendo éstas la expresión de una moral colectiva producto del consenso.

La moral personal se trata de un mandato interno, una decisión consciente y voluntaria que el hombre, como ser libre, diferente de los animales que viven en un mundo cerrado por sus instintos, decide respetar.

La moral no puede ser relativa a las circunstancias, no cambia, siempre es la misma, porque tiene características universales.

El acto correcto para una persona trasciende el concepto dualista del bien y del mal y se relaciona estrictamente con los valores relativos y los absolutos.

El valor relativo es todo aquello que orienta y motiva en el mundo sensible, se refiere a la obtención de cosas materiales o de los placeres, pero valor es también desde el punto de vista clásico la idea del bien o de lo que es bueno en forma universal, teniendo en cuenta la parte esencial de la vida que no se puede ver con los ojos sino que sólo se percibe con el espíritu.

La batalla entre valores relativos y absolutos es la tragedia humana, y el hombre está condenado a elegir su destino cada minuto de su existencia.

Una persona me escribe relatándome su situación puntual. Es una mujer casada que es feliz en su matrimonio. Su esposo es una excelente persona, buen padre, buen hijo y buen marido, pero entre ellos se acabó la pasión luego de diez años de estar juntos.

Ella conoce a un hombre en el trabajo que le gusta y se insinúa abiertamente. Él se presta a la relación sin tomar ninguna iniciativa, sólo dejándose llevar.

Ella se da cuenta que es la que empezó todo y si desea continuarlo deberá ser siempre la que sostenga esa relación, que por ahora no desea que termine tan pronto.

Me pregunta entonces qué debe hacer.

Nadie tiene la autoridad suficiente para decirle a otro qué tiene que hacer, porque estamos todos obligados a elegir nuestro propio destino; y si como en este caso alguien pide que lo ayuden en su decisión también está eligiendo al consejero.

Es justamente en estos momentos de indecisión cuando una persona se tiene que enfrentar con sus propios valores, tanto con los relativos, o sea aquellos que la orientan y motivan en la vida y con los absolutos que no cambian y que se relacionan con el espíritu y la paz interior.

Porque somos nuestros valores y la personalidad es una estructura cuyo eje son los valores.

Si se deciden conductas contrarias a los propios valores, la consecuencia es el comienzo de la batalla con uno mismo y el fin de la paz interior.

Donde hubo fuego cenizas quedan y la pasión se puede recuperar, porque la intención es la fuerza más poderosa para hacer que los deseos se hagan realidad.

El matrimonio tiene mesetas que hay que tener la valentía de atravesar sin caer en ningún precipicio, porque los errores se pagan con sufrimiento.

Todas las parejas pasan por esas etapas y está en cada uno saber vivirlas con inteligencia sin buscar soluciones fáciles que pueden terminar en tragedias.

Muchos buscan en el sexo calmar la angustia que les produce el aburrimiento. Pero esa angustia existencial sólo se cura con crecimiento y desarrollo personal.

El problema es que es nuestra propia conciencia es la que busca la reparación de los errores y nosotros mismos somos los jueces más severos.

Además no hay que olvidarse que nuestros hijos nos están mirando y la felicidad de ellos es lo más importante.

 

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Fuente: psicologiayelser.blogspot.com.ar

desQbre – Psicoterapia de Pareja

548411_374685465908272_272095272833959_1042621_824650748_nToda pareja sella su relación por medio de acuerdos y pactos inconscientes, que pueden llevar a un desarrollo de la pareja o, por lo contrario, pueden producir absolutas repeticiones de modelos primitivos.

Algunas parejas repiten ciegamente, sin dejar lugar a la creatividad, necesaria en todo vínculo saludable. La repetición exagerada se produce por duelos no elaborados, secretos familiares u otras situaciones del pasado que se instalan en el vínculo presente y causan sufrimiento.

La psicoterapia de pareja puede brindar el espacio para que «el niño herido» se exprese y se calme, y para que de ahí en más pueda volver al presente a reencontrarse y crecer en conjunto.

Uno de los objetivos de la psicoterapia de pareja, es que se produzca el encuentro entre las dos personas en conflicto. Para eso, cada uno debe conectarse con lo que siente y no quedar «enganchado» con hablar del otro. Lo más común es actuar como jueces y pretender que sea el otro el que cambie.

La causalidad suele así ser circular: cada uno adjudica al otro las claves de su sufrimiento. Con la ayuda de un profesional, es posible que se genere una apertura, donde cada uno muestre sus necesidades y, sobre todo, tome conciencia de su parte en el conflicto, saliendo del rol de víctima “pobrecito yo”.

El noviazgo y el matrimonio son un terreno propicio para la emergencia de viejas heridas que llevamos dentro y que generalmente, no aparecen antes de estar en pareja. Dolores no expresados en la infancia (el niño herido), salen a la luz en nuestras reacciones cotidianas frente a la pareja actual e impiden una verdadera relación íntima con el otro.

En muchas ocasiones, los dos integrantes de la pareja están reclamando a su padre o madre desde su propia escena infantil.

Salir de los estereotipos que se repiten inconscientemente y dejar de acusar al cónyuge de todo lo malo, implica abrirse al conocimiento de sí mismo y del otro con sus diferencias (ya no está el otro idealizado de la etapa del enamoramiento).

Posibilitar el encuentro inédito entre los dos y animarse a transitar un nuevo terreno de desarrollo potencial. Ese es el desafío para muchas parejas en crisis, que aprovechan las mismas como lo que realmente son: una posibilidad de cambio y crecimiento.

Fuente: http://psicologiayelser.blogspot.com.ar/2012/03psicoterapia-de-pareja.html

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desQbre – Cómo enfrentar una separación sentimental

Lo más importante en un proceso de separación de una pareja es, dentro de lo posible, tratar de hacerlo bien, ya que no se saca nada con actuar de mala fe, de manera vengativa y tratando de perjudicar al otro, especialmente si existen hijos. Para tener una separación lo más civilizada y sana posible, el psiquiatra Roberto Amon entrega algunas recomendaciones generales de cómo actuar en estas circunstancias.

La pérdida, ruptura o disolución de un vínculo afectivo significativo, como la separación o la pérdida de un ser querido, es para cualquiera de nosotras motivo de sufrimiento y el inicio de un proceso de duelo, en donde la persona experimenta una serie de cambios psíquicos, físicos, emocionales e incluso espirituales.

La intensidad y duración de estos cambios dependerá de múltiples factores, como por ejemplo el tipo de separación, ya sea esperada, repentina, apacible, violenta; la intensidad de la unión; si hubo terceros involucrados; características de la relación; edad de cada uno; factores de personalidad; apoyo social percibido; etapa ciclo vital familiar, ya sea con hijos pequeños o adolescentes; etapa de partida de los hijos; retiro de la vida activa, etc. Por tanto, así como cada vínculo afectivo es un único e irrepetible, también lo es su disolución.

El médico Psiquiatra de la Universidad Chile, Dr. Roberto Amon Jadue explica que las etapas por las que atraviesa una persona que experimenta una ruptura amorosa, son las mismas que en un duelo y son básicamente las siguientes, aunque no necesariamente de manera secuencial:

Etapa de Schock: Impacto inicial en el momento de la separación que puede cursar con alteración de conciencia (confusión y conducta desorganizada).

Activación: Intensa actividad destinada a comprobar, reaccionar, salvar, vengarse, etc.

Emociones Intensas: Llanto, desesperanza, rabia, miedo, tristeza, angustia. Alternadas con Negación de la separación.

Alteraciones del Sueño: insomnio, sueños recurrentes, pesadillas, etc.

Etapa Depresiva y de Desesperanza

Fase de Reparación o Recuperación

El psiquiatra explica que lo más importante en un proceso de separación de una pareja es, dentro de lo posible, tratar de separarse bien, ya que no se saca nada con actuar de mala fe, de manera vengativa y tratando de perjudicar al otro.
“Y esto es especialmente importante si existen hijos. Además debemos tener presente que todo fracaso de una relación, independiente de cómo se haya producido, traduce una disfunción en ambas partes de la pareja��?, aclara el profesional.

Para tener una buena separación o lo más civilizada y sana posible, el especialista entrega algunas recomendaciones generales de cómo actuar en estas circunstancias:
– Ser valiente y honesto consigo mismo y con el otro
– No desaparecer del domicilio sin dar explicaciones
– Evitar dañar al otro para no destruir los lazos familiares y de amistad
– Evitar enfrentamientos hostiles delante de los hijos
– No monopolizar a los hijos ni crear alianzas contra el otro progenitor
– Mantener cubiertas las necesidades básicas para que los niños no se inseguricen
– Informar los motivos de la separación de la manera más objetiva posible, y en forma conjunta por parte de la pareja
– Dejar claro a los niños que la ruptura es con la pareja y no con ellos
– Solicitar ayuda profesional en caso necesario

Errores que no se deben cometer

A juicio del Dr. Amon, lo peor que puede ocurrir en estos casos de separación es ocultar la situación o no hacerle frente, dejarse llevar por la rabia, odios y rencores, y embarcarse inmediatamente en una nueva relación.
“Todo esto hará el proceso de separación más difícil y prolongado, y creará espejismos que se traducirán en nuevos dolores y complicaciones», aclara.

En cuanto al tiempo que debería esperar ambas partes antes de iniciar una nueva relación, el psiquiatra señala que lo ideal es no iniciar una nueva relación hasta que la pareja haya integrado de manera satisfactoria esta pérdida en su biografía y recobrado su estabilidad emocional.
“Eso será fundamental para entregarnos de manera plena en una nueva relación. Lo anterior toma un tiempo muy variable, en algunas personas pueden ser 6 meses y en otras varios años», manifiesta.

El profesional agrega que a pesar de que las separaciones de pareja son una realidad, uno no puede iniciar una relación con la expectativa de que se va a producir un quiebre.

“Te imaginas que Carl Lewis, el mejor corredor de todos los tiempos, hubiera pensado antes de cada carrera, que pasaría si cuando estoy por llegar a la meta me caigo, o que tal vez si se esfuerza demasiado podría desgarrarse, simplemente en este momento no lo estaríamos recordando. Lo mismo pasa en las relaciones de pareja, uno no puede iniciar una relación con la expectativa de que se va a producir un quiebre. Si así fuera, a esa unión le va a faltar intimidad, profundidad y entrega. Uno debe embarcarse de manera natural en ellas y dejar que las cosas sucedan, es imposible evitar algún dolorcillo en esta vida, pero a mi juicio más vale participar de la experiencia de ser pareja y construir familia que quedarse como mero espectador», sostiene.

Y para ejemplificar sus palabras, el psiquiatra cita a un gran terapeuta de parejas alemán, Jürg Willi, quien señala “…seguramente todo matrimonio, y en especial toda familia, están llenos de problemas, obligaciones y crisis, que uno puede ahorrárselos no aventurándose en ese terreno. Quien se casa o funda una familia será sacudido violentamente por la vida, se expone a dificultades que siempre le exigirán hasta el límite de su resistencia, y no tendrá más remedio que esforzarse al máximo y en parte se sentirá fracasado; tendrá que ver más tarde que ha cometido ciertos errores que han producido consecuencias irreparables para él y su familia…pero precisamente por esa tragedia su vida puede ganar en dimensión humana.

Fuente: http://psicologiayelser.blogspot.com.ar/2012/02/como-enfrentar-una-separacioncuando.html

Las cuatro piedras angulares en la pareja

“¿Qué hace que unas parejas funcionen y otras no? ¿Qué da estabilidad a una relación y qué crea una crisis permanente? Básicamente son cuatro las piedras angulares que, en su conjunto, posibilitan la construcción del hogar. Si falta una de ellas o se encuentra debilitada, la casa es inestable; si faltan varias, es probable que la pareja no dure a largo plazo.

La primera piedra angular es el amor. En el enamoramiento se crea un primer vínculo entre dos personas que las impulsa a comenzar una relación. La consumación sexual sella este vínculo. Después de un tiempo, uno se da cuenta de que el otro no es perfecto, de que tiene sus luces y sus sombras. Es un acto de amor aceptar al otro tal como es, a sus raíces familiares y también a su destino, que es distinto del propio. El compromiso matrimonial profundiza todavía más el vínculo. Lo contrario del amor no es el odio, que al igual que el amor mantiene el vínculo, sino la indiferencia, Es en la indiferencia donde muere el vínculo y el desinterés sexual lo debilita.

La segunda piedra angular es la presencia. Es la experiencia de caminar juntos. Si uno de los miembros de la pareja no está presente, el otro se siente solo, no visto. A veces uno sigue “enredado” en una anterior pareja y esto hace que no esté del todo libre y presente para su actual pareja. También puede encontrarse inmerso en una dinámica de “mirar hacia atrás” y prestar más atención a su familia de origen que a su familia actual. Otro motivo de que uno de los miembros de la pareja esté ausente es la adicción al trabajo, al igual que cualquier otro tipo de adicción. Si la pareja se forma entre dos personas “ausentes”, no se vive la falta de presencia como una dificultad aunque, visto desde fuera, pareciera que dicha pareja vive “vidas paralelas” que una vida en común.

La tercera piedra angular es la responsabilidad. Una pareja es una relación entre iguales. Cada uno debe asumir su parte de la responsabilidad respecto a la relación. De esta manera ambos la cuidan. Cuando uno exige al otro que le dé lo que sus padres no le dieron, y se siente con derecho a ello, se coloca en una actitud infantil. De esta forma no se hace responsable de sus propias carencias y necesidades, cargando a su pareja con sus exigencias. De la misma manera, se crea una relación desigual cuando uno se siente responsable del otro, como si fuera su padre o su madre. A menudo estas dos actitudes se complementan, haciendo juego.

La cuarta piedra angular es el aprecio. Como aprecio al otro, también aprecio lo que me puede dar y lo acepto agradecido. Eso hace que me surja el impulso de devolverle algo mío, porque en el fondo me siento en deuda. Así se crea entre la pareja un intercambio rico, que la fortalece. Cuando no lo aprecio o lo desprecio – aunque le quiera – no me vale lo que me da, y por eso no siento la necesidad de devolverle algo mío. Se crea un desequilibrio entre el dar y el tomar que amenaza la continuidad de la pareja. Cuando los dos se desprecian, se produce un intercambio de descalificaciones, insultos, reproches,… Paradójicamente esto también fortalece la pareja, aunque se trate de un intercambio pobre.

El conjunto de estas cuatro piedras angulares hace que uno renuncie a las demás posibilidades de pareja en el mundo y a la fantasía de la felicidad perfecta. Esta renuncia es el tejado que protege el hogar. Como amo a mi pareja, la tomo como es. Como quiero estar presente, no voy a buscar otra relación. Mi responsabilidad por la continuidad de la pareja exige que me haga cargo de mis carencias personales. Y es finalmente el aprecio por mi pareja lo que me hace elegirla a ella. Porque así lo quiero”.

Fuente: http://www.psicologosclinicos.com