Una clase dividida – El ALUCINANTE experimento de la profesora Janes Elliot (1968)

Jane Elliot era una joven profesora cuando realizó este experimento por primera vez en 1968, a raíz del asesinato de Martin Luther King por un segregacionista blanco. La activista contra el racismo, defensora de los derechos de la comunidad LGTB y feminista, realizó un ejercicio con sus alumnos para demostrarles, no solo a ellos sino al mundo, lo absurdo de discriminar, en este caso,  por el color de piel. Más de cuatro décadas después, su prueba sigue siendo un ejemplo de investigación psicosocial al que debemos prestarle atención.  

El viernes 5 de abril de 1968, un día después del asesinato de Martin Luther king Jr., la maestra Jane Elliot les preguntó a sus alumnos si es que en los Estados Unidos había personas a las que se les tratara distinto. Los niños, que bordeaban los ocho años, respondieron que sí: “Los negros, los indios y los asiáticos”. Al consultarles qué sabían sobre ellos, los alumnos describieron a estos grupos con estereotipos raciales. Es así que la maestra les propuso realizar un experimento. Los niños, entusiasmados, respondieron afirmativamente.

La maestra Elliot dividió a los alumnos en dos grupos: los que tenían ojos azules y los que tenían ojos marrones. Le dijo a la clase que los primeros eran superiores a los segundos e hizo que los de ojos azules les colocaran collares de tela a los de ojos marrones para marcar más las diferencias.

La profesora les dio a los niños de ojos azules una serie de privilegio sobre sus compañeros: ellos tendrían cinco minutos extras en el recreo, doble ración de comida a la hora del refrigerio y podían beber agua del bebedero con normalidad. Mientras tanto, los de ojos marrones tenían que usar vasos de cartón con sus nombres, no podían usar los juegos del patio y no debían juntarse con los otros niños. Además, cuando se presentaba la oportunidad, Elliot destacaba los aspectos negativos de estos últimos.

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Los niños de ojos azules mejoraron su rendimiento mientras que los discriminados decayeron en el suyo. Para sustentar su accionar, la profesora hizo uso de explicaciones pseudocientíficas, afirmando que la melanina, responsable de determinar -entre otras cosas- el color de los ojos, influía también en la inteligencia de cada grupo, siendo más favorable para los que tenían ojos azules. Por la tarde de ese mismo día, los niños discriminados declararon: “Parecía que todo lo malo nos sucedía”. “La manera en la que nos trataban nos hacía sentir sin ganas de hacer nada”. “Parecía que la señorita Elliot nos estaba quitando a nuestros mejores amigos”.

Al segundo día, la maestra les tuvo otra sorpresa. Esta vez los papeles se invirtieron:

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Los niños de ojos marrones recibieron los privilegios que antes tuvieron sus compañeros y a los de ojos azules se les colocó el collar de tela y fueron tratados en forma discriminatoria. Los niños de ojos marrones -esta vez los superiores de la clase- tardaron algunos minutos en acostumbrarse pero los resultados fueron asombrosos. Cuando se les tomó el tiempo para resolver tareas, lo hicieron más rápido que el día anterior.

La señorita Elliot les preguntó a todos cómo se habían  sentido con el experimento los días anteriores. Inmediatamente, estalló una lluvia de quejas sobre lo mal que se habían sentido. Cuando Elliot les preguntó si debería influir el color de la piel en cómo se trata al resto, los niños solo tenían una respuesta para ella: “No”.

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Este experimento fue grabado en 1970 y el vídeo fue incluido en el documental A class divided (1985) de William Peters, donde se reunió a la misma clase 15 años después para preguntarles cómo había influido este episodio en sus vidas. En él, la profesora Elliot declaró: “Vi cómo estos increíbles niños se convirtieron en discriminadores de tercer grado en 15 minutos”.

 

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Fuente: María Pia Arriola – dedomedio.com

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